¿Qué impactos provocan los ciclones tropicales en los ecosistemas del Caribe?
Por Álvaro Pérez Senra.
El Caribe es catalogado como un paraíso bañado por el Sol, una explosión de color y de vida, un verdadero sueño. Pero todos los años este sueño se convierte en pesadilla, cuando es sacudido por una media de seis huracanes, durante varios meses. Cabe preguntarse entonces, ¿es posible que su vida salvaje sobreviva cuando el paraíso reciba a los huracanes infernales? Pues, la mayoría de las personas consideran el Caribe como el lugar ideal para la relajación y el descanso, pero lo cierto es que entre junio y noviembre muchas de sus islas se convierten en una zona de riesgo.
El 2005, esta paradisíaca área tuvo el triste récord de 15 huracanes, uno cada dos semanas, y aún con las predicciones más fiables nadie sabe cuándo, o dónde se desencadenará un huracán, o cuál será su impacto en estas vírgenes islas y frondosos bosques. Quizás te preguntes ¿cuál es la causa de que estas tranquilas islas, de vientos suaves y cálido Sol, se encuentren en el punto de mira de algunas de las tormentas más devastadoras de la Tierra?, pues la respuesta es sencilla, ya que muchos huracanes comienzan como Depresiones Tropicales frente a las costas de África y avanzan por el Océano, consumiendo y concentrando la humedad de las cálidas aguas.
Los vientos, los empujan hacia el Oeste mientras crecen en intensidad, aunque no muy hacia el Norte, porque los mares más fríos no alimentan las tormentas, ni tampoco hacia el Sur, cerca del Ecuador, porque allí la Fuerza de Coriolis no es la suficiente para hacer girar a un ciclón. Por tanto, el destino final de muchos de estos eventos, “es el Caribe”. En la primera línea de devastación de un huracán se encuentran los arrecifes de coral. Los habitantes de este frágil ecosistema consiguen hacer frente a los embates de diferentes maneras.
Por ejemplo, las langostas son particularmente vulnerables durante una tormenta, ya que pueden ser aplastadas por piedras desprendidas, por lo que deciden abandonar antes que llegue la tempestad. Eso lo hacen porque perciben los cambios en la temperatura o salinidad del agua, que le avisan de lo que se avecina. Una vez finalizado el bombardeo tras el paso de un huracán, el arrecife queda bastante dañado. Los corales pueden ser aplastados o arrancados, pero eso no supone su final. Los restos pueden regenerarse, solo se requiere un punto a partir del cual hacerlo y suele ser rápido este proceso, hasta 15 centímetros al año.
Durante miles de años, los arrecifes se han adaptado a resistir los embates de las tormentas. Pero no solo son estos los afectados, sino también la propia población que vive en muchas ocasiones en la primera línea de la costa. Allí, también las tortugas del Caribe depositan sus huevos entre febrero y octubre, pero a partir de junio los huevos que no hayan eclosionado, estarán en peligro. Lo cierto es que, cuando toda la costa ha sido engullida por la fuerza del mar, no hay muchas esperanzas para la gente que allí vive, ni tampoco para los huevos. Como pueden ver, son disímiles los efectos que se generan tras la llegada y paso de un Huracán, tema que seguiremos abordando en próximas columnas.
Tomado de Cubadebate.