Primera cosecha experimental de cáñamo industrial: El cultivo estaba prohibido en Argentina desde la dictadura militar
Por Natalí Risso.
La desarrolla la empresa argentina IHS con apoyo técnico de organismos estatales. El objetivo es conformar un banco de datos para identificar qué variedades de semillas y en qué lugares rinden mejor.
Tras 50 años de prohibición, la Argentina volvió a cosechar cannabis para uso industrial. En el marco de la aprobación de la ley que regula la industria del cannabis, que aún resta reglamentar, la empresa argentina IHS logró ingresar al país más de 15 genéticas de cáñamo de vanguardia provenientes de diferentes regiones del mundo para acelerar el desarrollo de esta industria en Argentina. El objetivo es conformar un banco de datos para identificar qué variedades de semillas rinden y en qué regiones.
A la espera de la reglamentación de la ley que regule el uso industrial del cáñamo en Argentina algunos organismos regulatorios como en Senasa, el INASE e incluso la Secretaría de Agricultura comenzaron a destrabar trámites para crear un ambiente propicio para el desarrollo de este cultivo anual que puede capturar hasta cuatro veces más dióxido de carbono -el principal gas de efecto invernadero responsable del cambio climático- que un bosque forestal; y cuyas fibras pueden emplearse en diversas industrias tales como construcción, celulosa, química, energía, automotriz y textil.
Gracias al apoyo de estos tres organismos la empresa argentina IHS, que se dedica a desarrollar localmente soluciones industriales de alto valor agregado a base de cáñamo, logró importar semillas de países y comenzó los primeros ensayos en las localidades bonaerenses de Chacabuco, Balcarce y Ferré. La proyección de la empresa es extenderse al resto del país con el objetivo de evaluar cómo responden las variedades a los distintos climas.
“El propósito de IHS es cañamizar las industrias para facilitar la transición hacia las nuevas economías, las cuales se caracterizan por su triple impacto. De esa forma la empresa promueve el desarrollo de economías regionales, potencia el secuestro de carbono y contribuye a la regeneración de los suelos, además de generar divisas para el país, tanto por el incremento de las exportaciones como por la sustitución de importaciones”, expresó Maximiliano Baranoff, director de Innovación de IHS.
“La clave está en la palabra experimental: no se puede comercializar, sino que el fin es la investigación para recopilar datos que sirvan de insumo para entender qué variedades y en qué lugares tienen mejor rendimientos. Es importante empezar ahora a pesar de que estamos a la espera de la reglamentación, porque las semillas tardan de dos a cinco año para adaptarse a latitudes y suelos. Es un proyecto a largo plazo”, asegura en diálogo con PáginaI12 la titular de Proyecto Cáñamo Argentina Diana Barreneche.
El cultivo de esta especie estaba prohibido desde la década del 70 en Argentina, cuando la última dictadura militar apresó a dirigentes de la empresa Linera Bonaerense que contaba con más de 400 hectáreas de campo sembrado con cannabis. En junio de 2022 el Congreso aprobó una ley para darle un marco legal al desarrollo del cannabis medicinal y el cáñamo industrial.
A más de diez meses de su aprobación, la ley aún no se encuentra reglamentada. En enero pasado el gobierno dio el primer paso: lanzó la Agencia nacional de la industria del Cannabis, que se encarga de regular y fiscalizar la actividad de toda la cadena de producción de la industria. Fue designado como presidente Francisco Echarren, actual intendente de Castelli.
Flor de mercado
La planta del cannabis tiene tres grandes usos: al presente, el mercado más importante son el medicinal que se usa en medicamentos con receta y como suplementos nutricionales. Además existe el uso recreativo que está prohibido en Argentina pero crecientemente legalizado en varios países; y por último el cáñamo industrial utilizado en diversos rubros como el textil, papel, alimentos, productos de higiene, etcétera.
La cadena de valor comienza con la producción de semillas, desarrollo de variedades y la elaboración de plantines. El cultivo se puede hacer en indoor, greenhouse (invernaderos) y el outdoor a campo, con sus distintos tipos de ventajas y desventajas y de costos de inversión; luego hay una fase de cosecha y secado, elaboración y comercialización del producto. Transversalmente participan en la producción desarrolladores de genética, proveedores de equipos especializados, prestadores de servicios técnicos, productores de fitosanitarios y protección para cultivos que implican oportunidades de desarrollo productivo alternativos al encadenamiento troncal de la actividad.
Hoy en día, el negocio aún es incipiente: los países que concentran el comercio del cannabis son Canadá y Estados Unidos. Colombia y Uruguay, que son los más avanzados en materia de legalización en el continente latinoamericano, exportan menos de 15 millones de dólares por año en conjunto. “Esto tiene que ver con que la legalización del cultivo no desarrolla automáticamente la cadena, sino que se tardan años en poner en marcha todo el aparato productivo”, explica el economista Andrés López, que realizó un trabajo estudiando las potencialidades de la industria.
El mercado cannábico está integrado por al menos nueve empresas transnacionales, principalmente de Estados Unidos y Canadá, cuatro de las cuales cuentan con presencia en América Latina y una tiene una representación en Argentina. “Las inversiones que realizan no generan ingresos extraordinarios y las exportaciones no son significativas, pero la estrategia es posicionarse en los lugares donde ven posibles condiciones de negocios (lugares habilitados para el cultivo con costos bajos de producción contra estación)“, asegura López y agrega: “La industria cannábica ofrece una oportunidad para países como la Argentina, todo indica que tanto el mercado interno como el internacional van a seguir creciendo. Pero hay que apurarse porque varios países compiten por posicionarse en el mercado cannábico global y el tiempo es ahora para que no se nos pase el tren”.
Tomado de Página/12.