Cuba

Terrorismo contra Cuba, un caso doméstico en Estados Unidos (II)

Por José Luis Méndez Méndez∗ / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

El terrorismo contra Cuba, es un caso doméstico en Estados Unidos, un corolario que no necesita ser demostrado, la historia de décadas registra hechos, sucesos y acontecimientos que validan esa afirmación. Por ejemplo, la agrupación Omega-7, se estructuró en ese país el 11 de septiembre de 1974, por miembros del llamado Movimiento Nacionalista Cubano (MNC) de corte fascista, inspirada en el golpe de Estado castrense de 1973 en Chile, ejecutó más de cincuenta actos de terror dentro del territorio de estadounidense y Puerto Rico, en cada aniversario de sus constitución ejecutaban actos terroristas contra representaciones cubanas y su personal, también contra cubanos quienes apoyaban un acercamiento entre la Nación y su emigración.

Tres miembros de Omega-7, fueron capturados cuando intentaban dinamitar un teatro de la ciudad de Nueva York donde se celebraría un acto de solidaridad con Cuba, fueron procesados y solo cumplieron 16 meses de prisión. Dos meses después se adjudicaron acciones, en la propia ciudad, contra la misión de Cuba ante la ONU y dos instituciones comerciales y culturales de Estados Unidos.

En el inicio de la década de los ochenta las autoridades estadounidenses, sobre todo, después del asesinato de Félix García, un funcionario cubano acreditado ante la misión de Cuba ante la ONU, ejecutado por la referida banda criminal, de manera selectiva investigaron a los terroristas de origen cubano, fuera de su control. En particular por los nexos descubiertos de esa organización con el crimen organizado local.

Entre 1978 y 1984, Omega -7 fue considerada por las agencias CIA y FBI, como la más letal en Estados Unidos, por encima de las organizaciones terroristas de la época Liga de Defensa Judía y los Grupos Croatas, muy activos entonces, su figura principal Eduardo Arocena Pérez, se declaró agente de la CIA, admitió haber ejecutado, en el juicio que se le siguió, varios asesinatos y recibido contratos de la mafia. Fue condenado y liberado en el 2021 por el Presidente Joseph Biden, a solicitud del corrupto Senador Robert Bob Menendez y otros miembros de los grupos de presión y poder de la emigración cubana radicada en Estados Unidos,

La peligrosidad de esas acciones y la frustración de sus cabecillas se volcaron contra los propios emigrados cubanos, son asesinados Carlos Muñiz Varela y Eulalio José Negrín, por sus posiciones de acercamiento a la Isla y también se producen actos de terror contra agencias de viajes y empresas de envío de encomiendas a Cuba.

El 30 de noviembre de 1975 el periódico Última Hora de New York publicó uno de los acostumbrados mensajes de un encubierto Ernesto, quien dijo ser jefe de la organización clandestina Poder Cubano-76, se responsabilizó por la colocación de dos bombas encontradas en un avión de la línea aérea Bahamas Air, que se dirigía a Estados Unidos; la acción había sido urdida en protesta por la prohibición del gobierno de Bahamas de la pesca indiscriminada de langosta en sus aguas jurisdiccionales por pescadores de origen cubano de la Florida y, además, por su acercamiento al gobierno de Cuba.

Las bombas fueron encontradas y desactivadas minutos antes de que el avión fuera abordado por 62 vacacionistas que debían regresar a Miami desde Nassau, en su mayoría estadounidenses.

Funcionarios de la línea aérea declararon que los artefactos habían sido programados de modo que explotaran cuando el avión estuviera en el aire. Este genocida intento terrorista implicaba la muerte segura de los pasajeros y tripulantes.

El 29 de diciembre de ese año, los terroristas cubanos colocaron una bomba que hizo explosión en el depósito de equipajes de la compañía aérea estadounidense DELTA en el aeropuerto La Guardia, Nueva York, causando la muerte a 13 personas y heridas a más de 75, aterrorizando a decenas de viajeros que llegaban y salían para sus vacaciones de fin de año. Se desató un incendio de grandes proporciones, el aeropuerto fue cerrado por más de 24 horas y los contribuyentes debieron pagar millones de dólares en daños. Los investigadores federales asignados al caso viajaron a Miami al encontrar coincidencias entre dos atentados dinamiteros: los terroristas cubanos estaban en evidencia.

En Miami una bomba había sido colocada en el depósito de equipajes, mientras que en Nueva York también había detonado en ese lugar. Pero lo más importante y revelador para los investigadores fue el simbolismo que para los extremistas cubanos tenía el aeropuerto La Guardia por un hecho allí acontecido, que se convirtió en una fuerte motivación para realizar un acto de esa naturaleza.

Allí, en la mañana del 11 de enero de 1975, en una discreta cafetería ubicada cerca del despacho de vuelos domésticos de la línea aérea Eastern, con destino a Washington, y, coincidentemente, en los altos de donde se encontraba la línea aérea DELTA, se habían reunido por primera vez los representantes del gobierno norteamericano Lawrence Eagleburger y Frank Markiewicz con los de Cuba Ramón Sánchez-Parodi y Néstor García Iturbe, dando inicio a intercambios que después repetirían durante parte de ese año con el fin de distender las relaciones entre los dos países.

Cuatro años después, el primero de diciembre de 1979, la banda Omega-7 realizó amenazas de haber colocado bombas contra los aviones en los aeropuertos “John F. Kennedy” de Nueva York y el de Newark en Nueva Jersey, al siguiente día se atribuyen una amenaza de bomba contra la línea aérea Butler Aviation en Estados Unidos, cuyos aviones en la modalidad de chárter volarían a Cuba y el 7, la misma banda detonó una bomba contra la misión de Cuba ante la ONU en Nueva York, ocasiona daños considerables, resultan heridos dos policías estadounidenses que custodiaban la instalación y cuatro días después.se acreditó una bomba contra la misión soviética ante la ONU en Nueva York.

Documentos secretos de la CIA y el FBI, desclasificados sustentan y dan fe de la impunidad sostenida de esas agencias estadounidenses hacia esos terroristas en sus acciones contra Cuba, revelan también, que en ocasiones conocieron oportunamente sus planes e intenciones, pudieron evitar daño, dolor, pérdidas humanas y materiales,, pero nada hicieron por evitarlo. También se puede concluir de la lectura de esos textos, el alto nivel de penetración que poseen del accionar de esos delincuentes.

Se constata la complicidad inhumana y extrema, que convierte a las autoridades norteamericanas en autores por omisión de la mayoría de esos delitos, además le han dado refugio en su territorio y protegen.

Esto no es historia pasada para ser conocida y estudiada, es actualidad, vigencia y lo será por la voluntad política de administraciones sucesivas que han utilizado o permitido el empleo del terrorismo como instrumento de su política oficial a pesar del daño recibido como caso doméstico.

Los ciudadanos estadounidenses deben conocer, que también han sido blancos de ese terror, creado y establecido en su país, cuyas autoridades tan dadas a crear sistemas de monitoreo para controlar a otros, en clara manifestación de intervencionismo, no lo hacen cuando han tenido y tienen sus terroristas adentro.

El terrorismo en los Estados Unidos, tiene una agravante adicional, es un flagelo que han anunciado extirpar de los confines más oscuros del mundo desde el 11 de septiembre de 2001, en realidad lo han empleado como pretexto para invadir, violar derechos, torturar, certificar y amenazar a todo aquel país o persona que se atreva a disentir de sus pretensiones de convertirse y ejercer poder como gendarme mundial. Tienen varios raseros para medir, si se trata de terroristas ajenos o sus propios, la filosofía del terrorismo bueno y el malo la practican a su antojo y conveniencia.

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

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