Poesía militante: Javier Heraud
Por José Ernesto Nováez Guerrero * / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
Ciertas tendencias poéticas y estéticas contemporáneas, defienden la naturaleza apolítica del arte. Aunque el debate no es nuevo, sus implicaciones para el presente son claras: un arte por el arte que no comprometa al artista ni cuestione el orden establecido. Más allá de las ficciones y perspectivas personales, el arte, al ser social, es siempre un componente de la política en su sentido más amplio. Su polisemia, su capacidad de síntesis, su posibilidad de penetrar en la arista subjetiva de una época en una forma que nunca podrán lograrlo las ciencias sociales, lo hace una herramienta fundamental en la lucha por un mundo mejor o en la preservación de un orden establecido.
La poesía, como una de las formas de expresión artística, ha sido siempre un arma de militancia política. La militancia por la belleza, en última instancia, es también la militancia por cuál ideal de belleza predominará en cada momento. Los artistas, los poetas, son mujeres y hombres situados en un contexto histórico. Y muchos de ellos, plenamente conscientes, son sujetos que toman partido. “Vivir es tomar partido” afirmaba categóricamente Gramsci. La indiferencia es, sin dudas, una de las formas de la muerte.
El sentido de estas páginas será entonces ayudar a divulgar la vida y obra de aquellos que tomaron partido por la revolución, entendido como la lucha por un mundo mejor, más justo y más bello.
Javier Heraud
Javier Heraud nació en Miraflores, Lima en 1942 y fue asesinado en Madre de Dios en 1963, con apenas 21 años. Desde muy joven mostró ser un estudiante dotado, al mismo tiempo que alguien con un agudo sentido social. Como a muchos jóvenes de su generación, la Revolución cubana representó para él un acontecimiento de singular trascendencia, que llevaría a su radicalización como revolucionario.
Para 1960, con apenas 18 años, publicó sus dos primeros poemarios: El Río y El Viaje. En diciembre de ese mismo año recibe por su segundo poemario el primer premio en el concurso “El poeta joven del Perú”. En 1960 ingresa también en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos para estudiar Derecho.
En julio de 1961 viaja a Moscú, la cual será una experiencia fundamental para su vida. Conoce también China y luego París, donde pudo visitar la tumba de César Vallejo.
En 1962 recibe una beca para estudiar cine en Cuba. En ese viaje conoce a Fidel Castro y se interna en la dinámica de la joven Revolución cubana. En 1963 retorna a Perú para enfrentarse mediante la lucha guerrillera contra la junta militar de Ricardo Pérez Godoy y Nicolás Lindley López, uniéndose al Ejército de Liberación Nacional.
El 15 de mayo de 1964, mientras huían en la selva de una partida de la policía que lo buscaba, Javier y otro compañero caen en combate. Recibe diecinueve impactos de bala en su cuerpo. Cae junto a un río, en una muerte que ya anunciaba en su temprano poemario de 1960 El viaje:
(…) y supuse que
al final moriría
alguna tarde
entre pájaros
y árboles.
Poemas de Javier Heraud
Arte poética
En verdad, en verdad hablando,
la poesía es un trabajo difícil
que se pierde o se gana
al compás de los años otoñales.
(Cuando uno es joven
y las flores que caen no se recogen
uno escribe y escribe entre las noches,
y a veces se llenan cientos y cientos
de cuartillas inservibles.
Uno puede alardear y decir
“yo escribo y no corrijo,
los poemas salen de mi mano
como la primavera que derrumbaron
los viejos cipreses de mi calle”).
Pero conforme pasa el tiempo
y los años se filtran entre las sienes,
la poesía se va haciendo
trabajo de alfarero,
arcilla que se cuece entre las manos,
arcilla que moldean fuegos rápidos.
Y la poesía es
un relámpago maravilloso,
una lluvia de palabras silenciosas,
un bosque de latidos y esperanzas,
el canto de los pueblos oprimidos,
el nuevo canto de los pueblos liberados.
Y la poesía es entonces,
el amor, la muerte,
la redención del hombre.
Madrid, 1961 La Habana, 1962.
Balada del guerrillero que partió
Una tarde díjole a su amada
“Me voy, ya es tiempo de lluvias.
todo está anegado
la vida se me envuelve en la garganta
no puedo resistir más opresión.
Mientras mis hermanos
mueren en las sierras por balas
asesinas,
yo no debo quedar pensativo,
indiferente.
Adiós me voy a los montes
con los guerrilleros”
Se despidió y partió.
Y un día ya estaba
arriba, de brazo con los guerrilleros.
Fue su mano espada de plata fina,
aró, sembró, cosechó
la tierra,
disparó con su fusil rayos
de esperanza.
y otro día ya estaba muerto,
sobre el hombro.
Pensativo y triste
aún recuerda a su amada
inmemorial por largo tiempo.
Y ella lo espera junto al río,
en el puente en donde lo vio partir.
Y acaricia su vientre con tristeza,
pensando en él, en todos,
con su ojos hermosos
y radiantes
mira hacia el puente, al río,
a la vida.
Y siente en su corazón
la esperanza, la nueva
alegría que su amado juntó
en la tierra.
El deseo
Quisiera descansar
todo un año
y volver mis ojos
al mar,
y contemplar el río
crecer y crecer
como un cauce,
como una enorme
herida abierta
en mi pecho.
Levantarme,
sentarme,
recostarme en
las vertientes
o
en las orillas
de los mares,
recostarme en
las crecientes,
acomodarme
suavemente en
las aguas
o
en
los
manantiales.
En la Plaza Roja
A estas horas, en estos días,
estuve en Moscú,
y desde mi piso 23 del hotel Ucraína
vi al río Moscú de noche
y a una ciudad de noche
que vive y duerme en la paz
de sus auroras.
A estas horas, Arturo y Mario
pasearán Moscú.
Pero es diferente.
Ellos hablarán con Marcos Ana,
hablarán de España,
verán en los ojos más abiertos
de su pueblo
el renacer y la esperanza
Pero es diferente
estamos en 1962
Nicolaiev y Popóvich
suman más de 100 vueltas,
ellos caminarán por la Plaza Roja,
hablarán de mí entre adoquines.
Yo también quisiera hablar
con Marcos Ana,
contarle de mi pueblo y de su lucha.
Pero ahora
(no es demagógico decirlo)
hay otras luchas que hacer,
y Arturo y Mario hablarán por mí
con las palomas.
(*) Investigador y periodista. Coordinador del capítulo cubano de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad. Es autor de los libros “Hijos del polvo” y “La ideología en el semanario Lunes de Revolución con respecto a la situación del intelectual y el arte en la Revolución Cubana”.