Un desafío pendiente: La justicia social
Por Juan GuajáN
UN DESAFÍO PENDIENTE: LA JUSTICIA SOCIAL
Este domingo se vota. Las horas previas estuvieron destinadas a la reflexión, después de tantos ruidos, gritos exaltados por la pasión y promesas de todo tipo, hubo un tiempo para el silencio, impuesto por la veda electoral. Ahora cada uno decide según sus preferencias. Votarán por uno o por otro. No faltarán quienes, por diversas razones, prefieran no hacerlo.
Mañana, más allá de lo que hoy se decida, todos volveremos a lo cotidiano. A recrear y reproducir la vida, a hacer realidad la esperanza que anida en nuestros corazones.
Es el momento justo para hablar de dos palabras que fueron desempolvadas del archivo que las mantenía en el olvido. Se trata de la JUSTICIA SOCIAL. Ellas son como el telón de fondo de un escenario por el que desfilaron personajes de todo tipo.
Para unos, son palabras viejas ya agotadas que -de tanto pronunciarse y pocas veces realizarse- van perdiendo fuerza y quedando en el olvido. Como un signo de sueños pasados, de ilusiones perdidas, de recuerdos maltrechos. En cambio, otros -sacándolas de ese olvido- las han traído a la realidad contemporánea.
Para los primeros, ante la dura realidad presente, son el recuerdo de un tiempo que “ya fue”. Entonces… mejor no recordarlas o darles otra significación. Otros, en cambio -temerosos que sean revividas- procuran que las nuevas generaciones las entierren definitivamente.
Pero ellas, como testigos indeseables, están ahí. Vieron desfilar diversas corrientes que las enaltecieron. Pero también asistieron a sus frustraciones, pero nunca dejaron de estar –aunque ocultas- en los sueños y esperanzas colectivos. Ahora se las trae al escenario de la historia actual, tratando de colocarlas en el pedestal de un rechazo generalizado, como algo aberrante y responsable de la actual crisis, pero ¿porqué? Porque el sistema tiene miedo, carece de respuestas y la “Justicia Social” es eso: Ella contiene respuestas a varios aspectos de dramas actuales y constituye una renovada esperanza de la humanidad.
PERO… ¿QUÉ ES LA JUSTICIA SOCIAL Y DE DÓNDE VIENE?
No es fácil definir lo que es la Justicia Social, es más fácil hacerlo si preguntamos por su opuesto: La “injusticia social”, ante la cual todos nos conmovemos.
La justicia social es como un sistema cuya tendencia es hacia la igualdad, de ese modo es lo más sencillo de entender. Es cuando un determinado sistema de organización social empuja hacia esa igualdad, con las obligaciones de respeto por el otro y con una perspectiva de la naturaleza que no es de dominación, de explotación -hasta el agotamiento- de los bienes que contiene, sino de equilibrio con la misma. Lo que muchos de nuestros pueblos originarios denominaron como la idea del ¡buen vivir! o saber vivir en el mundo, con un modelo desarrollo alternativo.
Cuando el viejo Estado Liberal, que ponía el eje en los derechos y libertades individuales, empezó a entrar en crisis aparecieron las ideas del Estado Social y los tiempos del Constitucionalismo Social, con la incorporación de los llamados derechos sociales, que llegan hasta nuestros días y que ahora están siendo cuestionadas, en nuestro país y el mundo. Nuestra Constitución de 1853, que sigue vigente, responde a la vieja lógica del Estado Liberal.
Ya en el siglo XX, ese Constitucionalismo Social aparece en 1917 con la –después traicionada- Revolución Mejicana. En 1931, el Papa Pío XI la incorpora en su Encíclica Quadragesimo anno. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, fue asimilada a lo que se conoció como el “Estado de Bienestar”. La Constitución peronista de 1949, derogada después del golpe militar de 1955, respondió a la misma lógica y reivindica a Justicia Social como el principio rector de su doctrina. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), la utiliza reiteradamente desde el año 1960 y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) encabezó el pedido de su incorporación en la Declaración sobre Progreso y Desarrollo Social, hecha por la ONU en el año 1969. En Cuba, desde la Constitución de 1976, forma parte de su Ley Magna.
Por lo demás, recientes declaraciones políticas, en medio del proceso electoral de nuestro país y acciones de organismos internacionales la traen –de distintas orientaciones- al escenario de la actualidad.
Hubo declaraciones que la calificaron de “aberrante”. La mayoría de las mismas reconoce la paternidad del ultra liberal Friedrich von Hayek, de la Escuela Austríaca de Economía, que rechazó esa idea porque la considera inviable y porque en el intento de alcanzarla, se destruiría toda libertad.
Las ideas de la Justicia Social se constituyeron en un pensamiento apoyado en la necesidad de cambios profundos de tipo revolucionario, pero que fue derivando hacia posiciones más moderadas de tipo social demócrata, con cambios que deberían darse dentro del marco del sistema imperante. Así fue como la mayor parte de los países fueron adoptando esos valores, en la actualidad hay 187 países que -dentro de la OIT- reconocen a la Justicia Social como una aspiración propia.
En estos días y en una nueva edición del Consejo de Administración de la OIT aprobó en su última reunión (octubre-noviembre 2023) la propuesta para establecer una “Coalición Mundial para la Justicia Social”. Tal Coalición pretende incorporar el valor de la justicia social a la agenda multilateral: La Cumbre del Futuro de las Naciones Unidas de 2024 y en la Cumbre Social Mundial de las Naciones Unidas propuesta para 2025. De esa manera la Justicia Social, pasó a ser apadrinada por los grandes poderes mundiales, con esa perspectiva ella sería considerada –por estos sectores- como una relación entre verdugos y víctimas.
JUSTICIA SOCIAL: SUS DIFICULTADES PARA SER REALIDAD
Esta convocatoria de la OIT sintetiza -en buena medida- lo que viene pasando con la mayoría de las reivindicaciones de la Justicia Social.
En esta realidad tan injusta y desigual que nos rodea, donde lo que más avanza es la concentración económica en pocas manos, da la impresión que conceptos como la Justicia Social no solo no se realizan, sino que la dirección o el rumbo por el que marchan es exactamente inverso.
En esta compleja situación se resume lo que hoy se debate cuando hablamos de Justicia Social.
Tanto las propuestas como las que formula la OIT, pretendiendo un “diálogo” que achique las diferencias, como la de aquellos economistas que dejan sin futuro a la reivindicación de la Justicia Social, están guiadas por una razón muy semejante: El miedo, el temor al futuro.
Son dos formas distintas, aunque concurrentes, de abordar el problema o la crisis actual. Desde ambos extremos comprenden que la situación está llegando a puntos límite. Todos -en su fuero íntimo- saben que, la continuidad de las actuales condiciones, remiten a enfrenamientos cuyo destino final es incierto. Estas confrontaciones son locales, regionales y globales, ellas dan lugar a lo que el Papa Bergoglio ha denominado, desde hace tiempo, como “tercera guerra mundial en cuotas y ahora se están pagando unas cuantas cuotas de esa guerra”
En ambas ideas se evita mirar de frente el problema real. Estamos ante un modelo social donde su eje está en la velocidad de acumulación de las ganancias, no en la dignidad y felicidad de las personas.
Quienes califican de “aberrante” a la Justicia Social, tienen miedo. Sabedores de la profundidad de la crisis que estamos transitando se ofrecen como una alternativa a la misma. Por eso, las corrientes ultra liberales identificadas con los gigantes del mundo financiero mundial aceleran sus avances exhiben un obsceno negacionismo del pasado dictatorial.
Temen que los valores que contiene el concepto de Justicia Social termine superando los límites que le oponen los múltiples tentáculos del sistema y tengan la fortaleza para constituirse en lo que debería ser la hoja de ruta, el camino que nuestras sociedades puedan recorrer para alcanzar la autonomía que acabe con la racionalidad capitalista. La misma que aún no se logra identificar masivamente como la causa que desvía las mejores intenciones de cambiar la realidad.
Por último, están quienes creen que la grave situación que atravesamos se puede curar con aspirinas. Por ello impulsan medidas moderadas que terminan derivando en rumbos inconducentes, su guía está en sintonía con aquello de “cambiar algo para que nada cambie”. Por eso siguen alimentando las esperanzas de una cierta “armonización y cooperación de intereses contrapuestos”
. Desde esa óptica esterilizan toda pretensión de cambios efectivos, tolerando solo aquellos cambios que no avancen en el cuestionamiento a las concepciones del sistema dominante.
DESPUÉS DE LA SEQUÍA EL DESASTRE DE LAS INUNDACIONES
Por una fuerte sequía, vinculada al fenómeno de “La Niña”, pasamos tres dolorosos años. Ella afectó la actividad productiva y también –como siempre- esa falta de agua donde más se notó fue en los sectores más humildes.
Cuando los miles y miles de productores afectados confiaban que, la llegada de la época de lluvias, traería un alivio económico, reapareció el fenómeno de “El Niño”. A las pocas semanas que éste se puso en evidencia crece la preocupación por los efectos de las lluvias que caen sobre una buena parte del territorio nacional, sin olvidar que en otras zonas –como Córdoba- todavía la sequía es el mal a superar.
La Mesopotamia en general –con el Paraná como eje- padece los problemas más serios. Las lluvias en Brasil y la apertura de algunas compuertas en las represas del área están agravando la situación en las islas y la zona ribereña del Paraná.
Las lluvias de los últimos días agregan, al problema productivo, el drama social de evacuaciones y en otros casos una drástica disminución del turismo.
De este modo las ilusiones que despertaban las lluvias que iban llegando fueron dando paso a nuevas preocupaciones. Pareciera que a esas esperanzas se las lleva el agua.
Para quienes miran los cultivos con los ojos puestos en la necesidad de divisas las noticias no son las mejores. Las expectativas de una recuperación en las producciones de soja, maíz y girasol se van transformando en nuevas frustraciones. Las siembras de cereales y oleaginosas no pudieron responder en la medida de los esperado. Respecto de las estimaciones previas, el área sembrada –con estos cultivos- disminuyó entre un 20 y 30%.
Unos 8 millones de hectáreas están en dificultades, por los excesos de agua y las tormentas que las acompañan.
No la está pasando mejor el sector ganadero. Más de 5 millones de vacunos están en riesgo. En las banquinas de rutas y caminos de las provincias del NEA (Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco, Buenos Aires y Santa Fe) se ven parte de los animales que están siendo retirados de las islas. Alrededor de un tercio del ganado de esas provincias está en dificultades. La endeblez del sistema se ha puesto en evidencia, accidentes de chatas y barcazas
dan testimonio de una organización insuficiente que –inclusive- se ha cobrado vidas humanas. La improvisación, escasa inversión y poco respeto por quienes juegan su pellejo, mayoritariamente peones rurales, constituyen la lógica de esta dramática situación.
Para culminar estas reflexiones sobre el retorno del fenómeno “El Niño” se puede recordar que su inicio estaba previsto para la segunda mitad de este año, lo que ha sido confirmada por los hechos. Sus puntos más extremos se darían entre noviembre de este 2023 y abril del 2024. La intensidad del mismo podría estar entre las causas de un nuevo cambio global de la temperatura, según lo estima la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y lo tiene dicho su Secretario General, Petteri Taalas. Un adelanto de estas “novedades” se produjo –el pasado lunes- en la ciudad de Río de Janeiro, con una sensación térmica de 58,5 grados, hay registros en otros sitios donde la sensación térmica supera los 60 grados. Se trata de los registros más altos existentes hasta la fecha. La baja humedad (apenas 21%) contribuyó a ese récord, con 5 grados por encima del promedio para ese lugar y esta época del año.
Para nuestro país, sus manifestaciones más evidentes serían el aumento de las temperaturas, junto al incremento e intensidad de las lluvias. Estos fenómenos se concentrarían en el centro-este y norte argentino, particularmente en las provincias de Corrientes, Misiones y Norte santafesin,
Tomado de Resumen Latinoamericano