La historia de Elías Romero: salteño, perteneciente a los pueblos originarios y graduado de Ingeniero Agrónomo en Cuba
Elias Romero, un argentino perteneciente a la comunidad wichi en Salta, días atrás cumplió su sueño y logró el título de Ingeniero Agrónomo por la Universidad de Ciencias Agrarias en Cuba. Compartimos con nuestros lectores su historia.
“Mi nombre es Elías Romero, y pertenezco a la comunidad wichí de Embarcación, Salta. Hoy, con 30 años, puedo decir con orgullo que soy Ingeniero Agrónomo, un logro que he alcanzado tras un arduo viaje lleno de desafíos y superación personal. Sin embargo, mi historia comienza en circunstancias muy diferentes, en un entorno de extrema pobreza.
Desde muy joven, mis siete hermanos y yo enfrentamos situaciones difíciles. A menudo, tuve que abandonar la escuela para ir a trabajar al campo, ayudando a mi familia a sobrevivir. Nuestra vivienda fue y sigue siendo muy precaria, éramos muchos viviendo en un espacio reducido y de piso de tierra. Fue un sacrificio enorme, pero siempre llevaba conmigo el deseo de continuar mis estudios. Recuerdo cómo mis profesores de Fe y Alegría me motivaban a no abandonar. Ellos, junto a la determinación de mis padres, me inculcaron la importancia de la educación. Mis padres siempre me dijeron que, si podía seguir estudiando, ellos harían todo lo posible por apoyarme. Fui el único en mi familia en terminar el secundario.
En el reportaje que me hicieron hace algunos años, compartí cómo casi abandoné la escuela secundaria debido a la presión de trabajar en el campo. Mis días se dividían entre el arduo trabajo agrícola y los estudios a distancia. A veces, tenía que faltar a la escuela durante semanas para ayudar a mi familia. Desde Fe y Alegría que me apoyaron enviándome tareas para que pudiera seguir adelante, incluso cuando estaba lejos de las aulas. Fue un periodo de mi vida lleno de luchas, pero también de una profunda determinación por cambiar mi realidad y mi futuro. Mi vida cambió cuando conocí a Octorina Zamora, una cacique y líder de mi comunidad que ha luchado incansablemente por los jóvenes de los pueblos originarios. Gracias a su apoyo, conseguí la beca para estudiar en Cuba. Esta oportunidad fue un punto de inflexión en mi vida, un paso que me permitió seguir mi sueño de convertirme en ingeniero agrónomo. Mi éxito es un homenaje a Octorina Zamora y a mi hermana María Celia Romero, quienes lamentablemente ya no están conmigo pero siempre me brindaron su apoyo incondicional.
Llegar a Cuba no fue fácil. Al principio, los desafíos eran enormes. Estaba lejos de mi familia, de mi hogar, y tenía que adaptarme a una cultura completamente diferente. Los dos primeros años fueron especialmente duros. No solo enfrenté la barrera del idioma, sino también el sistema educativo cubano, que era muy diferente al que conocía. Había materias y asignaturas que nunca había visto antes, y me costó mucho esfuerzo acostumbrarme. Tuve que hacer el primer año dos veces.
En esos momentos difíciles, contar mi historia a mis compañeros universitarios se convirtió en una fuente de motivación. Muchos de ellos, de distintos países y culturas, no podían creer el camino que había recorrido desde mi pequeña comunidad en Salta hasta llegar a estudiar allí. Al compartir mis experiencias, sentí que podía inspirar a otros a no rendirse. A través de estas conversaciones, formé amistades que se convirtieron en una red de apoyo durante mis años de estudio. Ellos y las familias que me hicieron lugar en su casa y en su corazón, fueron fundamentales para mí y les estoy profundamente agradecido. Desde que me fui de Argentina en 2015, nunca pude regresar, fundamentalmente por cuestiones económicas. Y aunque mi familia no pudo estar presente en mi graduación debido a nuestras circunstancias económicas, sé que comparten mi alegría y orgullo. Espero regresar pronto a la Argentina, a mi comunidad en Embarcación, para compartir este logro con ellos y con todo el pueblo que creyó en mí. Ellos todavía viven con mucha necesidad.
Mi esperanza es poder utilizar mi educación para mejorar la vida de mi familia y de nuestra comunidad. Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que la educación ha transformado mi vida. Me ha enseñado a formarme como profesional. Hoy, como ingeniero agrónomo, mi proyecto está enfocado en regresar y contribuir a su desarrollo. Quiero motivar a los jóvenes de mi comunidad a perseguir sus sueños y convertirse en profesionales. Quiero que sepan que no están solos, y que siempre habrá alguien dispuesto a ayudarles. Quiero trabajar para mejorar la calidad de vida en mi comunidad, usar mis conocimientos para contribuir al desarrollo sostenible y ser un ejemplo de que, con esfuerzo y dedicación, cualquier sueño es posible”.
Fuente: Federación Internacional de Fe y Alegría
Foto: El Salto