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Euskal Herria: Banderas palestinas que emocionan

Por Carlos Aznárez *, desde Euskal Herria.

Viniendo desde Argentina, donde impera no solo un gobierno autoritario de ultraderecha, sino también adscripto al sionismo, por decisión unipersonal de su presidente, impacta recorrer el territorio vasco y ver en los balcones de muchas viviendas, flamear orgullosa, la bandera palestina. Es evidente que a esto ha contribuido la decisión militante de muchos solidarios y solidarias que entienden que en Medio Oriente se está jugando -al igual que en Europa contra la OTAN– el futuro de la humanidad. En ese sentido, Palestina significa mucho para una parte sensible de la población vasca. De lo contrario, no sería de rigor, que hombres, mujeres, jóvenes y hasta niñas y niños, un buen día, se movilicen para comprar o coser a mano una bandera que no es la propia, y luego la coloque en su ventana o balcón, en solitario o  junto a otras enseñas importantes como la ikurriña vasca, o la banderola que reclama la libertad de las y los presos vascos. Y Es toda una definición que ojalá pudieran imitar otros pueblos del mundo, para gritar de esta manera que lo que el estado terrorista israelí  viene cometiendo desde hace 76 años se denomina etnocidio, Holocausto, genocidio.

Pero la solidaridad vasca no se agota en esos gestos de embanderar el frente de tal o cual casa, sino que también en las principales ciudades, como ser Bilbao, Vitoria-Gasteiz, Donostia-San Sebastián o Iruña-Pamplona, el fenómeno vuelve a repetirse, abarcando también pasacalles con leyendas reclamando el “alto el fuego” , condenando al “sionismo asesino” y proponiendo el “boicot a Israel. Toda iniciativas populares presididas por los colores rojo, blanco, verde y negro de una Palestina que se ha convertido en símbolo mundial de lo que el nuevo nazismo puede hacer con un pueblo, pero también en ejemplo de una Resistencia impresionante ante un ejército, el israelí, equipado por todas las potencias imperiales.

Euskal Herria siempre ha sido un pueblo solidario con quienes, como decía el Che, luchan contra la injusticia en otras partes del mundo. En este caso,repudiando el horror sionista en su grado más extremo. Precisamente es en este territorio de poco más de 3 millones de habitantes, donde se han producido una tras otra, movilizaciones multitudinarias con escenificaciones masivas de lo que significa un genocidio como el actual que se vive en Gaza o Cisjordania ocupada. De esas acciones, hubo fotos que dieron la vuelta al mundo, como las realizadas, con la presencia de miles de personas “dibujando” con el cuerpo, la bandera palestina, o reconstruir frente al invasor museo Guggenheim, una recreación del Holocausto gazatí, con miles de “asesinados y asesinadas” serpenteando el escenario que rodea a esa mole que poco y nada tiene que ver con la geografía natural vasca. 

Palestina está presente por todo lo alto en el País Vasco. Su Resistencia armada y la resiliencia pacífica de su pueblo, es aclamada sin ningún tipo de subterfugios, como ocurre en otros países, por miles y miles que se movilizan apuntando que “desde el Río hasta el Mar”, el pueblo palestino habrá de independizarse más temprano que tarde. Si faltaba una muestra más de esta empatía con su lucha, ese sentimiento se ha multiplicado por estos días  en las grandes fiestas de ciudades y pueblos. En ese sentido, resultó emocionante poder ver, en el inicio de la Semana Grande de Bilbao, conocida popularmente como Mari Jaia (al decir de muchos, una de las celebraciones más multitudinarias, bulliciosas y prolongadas del mundo) cientos de banderas palestinas, junto a catalanas, venezolanas chavistas, gallegas y vascas. Lo mismo se produjo en las fiestas de San Fermín en Iruña, o en la fiesta grande de Gasteiz y en Donosti. 

¿De dónde sale tanto compromiso con una causa a la que el terrorismo mediático tergiversa diariamente? No olvidar que el pueblo vasco sufrió la dictadura cruel del fascismo, en la que la alianza de Franco con Hitler y Mussolini hizo posible, entre otras barbaridades, que la localidad de Guernica fuera bombardeada en pleno día de mercado, asesinando a cientos de habitantes y provocando heridas a otros tantos, además de destruir gran parte de la infraestructura del lugar. Que esto mismo se repitió en Durango y hasta en Donostia-San Sebastíán, bombardeada desde el mar. Que durante toda la dictadura y luego también en “democracias” ciertamente continuistas de aquella, miles de vascos y vascas fueron duramente perseguidos por luchar por la independencia, al igual que lo hacen los palestinos y palestinas hoy. Esas marcas en la piel no se olvidan fácilmente. De allí la solidaridad con Palestina, que se respira en las calles, que se observa en los balcones, que se manifiesta en escritos desde las prisiones, donde presos y presas no dudan en unirse a las convocatorias de apoyo a la Resistencia palestina. 

Por todo esto, vale reflejar que en esta parte de una Europa decadente, administrada por  gobiernos serviciales a la OTAN y sobre todo a Washington y Tel Aviv, los pueblos no se dejan engañar por la propaganda sionista. Sin duda, en Euskal Herria, se seguirán haciendo murales, pintando en los muros “Palestina askatu” (libre),  agitando banderas, movilizándose cuantas veces haga falta, pujando a su manera para que la Resistencia expulse para siempre a quienes jamás deberían haber ocupado un territorio que no les corresponde. De eso precisamente, de las iniquidades que provocan los invasores españoles y franceses, los vascos y vascas han acumulado suficiente memoria. ¡Que sigan entonces, ondeando por aquí y por allá, miles de banderas que proclamen al mundo que Palestina vencerá!

(*) Periodista y escritor argentino, director de Resumen Latinoamericano. Es autor de varios libros de reflexión e investigación: “Palestina: una nación, un pueblo”; “Los sueños de Bolívar en la Venezuela de hoy”, “Rebeldes sin tierra: historia del MST de Brasil”, “500 años despues: descubrimiento o genocidio?”; “El padrino de la mafia sindical” y “Tupamaros”.

Fuente: Resumen Latinoamericano / Argentina

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