¿Cómo fabrican los Servicios Especiales estadounidenses, una “Revolución de Colores”?
Por Raúl Antonio Capote (*) / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
En los tiempos que corren es útil insistir en el estudio de los mecanismos que conforman «Las Revoluciones de Colores», en primer lugar, porque son realmente la herramienta de intervención extranjera indirecta predilecta del gobierno de EE.UU., por su efectividad demostrada contra algunas naciones.
Se trata de la vieja política de «cambio régimen» mediante la cual han buscado, en aquellos países que revisten algún objetivo estratégico, cambiar interlocutores hostiles o poco cooperantes por contrapartes más dóciles y complacientes a sus intereses geopolíticos.
Pudiéramos sintetizar cómo funciona; en esencia, los factores externos contactan y proveen de dinero y formación a grupos opositores con la finalidad de que estos generen un efecto multiplicador. Luego se inicia una serie de acciones que incluyen:
- La activación de nuevos actores ajenos a la política convencional, especialmente de jóvenes y estudiantes sin afinidad ideológica alguna, identificados con los patrones y valores de la sociedad de consumo (música, moda, estilo de vida).
- Utilización de simbologías y consignas que ayuden a masificar el movimiento más que por convicción política, por moda (ropas de un determinado color, banderas, signos, etc.).
- Construcción de una vanguardia del movimiento que se gane la simpatía y la solidaridad de la población.
- Implementación de un discurso de la no violencia y de desobediencia pacífica, acompañado de repetidas movilizaciones de calle hasta conseguir un hecho detonante que lleve al colapso del estado.
- Utilización de medios de difusión y comunicación digitales, teléfonos celulares y otros, para generar concentraciones rápidas y presencia inmediata de los medios internacionales.
- Uso de medios propagandísticos no convencionales, con el fin de banalizar, ridiculizar y mofarse de la investidura presidencial y de las altas autoridades.
- Presión internacional mediante la exhortación al respeto de los derechos humanos de los manifestantes.
- La generación de espirales inflacionarios, escasez de alimentos e inseguridad económica para asfixiar al gobierno y arrastrar a otros sectores a las acciones de calle.
- Negación de la naturaleza democrática del gobierno, denunciando internacionalmente que es ilegítimo, represivo, antipopular, en fin, una dictadura.
- -La industria cultural estadounidense desata una potente ofensiva con todos sus elementos, cine, serie de televisión, telenovelas, programas de entretenimiento, etc. para fabricar una narrativa de indignación popular contra el «régimen» y contribuir eficazmente a la campaña de descrédito.
- La Construcción de una falsa imagen del país víctima de la «revolución», les facilita presentar a la opinión pública internacional una situación de ingobernabilidad y caos, de violaciones de los derechos humanos, de represión extrema que hace necesaria la intervención “humanitaria”
Las Revoluciones de Colores han demostrado ser una estrategia de injerencia externa muy efectiva en aquellos países en los cuales un gobierno no goza del apoyo del pueblo, está cuestionada su legitimidad, por haber perdido prestigio entre los habitantes del país, haberse apartado de las masas, y existir entre el pueblo y sus líderes una comunicación escasa o nula.
(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.
Foto de portada: Bielorusia / Il Punto Di Fuga/ Archivo.