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Cautiva palestina: historia de valentía, dolor y negligencia médica

En el segundo día del acuerdo de alto al fuego temporal negociado entre “Israel” y Hamas con la mediación de Qatar y Egipto, las autoridades israelíes liberaron a la prisionera palestina Israa Jaabis, detenida desde octubre de 2015.

Su liberación, junto con otros cautivos, forma parte del primer lote del acuerdo de intercambio. Israa Jaabis relató su historia en el libro Dolida, publicado en septiembre pasado, donde expresó su dolor y sufrimiento dentro de las cárceles israelíes.

De acuerdo con lo expresado en la introducción, la obra marcó el inicio de su trabajo desde el interior de las celdas con la esperanza de que sus páginas transmitan el sufrimiento silenciado por la ocupación.

¿Quién es Israa Jaabis?

El informe de 2023 de la Autoridad de Asuntos de Prisioneros y Liberados reportó la existencia de 31 mujeres, 160 niños y niñas. Israa Jaabis era una de las detenidas más antiguas.

Israa nació en 1986 en la localida de Jabal Mukaber, al sur de Jerusalén, está casada y tiene un hijo llamado Muatasem, de 14 años. Tras el accidente de tráfico que dejó a su esposo en silla de ruedas, Muatasem vive con su abuela y tías en Jerusalén.

La emancipada estudió Educación en el colegio privado de Beit Hanina, al norte de Jerusalén, y trabajó en una residencia para ancianos. Además, participó en eventos recreativos para estudiantes en las escuelas locales y sus instituciones.

Arresto brutal y amputación de dedos

El 11 de octubre de 2015, mientras regresaba de Jericó a Jerusalén, el automóvil de Israa sufrió desperfectos cerca del puesto de control Al-Zaeem. Las fuerzas de ocupación israelíes abrieron fuego contra el vehículo y provocó la explosión de un cilindro de gas vacío en su interior, según informó su familia.

Como resultado, Israa sufrió quemaduras de tercer grado en aproximadamente el 60 por ciento de su cuerpo, perdió todos los dedos de sus manos, sufrió desfiguraciones en su rostro y desde entonces no tuvo capacidad para levantar las manos debido a la adherencia de la piel en varias áreas.

A pesar de sus lesiones, las autoridades israelíes impidieron a la ambulancia llegar al lugar para brindarle atención médica. Horas después, fue conducida al hospital donde le inmovilizaron las manos como si fuera una criminal y amputaron casi por completo sus dedos.

Respecto al incidente, contó la hermana de Israa, una militar israelí mostró a la detenida sus manos y preguntó qué opinaba sobre sus dedos. Israa respondió que eran hermosos.  

“Pero tú no tienes dedos”, dijo la uniformada. Cuando Israa negó esto, intentó mirar sus dedos mientras estaba atada a la cama. En ese momento, la reclusa le dijo: “Te mereces que te amputen los dedos”.

Juicio injusto

Durante el juicio, las autoridades acusaron a Israa de intentar asesinar a soldados israelíes a pesar de que el informe policial alegó un accidente de tráfico normal.

Israa pasó tres meses y 10 días en el hospital y luego fue trasladada a la prisión de Ramla, conocida como “La Carnicería”. Las sesiones de juicio ocurrieron en el hospital debido a la gravedad de su estado de salud. 

Después de un año de juicio, el 7 de octubre de 2016, Israa fue condenada a 11 años de prisión y al pago de una multa de 50 mil shekels. 

Con posterioridad, fue movida a la prisión de Hasharon para mujeres. El régimen israelí le negó visitas familiares y ver a su hijo Muatasem, quien tenía seis años cuando su madre fue arrestada.

En enero de 2018, Israa apeló ante la corte israelí por haberle negado la solicitud de liberación anticipada debido a su estado de salud, pero el tribunal decidió mantenerla detenida.

Negligencia médica deliberada

Las autoridades israelíes retiraron la tarjeta de seguro médico de Israa Jaabis desde el momento de su sentencia, le suprimieron el tratamiento médico necesario y la descuidaron a pesar de requerir ocho cirugías. Sólo recibió un ungüento para quemaduras administrado cada tres días, cantidad insuficiente para atender su condición.

La exprisionera Halwa Hamamra vio muchas veces a Israa bajo el agua fría debido al intenso dolor de sus quemaduras. 

A lo largo de los años de detención, varias instituciones preocupadas por la causa palestina y los prisioneros lanzaron campañas de solidaridad para enfrentar las políticas represivas de “Israel” y expresaron su repudio hacia la política de negligencia médica contra Israa.

En 2018, la familia inició la campaña “Salven a Israa” para recordar la difícil situación y presionar a la administración penitenciaria israelí para que permitiera la entrada de sus artículos en la prisión.

Israa no podía lavarse los dientes ni vestirse ni comer sin la ayuda de sus compañeras de celda. El servicio penitenciario solo aceptó la entrada de un vaso de plástico, el cual pudo reemplazar al cabo de dos años y medios.

El caso de Israa generó preocupación y condena a nivel internacional y reveló las violaciones a los derechos humanos por parte de las autoridades israelíes contra los prisioneros palestinos.

Tomado de Al Mayadeen.

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