Los orígenes turbios del Inter de Miami (I)
Por José Luis Méndez Méndez * / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
Las redes sociales en los últimos días, se han saturado de menciones sobre la inminente firma del astro argentino de futbol Lionel Andrés Messi Cuccittini, rosarino como el inmortal Ernesto Guevara de la Serna, con el miamense club Inter de Miami, después de declinar otras ofertas en distantes latitudes que le ofrecieron jugosos contratos.
El fenómeno Messi, después de años en el emblemático equipo barcelonés y del reciente paso por los predios franceses, se decidió por el cambio, excelente jugador, tal vez no actualizado en temas políticos ni asesorado por sus allegados ha decidido instalarse en la llamada “capital del sol”.
Millonario filántropo, ha abrazado causas justas como la niñez, dona sumas generosas para escuelas y centros de salud en diversos parajes del mundo y contribuye con fervor a instituciones internacionales dedicadas a la atención de los olvidados.
Es un amante de su país, de sus raíces, las cuales venera desde su origen humilde. Desconoce sin lugar a dudas, que los propietarios del club que lo contrata, pertenece a un clan, cuyo padre fundador Jorge Lincoln Mas Canosa, fue señor y capo principal de un cartel terrorista, que financió a sicarios internacionales de origen cubano insertados en la Operación Cóndor, que asesinó a decenas de miles de sus coterráneos.
El Inter de Miami, tiene orígenes turbios, enraizados en varios países en particular en Argentina, los fondos iniciales fueron obtenidos y se forjaron por medio de fraudes, engaños, manipulaciones políticas, tráfico de influencias, negocios oscuros, narcotráfico y una cadenas de ilícitos altamente conocidos y denunciados.
La cuadrilla que lideran los hermanos José y Jorge Mas Santos se asienta también en el dolor de miles de madres argentinas, que perdieron sus hijos, nietos y familiares en la última dictadura cívico-militar en la tierra amada de Messi.
Ambos, herederos del emporio MASTEC, dedicado a las telecomunicaciones y otros manejos, forjados sin escrúpulos por el referido mafioso y agente de la CIA, cuyo comienzo en esa agencia fue alterando la leche que distribuía a casas de seguridad donde mercenarios de origen cubano, se refugiaban antes de partir a ejecutar ataques contra las costas cubanas, como parte de la siniestra unidad operativa radicada en Miami, titulada JM Wave, que por una década centró la sistemática agresión contra Cuba y en la cual participaron mercenarios argentinos. Son realidades que el ídolo contratado desconoce.
La historia es de larga data, pero lo referido a los manejos turbios en Argentina, pudieran ser mejor entendidos por allegados al ahora contratado por herederos y defensores de una claque impresentable, que sin lugar a dudas lo exhibirán como un trofeo a manipular con fines políticos. Desde mostrar el suntuoso apartamento donde vivirán los Messi, hasta el minúsculo estadio donde pateara la bola con sus piernas rentadas.
A mediados de 1975 gobernada la viuda de Juan Domingo Perón, María Estela Martínez, alias Isabelita y se registraba el apogeo del poder del superministro de Bienestar Social, José López Rega, alias El Brujo principal impulsor del terrorismo estatal ejercido por la criminal Alianza Anticomunista Argentina, (AAA) o Triple A
La Organización Courier Argentina S.A. (OCASA), surgido el 28 de junio de 1975, en el último año de la tambaleante democracia argentina, fundado por Amadeo Juncadella y su esposa Cristina Pérez, con unas 130,000 acciones. Después vendría la unión de Juncadella con OCA, uno de los correos privados más antiguos del país austral, con sede en Córdoba y con la participación de la Fuerza Aérea Argentina. En 1979, OCASA, se convirtió en la principal participante e de la Empresa Nacional de Correos y Telecomunicaciones (ENCOTEL). Ya en plena dictadura militar.
La campaña electoral de Carlos Saúl Menen, en 1989, estuvo alimentada por veinte millones de dólares que le dio el turco Alfredo Yabrán, había declarado el entonces director de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), Facundo Suárez. Yabrán nunca ayudaba de forma gratuita, sometía a quienes pagaba a recibir sus órdenes e imponer su voluntad. “Esta es la lista de lo que tenés que hacer”, solía decir con voz calma, mirada fija y una breve sonrisa en sus labios.
Por otra parte estaba la llamada Federal Express, dedicada al transporte de correspondencia en los Estados Unidos. La historia de esta empresa comienza con el comando de Fred Smith, un ex piloto de helicópteros durante la guerra de Estados Unidos en Vietnam, donde fue herido y condecorado. Después de la derrota imperial por el pueblo vietnamita, fundó una empresa dedicada el negocio de la aviación y compró una compañía regional de correos privados, que después asumiría el nombre actual.
En 1982, la compañía de Smith compró a los Flying Tigres (tigres voladores) una compañía aérea integrada por 100 aviones piloteados por participantes de la guerra de Vietnam. Esta empresa tenía fama de brindar servicios a la CIA y a la DEA. Después creó una subsidiaria llamada Federal Express Cargo, dedicada al transporte de mercaderías por la vía aérea en rutas internacionales.
En 1998, Federal Express, operaba en los Estados Unidos más de 60 millones de piezas postales por mes, en un mercado de 200 millones. En 1988, esta empresa se instaló en Argentina, donde empieza a dedicarse al transporte de correspondencia internacional. Era compartido con la local DHL, que tenía entonces el liderazgo de esa actividad.
En enero de 1992, Erman González se reunió en Washington con el secretario de Estado adjunto para América Latina Bernard Aronson y otros funcionarios del gobierno norteamericano con la intención de gestionar un crédito de 300 millones de dólares destinados a pagar las indemnizaciones de los empleados que serían despedidos antes de privatizar las empresa del área del Ministerio de Defensa. Para su sorpresa, la administración republicana de George H. W. Bush, aprovechó para pedirle la desregulación y desmonopolización de los depósitos fiscales y del servicio de rampa del aeropuerto internacional de Ezeiza, de la capital bonaerense. Adujeron dos motivos: el primero era el deseo de que empresas privadas estadunidenses como Federal Express participaran del negocio, el segundo era la convicción de si varias empresas trabajaban en la principal puerta de entrada y salida de la Argentina, el control sobre el narcotráfico dependería de varios ojos. La Drug Enforcement Administration (DEA) no era ajena a esos comentarios. Detrás de negocios legales puede haber otros, incluso más lucrativos y menos pulcros.
El gestor del núcleo corporativo de Mas Tec, el referido Jorge Mas Canosa, inmerso en el filón que significaba insertarse en la bonanza de negocios oscuros durante la administración de Menen, le daba un toque pintoresco al ambiente corrupto, solía decir una expresión lapidaria de tono mafiosa: ”Quien tiene dinero y amigos se burla de la justicia” y otra tomada máxima del capo estadounidense Alfonso Al Capone: “Se consigue más con una palabra amable y un revolver, que lo que se puede conseguir con una palabra amable solamente”.
El 2 de febrero de 1991, el juez español Baltazar Garzón tenía firmado, el pedido de búsqueda y captura de parientes y funcionarios del presidente Carlos Menen. La Interpol suministró al magistrado un abultado expediente de una entidad de inteligencia militar argentina, que revelaba y confirmaba, que uno de los mecanismos de lavado de dinero sobre el que la DEA, había puesto su atención era precisamente el aeropuerto de Ezeiza, donde el dinero resultado de la venta y tráfico de estupefacientes saldrían del país mediante la utilización de sacas de correspondencia.
Una de las empresas que estaría en ese negocio sería una propiedad de oficiales retirados de la Fuerza Aérea Argentina, beneficiados con los negociados realizados al amparo de la dictadura militar y lo más comprometedor, se decía que la familia Yoma, desde el comienzo del gobierno de Menen, había estado utilizando el aeropuerto como una zona propia y exclusiva.
Una facilidad era que el manejo de los depósitos fiscales y de las cargas aéreas otorgaba facultades para ingresar al país diferentes bienes, e incluso dólares, sin embargo requería la participación cooperada de las entidades presentes, en particular la Aduana. Entonces se decía con fuerza que el dueño de la Aduana de Ezeiza era Alfredo Yabrán.
En una mañana de abril de 1991, el juez Alberto Piotti había dispuesto una orden judicial para buscar en el aeropuerto internacional de Ezeiza un cargamento de droga que no aparecía, pero encontró solicitudes de particulares, que en 1988 querían retirar bultos que llegaban de Miami a nombre de risibles destinatarios, como Pablo Prepuccio, Carlos Baginna, Pablo Cullo y otros como Testiculli y Pedorro. Era tal el asombro del juez, que pudo entender la impunidad y complicidad que imperaba en esos manejos y el descontrol que abarcaba a la mayoría de los funcionarios.
La sociedad dedicada al narcotráfico entre Ramón Puentes y Mario Anello se concertó en 1985 en Miami y se vinculaba al cartel de Medellín. Uno de sus miembros Andrés Ignacio Cruz de Iglesias, alias Andy, había sido detenido en Madrid con un pasaporte argentino y tras esperar en vano la asistencia de Puentes, decidió resolver su situación por su cuenta y aceptó colaborar con el juez Garzón a cambio de un tratamiento benévolo y reducción de pena. Contó todo lo que sabía y más sobre la extensión de su red en Buenos Aires.
El escándalo se le tituló Yomagate y se desató públicamente, cuando el 11 de marzo de 1991, la revista española Cambio 16 publicó que el juez español investigaba a parientes y funcionarios del presidente argentino, Carlos Menen. Los principales implicados eran Amira Yoma, cuñada del Presidente; Ibrahim Al Ibrahim, sirio y ex esposo de Amira y Mario Caserta, subsecretario de Servicios Públicos. Según el converso Andy el matrimonio se encargaba de colocar el dinero en sacas en New York y despacharlos a Buenos Aires, como equipaje sellado. Entraban en Ezeiza, libre de todas revisión y trasladados a casa de Puentes, donde se contaba y tenía como próximo destino Uruguay, a donde llegaba por diversas vías.
La relación Caserta-Anello, había comenzado en Miami, cuando el argentino se inició en el tráfico de drogas por medio de cocaína que compraba en Bolivia, llevaba a Florida, donde Anello era el distribuidor. Caserta le había gestionado documentos argentinos al cubano en la provincia de Chaco a través del abogado Antonio Vega Fernández, yerno de Juan Carlos Rousselot, entonces Intendente de Morón y fue también el funcionario de Obras Públicas, que convocó a la entonces secretaria de Audiencias y cuñada de Menen, Amira Yoma y a su ex esposo Ibrahim como correos de la unión Puentes-Anello.
También habían conseguido que el investigado Ibrahim, fuese nombrado por decreto presidencial firmado por el Vice, Eduardo Duhalde, por medio del decreto 4.9.89, como asesor de la Administración Nacional de Aduanas, precisamente en el aeropuerto de Ezeiza. Además tanto la Yoma como el sirio Ibrahim, eran beneficiarios de inmunidad diplomática, sus pasaportes así lo acreditaban por integrar ambos a comitiva presidencial, eso los hacía intocables. Continuará…
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
Foto de portada: El Economista.