Internacionales

El 7 de octubre, un pretexto expansionista (II y final)

Por José Luis Méndez Méndez */ Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Todas las justificaciones oficiales, dadas por las autoridades israelitas, sobre la aparente sorpresa de su defensa nacional ante el lance de Hamás, ofrecen más sombras que luces y fortalece la tesis del conocimiento previo, del pretexto expansionista, con todas las consecuencias que se pueden derivar de esta probable y terrible realidad, que entregó de inicio, la vida de más de mil de sus ciudadanos, para hacerlo efectivo.

Poner en ridículo a sus servicios especiales, que por más de 70 años han sido la espada y escudo en su enfrentamiento contra la “amenaza” palestina en todo el mundo; intentar persuadir que de repente los curtidos empleados del Mosad, del Kabak y de toda la Comunidad de Inteligencia, se convirtieron en ineficientes, sordos, ciegos e incrédulos ante las constantes señales del inminente ataque, resulta insultante a la inteligencia humana y falta de respeto para propios y extraños.

Estos desempolvados especialistas de inteligencia, pertrechados de los guiones entregados por  sus otrora jefes se extendieron en análisis sobre el empleo asimétrico de la inteligencia procedente de fuentes humanas de sus Katsa, diseminados por la Franja de Gaza, infiltrados en Hamás y en otras organizaciones combativas palestinas y de las recibidas por fuentes técnicas, electrónicas, de las llegadas de agencias amigas, todo con el deliberado fin de convencer del “fiasco inteligente”, que impidió disuadir el esfuerzo palestino.

No hablaron de las aspiradoras estadounidenses que recolectan todo lo que se emita al éter, las decenas de aviones Awacs en permanente vuelo rastreador, dotados de modernos radares encargados de las alertas tempranas y control desde el aire ni tampoco los infalibles procedimientos de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), capaces de medir concentraciones de calor; identificar en tiempo real rostros, compararlos con sus enormes servidores de datos, fotos, perfiles y transmitirlos a la velocidad de la luz hacia sus destinatarios.

A más de 90 días del ataque del 7 de octubre, ensayado durante meses a la vista de quienes tienen como misión, no desechar la más mínima evidencia de amenaza, es risible. Negar haber sido alertados por la inteligencia egipcia de la agresión que se gestaba, con cuyo servicio los unen años de prolongada y fructífera colaboración, es irrespetuoso y daña la estrecha relación profesional existente. Llegar hasta asumir, que prevaleció el machismo israelí y la teoría sexista de ignorar las advertencias reiteradas de los mujeres soldados apostadas en los puntos de observación fronterizos del ejército, que convertidas en pupilas insomnes alertaban lo que se gestaba; poner a ex jefes de los cuerpos de seguridad ante los medios de comunicación internacionales para sustentar que varios factores incidieron en no admitir lo que ya era de público conocimiento en bares y cantinas de la capital; aceptar que Hamás los burló; confesar que las autoridades israelíes aprobaron hacer acciones que favorecieran la consolidación de Hamás en la Franja de Gaza, como organización dominante frente a otras más beligerantes, mientras intentaban comprar o eliminar a sus principales jefes, es degradante y afirmar que descuidaron su enfrentamiento ante el inveterado “enemigo”, inserta secuelas operativas y sobre todo políticas, que serán capitalizadas por los partidos opositores cuando el genocidio termine y comiencen los análisis.

El pretexto es afín al de Gleiwitz  en Polonia, que dio inicio a la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, cuando se urdió una operación de propaganda planeada para dar una excusa, que justificase la invasión a ese país, se aparentó un ataque polaco a una emisora de radio, desde donde se transmitieron arengas anti alemanas por parte de soldados alemanes vestidos con uniformes militares polacos, cuando en realidad fue una provocación montada que razonase una mortífera reacción de la Alemania nazi y que ahora en su versión sionista se disfrazó como un Pearl Harbor palestino, debe parecer creíble de ahí,  los incesantes e inacabables castigos sobre una población diezmada, hambrienta, enferma, donde los muertos se apilan en las demolidas casas y las devastadas calles, destrucción invocada por el pretextado derecho a existir y defenderse, cuando en efecto lo que persigue es limpiar con sangre palestina el enlodamiento del fiasco de inteligencia, si lo hubo.

Llama de sobremanera, el enorme caudal propagandístico desatado inmediatamente después del 7 de octubre, titulares como: “Los ataques de Hamás muestran un enorme fracaso de seguridad de Israel”, “Hamás logra burlar la inteligencia israelí y deja en evidencia el talón de Aquiles del Mosad y el Shabak”, “El plan secreto de Israel, que apuntaló a Hamás”, “El ejército israelí recibió información preocupante la noche previa del ataque de Hamás”, “El jefe de inteligencia de Israel, admite el error a la hora de frenar el ataque de Hamás”, todos dirigidos a colocar el desliz sobre los hombros de los hasta ahora eficientes, intocables y letales servicios especiales sionistas.

Hay otros mensajes reticentes: “Guardia baja: deconstruyendo el fracaso político, militar y de inteligencia del 7 de octubre”, “Canal 12 de Israel asegura que Shin Bet (Shabak) conocía de planes de Hamás sobre el ataque del 7 de octubre”, “¿Falló la inteligencia israelí en el ataque de Hamás?. ¿Por qué Israel no supo prevenir el ataque de Hamás? y desde Estados Unidos, llegó el apoyó a su carnal incondicional, allí plumas contratadas escribieron: “¿Qué salió mal? El ataque de Hamás ofrece dudas sobre la capacidad de la inteligencia israelí”, “Ataque de Hamás: ¿cómo explicar el fracaso de la inteligencia israelí?”, “Revelan que el jefe de inteligencia de Egipto había advertido a Netanyahu sobre el ataque de Hamás”, “Israel ignoró días antes el aviso de la inteligencia egipcia de que Hamás “preparaba algo grande”, “Egipto le advirtió del ataque de Hamás a Netanyahu. El rumor circuló en crónicas locales, aunque el primer ministro israelí dijo que era una “fake news”, “Egipto alerto a Israel tres días antes del ataque de Hamás” y el enjundioso análisis lapidante del prestigioso The New York Times: “Un informe del The New York Times, revela que Israel conocía el plan de ataque de Hamás hace más de un año”.

Ante este cúmulo de revelaciones, se puede versionar que el primer ministro ni los servicios especiales israelíes, querían ser alertados, tampoco advertidos, un fin superior se gestaba y estaba a punto de malograrse por las avispadas soldados, quienes tenían ante sus ojos los preparativos y no se les prestaba atención, menos a la cooperativa inteligencia egipcia, ignorante lo que realmente se cocinaba, empeñada en darle un servicio previsor y efectivo a sus “amigos” israelíes.

El genocidio está en desarrollo, ya hay planes para el después, se dibuja cómo quedará el deprimido espacio palestino, que estará menos poblado por las muertes ocasionadas y las obligadas emigraciones hacia paraderos inciertos, hacinamientos de la diáspora incrementada y los miles de presos palestinos que se pudrirán en cárceles sionistas.

Las conclusiones, que pueda sacar el lector a este nuevo fragmento del histórico conflicto, perfilado como un inédito pretexto expansionista, el cual se encargaran de esclarecer los documentos secretos desclasificados que se den a conocer en el futuro. Tal vez se conozca, si fue inducido desde su origen, si los astutos sionistas lo conocieron con anticipación, como se insiste, y se acoplaron en su diseño con los fines intervencionistas explicados y dejar al final, como la versión más improbable, el increíble y asombroso fallo de una Comunidad de Inteligencia de Israel, concebida en su origen con la máxima misión y prioridad de preservar la existencia, seguridad y defensa del país hebreo, de la secular “amenaza” palestina. Corresponde recordar una popular frase, de un conocido espacio humorístico cubano: A otro con ese cuento.

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: Ibraheem Abu Mustafa / Reuters.

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