Entramado de fundaciones y empresas con sede en Washington mantiene viva la llama golpista de los años de Reagan
Por Julián Macías.
No mires arriba ha sido una de las revelaciones cinematográficas que han puesto el broche final a 2021 y no es difícil explicar por qué. Bajo un manto distópico, nos golpea en la cara con una realidad presente día tras día: el meteorito es el calentamiento global, la pandemia, la crisis financiera de 2009, el agotamiento de las materias primas… Nuestra presidenta Orlean son los Trump, Bolsonaro, Ayuso… Nuestro BASH son Cambridge Analytica, Palantir, Google, Facebook, CLS Strategies… Nuestra riqueza del meteorito son las criptomonedas, el petróleo, el gas, los minerales… Nuestro Daily RIP son los Fox News, las Ana Rosa Quintana y Susana Grisso…
Es curioso ver que negacionistas, simpatizantes de Vox, y políticos de derechas como Girauta hayan aplaudido la película sin darse cuenta de que los estaban retratando. Quizá para terminar de entender No mires arriba sea necesario ver la anterior obra de su director Adam Mckay, VICE, donde hace una radiografía histórica siguiendo la evolución de Dick Cheney como pieza clave del entramado de poder creado alrededor de la Casa Blanca.
Los avances en derechos de minorías y la lucha contra el calentamiento global provocaron que grandes fortunas como los Koch y los Coors, junto a grandes empresas petroleras y tabacaleras, crearan una red de fundaciones para poner presidentes que frenasen estos avances y aplicasen otras iniciativas, como reducir los impuestos a los ricos y las restricciones a grandes empresas.
Todo este esfuerzo económico tuvo sus frutos consiguiendo que Ronald Reagan fuese elegido presidente e institucionalizara organizaciones y leyes que siguieran consolidando esta estrategia.
Durante su Gobierno se crearon la Fundación para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) y la organización Atlas Network. También se derogó la doctrina de imparcialidad, que dio pie a la creación de medios que propagan fake news y mensajes de odio hacia la izquierda como Fox News, dirigida por Roger Ailes, principal asesor de comunicación de Reagan, Bush padre e hijo, y Trump, precisamente los presidentes que tuvieron miembros de Heritage Foundation en su Gobierno.
El emporio de fundaciones, organismos públicos y empresas están concentradas en “los tres kilómetros del poder” en torno a la Casa Blanca, donde se toman las decisiones que mueven el mundo, las guerras y los golpes de Estado. Es en estas millas donde se diseñan las campañas, donde se escoge a los candidatos y donde se decide lo que se aprueba en congresos y parlamentos, no solo de los Estados Unidos, sino en gran parte de países del mundo.
Dicho así no dista mucho de una teoría de la conspiración, así que vayamos a los hechos.
Los tres kilómetros del poder
No hablamos de “nuevo orden mundial” ni de un “gobierno en la sombra dirigido por reptilianos”; es todo mucho más mundano, más sencillo y a la vista de todos; sólo hay que mirar arriba.
En la capital del país más poderoso del mundo se concentra un gran número de organismos públicos en apenas tres kilómetros: encontramos el Capitolio de los Estados Unidos, el Pentágono, la CIA y la NED, así como la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) o el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).
Pero en esas mismos tres kilómetros también encontramos, regados entre alta institución pública y alta institución pública, a los principales y mayores conglomerados de lobbies: Atlantic Council, Atlas Network, Cato Institute, Heritage Foundation, Center for International Private Enterprise… Y también las principales empresas que salen beneficiadas de esta maquinaria engrasada y de proximidad como Carlyle Group –de la cual eran accionistas la familia Bin Laden y George H. Bush–, Halliburton –una de las empresas más beneficiadas de la guerra de Irak, dirigida por Dick Cheney, vicepresidente en el Gobierno de George W. Bush–, Exxon o Chevron.
Esto sería una anécdota si no fuera porque fundadores, consejeros, asesores o financiadores de estos conglomerados lobistas fluyen desde los cargos de poder del lobby a los cargos de poder del Estado; y desde los cargos de poder del Estado a los cargos de poder del lobby o las empresas que los financian.
De la CIA a la NED
Joseph Coors es uno de estos magnates empresariales que soñaba con mover los hilos del poder, y con ese sueño fundó junto a Paul Weyrich y Edwin Feulner la Heritage Foundation. Desde este lobby impulsó y promovió la figura de Ronald Reagan, convirtiéndose en la fundación que nutría ideológicamente a Reagan, saliendo directamente desde sus despachos muchas de las iniciativas legislativas del expresidente. Asimismo, desde sus cuentas los dólares que le ayudaron a llegar hasta la Casa Blanca. De hecho, Coors llegó a ser asesor de Reagan.
La alianza era tan fuerte que desde la cuenta del propio Coors salió una transferencia de 65.000 dólares a una cuenta de un banco suizo. Este pago, realizado por indicación del entonces director de la CIA William J. Casey y del ayudante de la Casa Blanca Oliver North, estaba destinado a comprar un pequeño avión carguero para las contras nicaragüenses. Según testificó el propio Coors ante el Congreso, Oliver North le llegó a enseñar una fotografía de lo que había comprado con sus 65.000 dólares.
Estos acontecimientos siempre despertaron recelos entre la opinión pública. Era necesario cambiar de métodos, por lo que el gobierno de Reagan decidió crear la NED para “promover la democracia liberal en el mundo”. Ambas pasarían a hacer lo que hasta entonces hacía la CIA tal y como explicaba Allen Weinstein –cofundador de la NED–, “gran parte de lo que hacemos hoy fue hecho de forma encubierta por la CIA hace 25 años”. Incluso decía que “no deberíamos tener que hacer esto de manera encubierta” y enmendaba con una constatación de hechos: “Sería terrible que grupos democráticos de todo el mundo fueran vistos como subvencionados por la CIA”.
¿Y cómo promueven la “democracia liberal”? Entre otras cosas la NED se dedica a financiar organizaciones y medios de comunicación para desestabilizar gobiernos que no son del interés de los Estados Unidos. De esta manera, financian a raperos que hagan canciones contra el gobierno de Cuba, asociaciones ecologistas como Ríos en Pie –cuya principal acción sería atacar a Evo Morales– o incluso “candidatos alternativos de izquierda” como a Yaku Pérez en Ecuador para que el candidato correísta no consiga la mayoría.
También financian medios como la agencia FIDES en Bolivia o el portal Mil Hojas de Villavicencio en Ecuador, promotor de la denuncia a Rafael Correa que fue llevada a Fiscalía por Luis Verdesoto, exmiembro del Consejo Nacional Electoral, gracias a pertenecer a varias organizaciones financiadas por la NED –como la Plataforma en defensa de la democracia y DDHH que él mismo presidía–. Además, Verdesoto colaboró con Fundamedios, IRI, NDI…
También financian asociaciones de periodistas o medios como Fundamedios o la Fundación para la Prensa de Bolivia, que a su vez son los creadores de los factcheckers oficiales de Facebook como Ecuador Chequea y Bolivia Verifica y, que más allá de no ser neutrales, participaron activamente en el golpe de Bolivia y en la acción contra el correísmo en Ecuador.
Entre sus socios para “promover la democracia liberal” se encuentra nada más ni nada menos que la Fundación para el Progreso (FPP), editora de Un legado de libertad: Milton Friedman en Chile, escrita por el propio Friedman, dos ministros de Pinochet y el presidente de dicha fundación, Axel Kaiser, dónde se hace un enaltecimiento de la política económica del dictador Augusto Pinochet.
El dinero que compra las guerras
Cuando todo falla siempre queda la declaración de guerra. El casus belli puede construirse: “Hay armas de destrucción masiva en Irak”, “la guerra de Afganistán es una guerra contra el terrorismo”, aunque los terroristas fueran saudíes. En definitiva, si tienes una maquinaria de inteligencia y mediática para lanzar los mensajes adecuados que lobotomicen a la ciudadanía puedes crear una realidad paralela.
Ya vimos la pasada semana cómo varios de los principales financiadores del Atlantic Council –think tank vinculado a la OTAN– y de Atlas Network, eran precisamente grandes compañías petroleras como Exxon y Chevron. No es por lo tanto raro que quien fuera la asesora de Seguridad Nacional durante la invasión de Irak, Condoleeza Rice, trabajara para Chevron e incluso que un petrolero de la compañía llevara su nombre. Tampoco resulta entonces extraño que fuera precisamente Rice la cara pública de la campaña “Irak tiene armas de destrucción masiva” durante la construcción del casus belli.
Porque el control político que ejercen estos think tanks nunca ha sido por ideología, siempre ha sido dinero. El gas y el petróleo de Oriente Medio, el litio de Bolivia, las ricas minas chilenas… Cuanto más laxas son las regulaciones y más cerca estás de quien otorga las concesiones, a mayor velocidad fluyen los dólares a sus cuentas. Pero también lo hace la destrucción del planeta, la desigualdad y la pobreza.
Uno de los ejemplos que mejor muestra que todo es por el dinero lo encontramos en la fundación Americans for Tax Reform (Americanos por la reforma fiscal), creada en 1985 y autora de uno de los eslogans más salvajes de las últimas décadas que Fox News replicó hasta la saciedad para eliminar los impuestos a los ricos: el impuesto a la muerte.
La impunidad de las campañas de desinformación
Seguramente la creación de Fox News gracias a los cambios legislativos de Reagan fue necesaria para posibilitar la guerra de Irak con la gran mentira de “las armas de destrucción masiva”. Aznar fue premiado por la empresa de Murdoch por participar en este genocidio, y nadie nunca los juzgó por supuestos crímenes de guerra.
Otra prueba más de esto, es que Mark Feierstein, exfuncionario de la OEA y la USAID, fue sorprendido con las manos en la masa creando cientos de miles de cuentas falsas en redes desde CLS Strategies para apoyar el golpe en Bolivia y atacar a los gobiernos de México y Venezuela. Tras este escándalo fue elegido por el mandatario Joe Biden para ser el principal asesor de la USAID, todo ello sin tener que coger un taxi para moverse en todas estas organizaciones, entre las que podríamos incluir al CSIS, donde se planificaron acciones tales como la intervención militar a Venezuela.
El salto de las estrategias de desinformación mediática y digital desarrolladas en Estados Unidos se han trasladado al resto del mundo; el método Bannon y Ailes se replica en teles y redes de manera casi idéntica para crear una realidad paralela y generar distracciones de lo verdaderamente importante. No mires arriba, No mires quién nos roba, quién nos mintió con la guerra de Irak y con los atentados de Atocha, las puertas giratorias, los recortes que matan, los responsables de la crisis del 2008… No les hagas caso: mira arriba y descubre la realidad.
Tomado de Público/ Foto de portada: RTVE.