Internacionales

Fidel y la fuerza de las ideas

Por Alberni Poulot / KardioPensamiento.

Fidel asumía la ideología como el necesario vínculo cognitivo y afectivo entre la producción de ideas y la existencia de la nación, quiere decir, que le eran imprescindibles al ser humano, los conocimientos, los sentimientos, las cualidades y valores, junto a una férrea voluntad y ética para poder defender su libertad individual y colectiva, su memoria vivencial, y la de su pueblo, sus orígenes y con ellos desbaratar la vasta telaraña de manipulaciones que le cierran el paso día a día.

La concepción materialista de la historia, expuesta y demostrada científicamente por Marx y Engels, reconoce que la base de nuestros pensamientos y actos está en el infinito intercambio de relaciones sociales que establecemos los humanos con la Naturaleza y entre nosotros mismos. Es lo que denominamos realidad objetiva, pues esta adquiere tal carácter a partir de la contraposición con la realidad subjetiva, que solo desarrollamos los seres humanos, al reflejar en nuestras mentes nuestras interacciones sociales y naturales.

Los productos más elaborados de la mente humana les denominamos ideas, pensamiento, y conciencia al reconocimiento de que las poseemos, y que con ellas, en sus múltiples formas (objetivos, proyectos, aspiraciones, etc.) nos orientamos, motivamos y le damos sentidos a las realizaciones materiales de las mismas.

El notable intelectual franco español Ignacio Ramonet, ha solido decir que, con la desaparición física del Comandante en Jefe Fidel moría el Ideólogo de la Revolución, la fuente viviente de todo el caudal de ideas de la Revolución cubana, aquella que había emergido desde el Padre Varela, se transversaliza con la ética martiana y se consolida con el marxismo-leninismo como doctrina científica y práctica.  

Y es que Fidel asumía la ideología como el necesario vínculo cognitivo y afectivo entre la producción de ideas y la existencia de la nación, quiere decir, que le eran imprescindibles al ser humano, los conocimientos, los sentimientos, las cualidades y valores, junto a una férrea voluntad y ética para poder defender su libertad individual y colectiva, su memoria vivencial, y la de su pueblo, sus orígenes y con ellos desbaratar la vasta telaraña de manipulaciones que le cierran el paso día a día.

En la Universidad Central de Venezuela, ante parciales y no poco contrarios y detractores, expuso una idea hereje, transgresora y lapidaria: “Una revolución solo puede ser hija de la cultura y de las ideas”, reafirmado el papel determinante también de la superestructura en la Historia humana. De ahí que unos de los aportes más singulares y trascendentales de Fidel a la teoría y práctica de la construcción socialista, fuera precisamente, el trabajo en la conciencia, en la educación, en la cultura de lo que él y el Che denominaran “el hombre nuevo”. Una revolución socialista, por tanto, no podía limitarse, dogmáticamente, a trabajar solo por cambiar las condiciones de la vida material de la gente, sino que, con la gente, consciente, educada, culta, emancipada y libre de prejuicios, dogmas y cualquier reminiscencia ideológica y cultural, es que podría crear todas las riquezas materiales indispensables para distribuirlas con toda la justicia social posible.

Para Fidel quedaba claro, que aunque se realicen transformaciones radicales, aunque se nacionalicen las industrias, se realice la reforma agraria, entregando la tierra a sus verdaderos dueños, los campesinos, y todo el que quiera honradamente trabajarla, aunque se elimine el latifundio, aunque se realice una reforma urbana, convirtiendo en propietarios de sus viviendas al 100% de sus habitantes, sin inmobiliarias con el monopolio de construcción y propiedad de las casas y condominios, reduciendo a niveles ínfimos los barrios insalubres, hasta su total erradicación; aunque la salud y la educación sean públicas, universales, inclusivas, gratuitas y de alta calidad, aunque el deporte se convierta en un derecho del pueblo, con educación física y recreación sana e inteligente, aun así, una revolución no estaría nunca completa y sería vulnerable ante los ataques de los enemigos, de los oportunistas, de los ingratos y de una generación débil por su inconciencia y por ende inconsecuencia. A la par de que cambiemos las condiciones materiales de vida del ser humano, hay que cambiar al ser humano, forjar la conciencia del pueblo, con educación y la cultura.

En una ocasión reconoció que las revoluciones podían degenerarse, e incluso nosotros, como todas las revoluciones, teníamos también el peligro de degenerar; y que en cierta forma estábamos empezando a degenerar, sin embargo, fuimos capaces de renovar y regenerar nuestras fuerzas, a partir de fortalecer nuestros valores, nuestra ética, nuestra moral combativa. Precisamente, en el llamado Periodo Especial (1990-2000), se salvó la Patria, la Revolución y el Socialismo, a partir del elevado grado de conciencia de la población. No salimos de la crisis socioeconómica con grandes inversiones extranjeras, ni con medidas neoliberales, ni con recetas de la economía de la socialdemocracia, ni del FMI o el Banco Mundial. Se salvó por el alto grado de conciencia del pueblo que siguió la estrategia de su Líder, que cree más que en nada en el poder de las ideas, de la moral revolucionaria.

Para fechas como las actuales, en que nos están induciendo, desde una despiadada guerra psicológica y cultural, el reflejo de que la situación en Cuba es mala, caótica, incierta y desesperanzadora, es válido recordar lo que él señalara tan tempranamente como 1959: “Jamás podremos ser hombres invadidos por el desaliento, porque caminos difíciles hemos emprendido más de una vez, caminos difíciles hemos afrontado más de una vez, y los hechos demuestran que cuando hay confianza en las ideas, se llega lejos y se gana terreno; que sea difícil no es motivo de desaliento, sino simplemente tener conciencia de que ello es difícil, pero no imposible. De ahí que cada uno de nuestros actos tengamos que medirlos con tanta responsabilidad”[1].Abel Prieto nos recordaba que Fidel señaló: “Dicen que ‘el socialismo es malo’, y, por reflejo, todos los ignorantes y todos los pobres y todos los explotados repiten: ‘El socialismo es malo’. ‘El comunismo es malo’. El Imperio dice ‘Cuba es mala’ y vienen todos los explotados de este mundo, todos los analfabetos y todos los que no reciben atención médica, ni educación, ni tienen garantizado empleo, no tienen garantizado nada y repiten que ‘La Revolución cubana es mala”[2].

De modo que Fidel denunció cómo la suma diabólica de la ignorancia y la manipulación, engendra una criatura patética: el pobre de derecha, ese infeliz que opina y vota y apoya a sus explotadores, a millonarios demagogos, a fascistas, a quienes lo utilizan vilmente y lo desprecian[3].

Hoy, que se desarrollan los Juegos Olímpicos, “París 2024”, se establecen criterios similares para demeritar los resultados del deporte revolucionario y sus deportistas, desconociendo, al menos tres argumentos contundentes: con la Revolución y la política deportiva concebida por Fidel es que Cuba se ubica históricamente entre las 20 potencias olímpicas de la historia de estos juegos; otro país socialista como China, como otrora fueran la URSS y la Alemania Socialista, le disputaban a Estados Unidos la primacía como potencia deportiva mundial y por último, Cuba sería la verdadera potencia del deporte del mundo si se tuviera en cuenta su población y las condiciones económicas en que se ha tenido que desarrollar.

Por tanto, nuestros deportistas han peleado y conquistado sus victorias, más con moral y sustentado en los ideales revolucionarios y los verdaderos valores del olimpismo que en su desarrollo económico: “Les diré, en primer término, que en la segunda mitad de este siglo, ni en la primera, ni en alguna otra época de la historia, un país, y en este caso un país pequeño del Tercer Mundo y, además, bloqueado económicamente por la potencia más poderosa y rica de la Tierra,  hostigado, agredido de mil formas diferentes, hizo por el deporte ni alcanzó los logros que, en brevísimo periodo de tiempo, hizo y alcanzó Cuba”[4].

Dejó claro que las ideas revolucionarias son fuertes, son sólidas, se fundan en las realidades, se fundan en el proceso histórico, se injertan a los sentimientos de los pueblos, coinciden con sus aspiraciones y con sus necesidades[5].Por tanto, si las ideas son claras, justas, objetivas, existen las condiciones ideales en el mundo de hoy para que se propaguen. Eso hay que aprovecharlo, sacarle provecho político al momento, tomar la iniciativa, sin dejarnos aplastar por el inmenso poderío de los medios de comunicación masiva de que disponen los actuales dueños del mundo.[6]Fidel nos dejó claro que las ideas justas tienen un poder superior a todas las fuerzas reaccionarias juntas y que no existe arma más potente que la convicción profunda y la idea clara de lo que debe hacerse. De ese tipo de armas que no requiere de fabulosas sumas de dinero, sino sólo de la capacidad de crear y transmitir ideas justas y valores, de las que estará cada vez más armado nuestro pueblo.[7]También, que las ideas son hoy el instrumento esencial en la lucha de nuestra especie por su propia salvación. Y las ideas nacen de la educación. Los valores fundamentales, entre ellos la ética, se siembran a través de ella.

Que debemos luchar contra el egoísmo, la vanidad y la estéril ambición de gloria, que son víboras devoradoras de almas humanas y que el pueblo tiene que estar muy consciente de que el camino es difícil, que el camino es largo, que el camino es fatigoso, que tenemos que sudar mucho la camisa luchando. Y que no solamente hay que tener esa idea presente, sino que hay que estar siempre alerta y no dejar que el entusiasmo muera. Porque esta obra grande que se ha impuesto el pueblo de Cuba no es obra de pueblos mezquinos, sino de pueblos grandes como el nuestro.[8]Para Fidel el deber de todo revolucionario es hacer la revolución y eso se logra formando la conciencia revolucionaria en el pueblo; exponiendo los fundamentos de la Revolución, las razones de la Revolución, la justicia de la Revolución y sentenciaba que los revolucionarios debemos tener conciencia de los cambios que hemos hecho, de los logros que hemos alcanzado y de lo que nos falta por alcanzar. Los revolucionarios debemos tener conciencia de nuestros éxitos y de nuestros errores; debemos tener conciencia de nuestros triunfos y de nuestros reveses; debemos tener conciencia de nuestra fuerza y de nuestras dificultades”[9].Como el Jefe de la Revolución, coincido en que vivimos una etapa en que los acontecimientos marchan por delante de la conciencia de las realidades que estamos padeciendo, por lo tanto, no cabe otra estrategia que sembrar ideas, desenmascarar engaños, sofismas e hipocresías, usando métodos y medios que contrarresten la desinformación y las mentiras institucionalizadas.[10]Y concluyo como él: ¿Cuáles serán las armas esenciales? Las ideas; las conciencias. ¿Quiénes las sembrarán, cultivarán y harán invencibles? Ustedes. ¿Se trata de una utopía, un sueño más entre tantos otros? No, porque es objetivamente inevitable y no existe alternativa. Ya fue soñado no hace tanto tiempo, sólo que tal vez prematuramente. Como dijo el más iluminado de los hijos de esta isla, José Martí: «Los sueños de hoy serán las realidades de mañana».[11]

Notas

[1] Fidel Castro: Discurso pronunciado en la explanada Municipal de Montevideo, Uruguay, 5 de mayo de 1959. Sitio web. Fidel Soldado de las Ideas.

[2] Abel Prieto. “Sin cultura no hay libertad posible”. Cubadebate. 2022.

[3] Idem.

[4] Fidel Castro. Discurso pronunciado durante el encuentro con representantes de la delegacion deportiva que asistio a los Juegos Panamericanos de Winnipeg, 13 de agosto de 1999. Sitio Web. Fidel Soldado de las Ideas.

[5] Fidel Castro. Discurso en el almuerzo ofrecido en su honor en el Palacio del Consejo de Estado, en Rumania, 26 de mayo de 1972. Sitio Web. Fidel Soldado de las Ideas.

[6] Fidel Castro. Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz al recibir la medalla «José Bonifacio», en el grado de Gran Oficial en la Universidad Estadual de Río de Janeiro, Brasil, el 30 de junio de 1999. Fidel Soldado de las Ideas.

[7] Fidel Castro. Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto para conmemorar el aniversario 45 del desembarco de los expedicionarios del Granma y el nacimiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en la Plaza «Antonio Maceo», de Santiago. Fidel Soldado de las ideas.

[8] Fidel Castro. Discurso en el acto de su toma de posesión como Primer Ministro, efectuado en el Palacio Presidencial en 1959. Sitio web. Fidel Soldado de las Ideas.

[9] Fidel Castro. A los miembros del Partido Unido de la Revolución Socialista de Matanzas, 30 de marzo de 1963. Sitio web. Fidel Soldado de las Ideas.

[10] Fidel Castro. Discurso pronunciado en el acto central por el Cuadragésimo Aniversario del Triunfo de la Revolución, 1ro de enero de 1999. Sitio web. Fidel Soldado de las Ideas.

[11] Fidel Castro. Referencia al texto original: Palabras de clausura en el Encuentro Internacional de Economistas, celebrado en el Palacio de Convenciones, 22 de enero de 1999. Sitio web. Fidel Soldado de las Ideas.

Fuente: REDH Dossier

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