Culturales

La Huella de España: La de Antonio, la de Federico y las que vendrán

Por Ana Hurtado

Estaba desintegrándose el campo socialista y muchos éramos todavía niños.  Vivíamos en una España liderada por un Felipe González que empezó con pantalón de pana y acabó traicionando a la clase obrera e incluso en los días actuales yendo contra ella.

Y en el año 1989 la brillante bailarina Alicia Alonso junto a la Embajada Española con Juan José Santos Aguado a la cabeza fundan La Huella de España en Cuba. En un momento que se aventuraba crítico. Para la isla y quizás también para el mundo.

Pero ya lo dijo Fidel: “Lo primero que hay que salvar es la cultura”. Y eso Cuba siempre lo ha tomado al pie de la letra.

La Huella es un evento que se repite cada año y pone de manifiesto esos lazos que siempre han estado presentes a pesar de que mil y una vez hayan intentado ser destruidos. La unión entre ambos pueblos es centenaria y a cada suspiro emerge, al igual que las olas siempre llegan a la orilla.

Somos dos culturas que estamos unidas, y así será por y para siempre.

Este año he asistido por primera vez dada mi presencia en La Habana mientras tiene ocasión el espectáculo.

Si hay algo que sobre manera ha captado mi atención es el trabajo que hay detrás. Ver como los trabajadores de la cultura cubana se dejan la piel y el alma porque estas actividades tengan lugar es algo que atrae toda mi atención. Creo que no valoramos lo suficiente lo que esto significa. En otras latitudes del planeta las subvenciones del estado a la cultura son pocas y no se le da a este sector la importancia que tiene para el desarrollo de la sociedad. Y aún así siguen siendo innumerables los recursos para poder hacer de todo. Y me pregunto ¿Lo aprovechamos? ¿Somos conscientes en Europa del peso que tiene la cultura en el desarrollo de la sociedad y en el del ser humano?

Es en Cuba, donde no se tienen los recursos materiales ni monetarios, donde observo que más ímpetu y empeño hay porque la cultura avance. Porque haya desarrollo educativo, espiritual e intelectual. Aún teniendo pocos recursos y un bloqueo no solo económico sino informativo y totalmente cultural, el pueblo y el sector intelectual junto al gobierno son conscientes de la trascendencia de que este ámbito no debe caer jamás. Porque si cae, desaparece la Revolución. Hecha con ideas y con corazón. Se trata de sentimientos intangibles que van más allá de tratados y manifiestos. Se trata del alma de un pueblo que se sobrepone a cualquier política. Se trata de un país que se erige y se dirige a si mismo sabiendo que lo primordial son los hombres y las mujeres. Esta Revolución no solo quiere sustentar a los individuos en lo material, sino también en lo emocional y espiritual. Es normal que en Washington no lo entiendan. No lo conocen.

La Huella de España llega este año a su edición número treinta y está dedicada a la región de Castilla y León. Dirigido por la directora del Ballet Nacional de Cuba Viengsay Valdés y con Mercedes Beltrán como coordinadora general, ha contado desde su inicio con la presencia de la Embajada de España, del Ballet Nacional de Cuba y del Español.

Y por supuesto, la asistencia obligatoria de la Fundación Antonio Gades, con la presencia de su viuda Eugenia Eiriz y su hija María Esteve Flores. Junto a todos ellos pudimos disfrutar de una selección de la Obra Carmen en el Anfiteatro de la Habana y de Bodas de Sangre en el Teatro Martí. Obras que nos recuerdan indiscutiblemente a un hombre.

¿Qué sería del siglo XX en Cuba y su relación con España si no lo nombramos a él? A Antonio. Su legado ha sido tan majestuoso que  en Cuba se respira su nombre; se respira su arte.

Su compromiso cultural e ideológico fue tal que entregó a esta isla su reposo eterno. Hizo de la danza y sobre todo del flamenco un vínculo trascendental para unirnos. El movimiento, la expresión de una cara, el sentimiento en los ojos, las venas de una mano cuando hacen un giro… reflejan en su totalidad  el amor que hay entre ambos pueblos cada vez que Antonio se subía a un escenario en Cuba a interpretar Carmen o a encarnar a Hilarión en Giselle.

Gades supo resucitar de una manera honorífica a aquel Federico García Lorca que ya le escribía a su madre resaltándole su amor por Cuba. Si se perdía, solo había que buscarle en Andalucía o en Cuba. Pero lo mató Franco.

Y Antonio fue un niño de esa dictadura, hijo de comunista pobre que creció en hogar pobre y llegó al mundo de la danza para ganarse la vida. Y la puso en lo más alto.

La huella de una España digna está en Cuba. Federico y Antonio. Pero hay más huellas cuyos nombres y apellidos no han salido todavía a la luz.

También están María y Juan Ramón. Está Rafael.

Hay muchas huellas. ¿Y sabéis algo? Cada vez habrá más.

A la memoria de Antonio Esteve Ródenas.

Foto de portada: ACN

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