Internacionales

Italia: Desde el welfare al warfare

Por Geraldina Colotti.

En Italia, el gobierno de extrema derecha, dirigido por Giorgia Meloni, pisa el pedal del autoritarismo, tratando de forjarse un perfil europeo a partir de la imagen de la “nueva Thatcher italiana” y como elemento de mediación internacional en favor de los Estados Unidos. Mientras tanto, incluso el presidente de la República, Sergio Mattarella, ha expresado públicamente su desacuerdo con las palizas propinadas a estudiantes menores de edad que protestaban contra el genocidio en Palestina, que se repitieron en varias ciudades italianas.

Y mientras que un número creciente de familias se endeudan con bancos y usureros para llegar a fin de mes, porque aunque trabajen su salario no les alcanza; mientras que la desregulación del mercado laboral, iniciada por anteriores gobiernos de “centro-izquierda”, sigue cobrando víctimas y ya ha elevado a 145 las muertes en el trabajo este año; mientras los precios y los impuestos para los sectores populares aumentan y los de los ricos disminuyen, el gobierno continúa su carrera armamentista, transformando el estado de bienestar en estado de guerra, en línea con la Unión Europea. 

Sin embargo, Italia es el único país que, en los últimos veinte años, ha visto un estancamiento en el ingreso per cápita (a poder adquisitivo y tipo de cambio constantes) en comparación con el más18 por ciento de la Eurozona y el más 28 por ciento de los Estados Unidos, cuyas opciones de guerra sigue pagando. Las clases populares sufren por la falta de una oposición real a las decisiones de las instituciones supranacionales. Una situación que, como en otros países europeos y más allá, ha allanado el camino para el falso radicalismo antisistema de la extrema derecha.

Desde 2014, los estados europeos más Canadá han aumentado sus presupuestos militares en 600 mil millones de dólares. Y en 2024 la mayoría de los países de la OTAN gastarán al menos el 2% en defensa. Polonia ya ha alcanzado el 4%, mientras que la Alemania del Canciller Scholz ya ha destinado 100 mil millones de euros a la defensa. Además, la UE ha decidido incluso destinar fondos del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR) a armar a Zelensky en Ucrania. Los recursos, asignados en 2021 por la Comisión Europea para recuperar las pérdidas provocadas por la pandemia, ascienden a 191.500 millones de euros, divididos en seis misiones: Digitalización, Innovación, Competitividad y Cultura. Pero la guerra imperialista debe ser la fuerza impulsora, ya que el esfuerzo bélico absorbe cada vez más recursos.

Ahora, para llevar a cabo nuevas misiones militares, la UE ya no se escuda detrás de la intervención humanitaria, sino que dice explícitamente que se trata de defender sus intereses comerciales, como ocurre en el Mar Rojo, donde los hutíes yemeníes boicotean los barcos en solidaridad con la resistencia palestina.

La UE lanzó en un tiempo récord la misión Aspides, el escudo naval para los buques mercantes que navegan entre Ormuz, el golfo de Adén y Suez, confirmando la aspiración de Bruselas de presentarse como potencia marítima, siguiendo las directrices de la estrategia naval de 2014, actualizada el año pasado, y que a partir de 2022 también se centró en las riquezas del Océano Índico.

Como consecuencia del pacto militar Atenas-París-Washington, que pesa mucho en la UE, Grecia tiene el mando supremo de la misión y también participa en Prosperity Guardian, la operación estadounidense. Además del barco italiano Caio Duilio, ya en el Mar Rojo y buque almirante de la misión, estarán en el mar una fragata alemana, una francesa y una belga. España se ha retirado, mientras que Países Bajos y Dinamarca, participantes en Prosperity Guardian, están involucrados entre bastidores en las incursiones angloamericanas en Yemen. 

La misión, sin embargo, promete abrirse a otros países, posiblemente incluso a los árabes, teniendo en cuenta que la resistencia hutí ya ha provocado que el número de contenedores que navegan por el Mar Rojo haya disminuido un 30%. Los países europeos asumieron la mayor parte de los gastos de la misión. Sólo para mover los barcos, mantenerlos y volar los aviones, Estados Unidos ya ha tenido que gastar casi dos mil millones de dólares. Y también están trasladando a los países de la UE el coste de las armas que se entregarán al bulímico Zelensky. Y ahora, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha señalado que “no hay que excluir” el envío de tropas occidentales a Ucrania para apoyar al payaso de Occidente en su guerra contra Rusia.

“¡Venceremos!”, continuó gritando Zelensky en el segundo aniversario del conflicto, prometiendo a sus padrinos una nueva contraofensiva que – afirmó – esta vez permanecerá en secreto. El escenario estuvo a cargo de su amiga Meloni, que se apresuró a viajar a Kiev para la primera reunión de la presidencia italiana del G7, junto con la presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen, el primer ministro de Bélgica, Alexander De Croo, y el de Canadá. Justin Trudeau.

Zelensky elogió el apoyo de Meloni, pero afirmó que en Italia “todavía hay demasiados putinistas” y prometió proporcionar una lista de personas a las que se les deberían negar visas o expulsar del país. Representantes de algunos países europeos –Francia, Alemania, Italia y España como invitado permanente– también participan en las reuniones del G20 en Brasil, país que ostenta la presidencia pro témpore. Lula da Silva está intentando dictar una dirección diferente, con la propuesta de crear una Alianza Global contra el hambre y la pobreza. Deben participar todos los países miembros del G20, incluida la Unión Africana y la Unión Europea, los distintos países invitados y organismos internacionales como el BID, el EPCAL, el FMI, el Banco Mundial, la OMC, la UNESCO, la FAO, la OMS y UNICEF, entre otros. otros.

Para el primer encuentro, Brasil recordó que, en el mundo, los ingresos de los más ricos son 38 veces superiores a los de los más pobres, ya que el 10% más rico posee el 76% de la riqueza del planeta, mientras que el 50% más pobre posee sólo el 2%.  Y recordó que, según cifras de la FAO, 735 millones de personas padecen hambre, aunque el planeta tiene capacidad de producir alimentos para alimentar a todos sus habitantes. 

“Lo que queremos con la Alianza – dijo Brasil -, es un mecanismo práctico para movilizar recursos financieros y conocimiento de donde son más abundantes y canalizarlos para donde son más necesarios. Apoyando así la implementación y la ampliación de la escala de las acciones, políticas y programas a nivel nacional”.

Tomado de Resumen Latinoamericano Argentina.

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