Internacionales

El fascismo de ayer y el de hoy: identidades y desidentidades

Por Liliane Blaser Aza

Es importante, teórica y estratégicamente, caracterizar eso que hoy llamamos fascismo relacionándolo, ontológica, histórica y políticamente con el fascis – mo/nazismo históricos, y con la extrema derecha actual como régimen políti – co y el neoliberalismo como régimen económico, para saber qué complejidad se tiene en frente.

Se han escrito muchos libros y hecho muchos documentales acerca, sobre todo, del nazismo Alemán, pero tienen a centrarse en la personalidad de Hitler, o en los hechos atroces que provocó su régimen. Un antecedente de todo ascenso al poder de la derecha o de la exacerbación de su naturaleza es la derrota (España) el ascenso y descenso (América Latina) o la amenaza (Europa) de la izquierda.

Siempre flota en el ambiente esta lucha de clases internacional. Llama la atención que sea la palabra fascismo y bastante menos nazismo (regímenes ambos implementados en Italia en los años 1920 y 1930 del siglo 20) la que se utiliza para describir conductas autoritarias de extrema derecha.

Me voy a centrar en las características del nazismo, llegado al poder me – diante elecciones, con la entrega del cargo de Canciller, por Hindemburg a Hitler, a la caída de la República de Weimar, con algún apunte del fascismo italiano y el franquismo o falangismo español y el Salazarismo portugués, para luego trabajar el tema de América Latina y Venezuela.

En Europa, podemos hablar, ontológicamente, de elementos comunes con el nazismo histórico, en Europa se encuentra un ultranacionalismo extremado en la expresión nazi: ”Deutschland über alles” (Alemania por encima de todo), también reflejo del supremacismo/elitismo, en aquel caso, de la “raza” aria.. resentimiento y retaliación política contra el humillante tratado de Versailles 107 expresado entre otras afirmaciones por la de (textualmente) “volver a hacer a Alemania grande” (con reverberaciones actuales inquietantes) En aquel tiempo, el supremacismo esgrimido contra “razas o personas inferiores” y/o “indeseables” (unzuverlässige Elemente) como los judíos (religión, no pueblo) personas con discapacidad, homosexuales, gitanos, eslavos.. y por supuesto doctrinas comunistas y/o socialdemócratas, y en la actualidad de los migrantes de diferentes orígenes (Véase recientemente la diferencia europea en el trato hacia migrantes ucranianos objeto de solidaridad y hacia refugiadxs arabes, africanxs, objeto de desprecio..) A todo esto se une una de las armas básicas de la retórica hitleriana: el lenguaje de odio en el discurso, y las prácticas violentas basadas en el mismo; camisas negras, pardas, grupos de choque, repiten este tipo de prácticas: odio a estamentos, supuestas razas, ideologías.. odios con propósitos de aniquilamiento..

El militarismo creciente, por ambiciones territoriales, el establecimiento de un Reich imperial, y en reacción a las restricciones que les impone Versailles (aunado a violaciones de aliados, a estos “acuerdos impuestos” como por ejemplo la incursión de Francia sobre Renania, tapón colocado entre Francia y Alemania para evitar futuras agresiones) pero también por la aplicación de políticas que se han dado en llamar “keynesianismo militar” para paliar las secuelas de la crisis posterior a la crisis del 29 a través del citado rearme, desde 1933 año en que Hitler toma el poder. El militarismo va aparejado con el enfoque patriarcal de la sociedad: Las 3 “K” del ideal de mujer nazi: “Kirche, Küche, Kinder”: la mujer está hecha para la iglesia, la cocina, y lxs niñxs.. También hubo en Alemania, como forma de recuperación de la economía, grandes obras públicas (Keynesianismo, muchas de ellas planeadas por la defenestrada República de Weimar y atribuidas a la política del Partido Nacional Socialista bajo el mando de Hitler) con fuerte intervencionismo estatal. Hay que decir que en 1938 se había vencido al desempleo, aunque en muchos casos por el pase del trabajador al ejército. Esta última característica une lo ontológico con lo histórico. En términos históricos, antes de la I Guerra Mundial, se hablaba de “la gran Alemania”, segunda potencia mundial después de EEUU (II Reich, que viene del I Reich del Sacro Imperio Romano Germánico, con la interrupción napoleónica..) glorias y glorias (en su visión) humilladas en Versailles, que concluye una guerra, y coloca el dispositivo, involuntariamente, de una peor.

La Gran Alemania humillada debe renacer de sus cenizas de postguerra, y volver a la bonanza. Será la tarea de Hitler y el partido nazi (en ese orden..). Va por gobierno mundial, sobrecompensa las agresiones y heridas sentidas. Es el III Reich. Retrógrado, de valores conservadores, nostálgicos de un pasado glorioso. La organización política que motorizará esa ascensión, será un estado totalitario, subsumido en un partido, el nazi, subsumido a su vez en el seguimiento a un líder absoluto, con un control sobre las masas, en parte por la superación de su miseria económica, y su control mental total en lo emocional, cognitivo, cultural, con un muy eficiente aparato propagandístico, y en parte, por operaciones de terrorismo de estado, a través de la Gestapo, y de asesinatos selectivos y/o masivos de opositores, en las calles o en campos de exterminio, así como de una economía paralela en los campos de concentración: la cuarta parte de la masa laboral (más de 7 millones de personas) llegó a ser mano de obra esclava en estos campos.

Pero la guerra, unida a los sabotajes de la resistencia, llevaron abajo a los éxitos económicos iniciales, y con la caída de la economía y la destrucción bélica, el apoyo al régimen decae hasta ser destruido principalmente con el contraataque soviético, que toma a Berlín, y los ataques desde occidente desde el desembarco en Normandía.

Hay en el nazismo una enemistad teórica y política con el liberalismo, la democracia, el comunismo y el socialismo. Hay que decir para que no se olvide, que el régimen nazi fue apoyado por las transnacionales Kodak, Bayer (productora de gas letal de campos de exterminio) Coca Cola (como Fanta), Nestlé, IBM, BMW, Volkswagen (Porsche) Siemens, Krupp, Hugo Boss y Adidas (diseño y producción de uniformes y zapatos de los nazis) entre otras; que lo financiaron y apoyaron antes y durante la Segunda Guerra Mundial. El capital no tiene éticas, sólo intereses.

El fascismo italiano, con menor énfasis en el odio a las minorías étnicas, culturales y con una conformación del “estado corporativo” en una especie de colaboración de clases y “armonía social” (contra la teoría de la lucha de clases marxista) conserva el resto de las características del nazismo. De hecho le precede históricamente, porque se inicia con “la marcha sobre Roma” en 1922, cuando el rey Vittorio Emmanuele III le encarga a Mussolini el establecimiento de un nuevo gobierno. Comparte con el nazismo el resentimiento con Versailles, en este caso, por no haber reconocido sus reivindicaciones territoriales, y los efectos de la crisis económica en la crisis social y de legitimidad del sistema parlamentario burgués que no dio respuesta a las demandas sociales. Un telón de fondo de ambos regímenes, es el estado de la lucha de clases en Europa, la victoria de la URSS contra el ataque occidental a la Revolución Bolchevique, el ascenso de las luchas de socialistas y comunistas y la necesidad de las clases dominantes de aniquilar tales luchas.

Lo mismo, pero más perentorio puede decirse del franquismo, que viene de un levantamiento contra la República española (1936-39) vencida en la Guerra Civil por las fuerzas de Francisco Franco. Estado corporativo también, con fuerte componente religioso, hasta ser denominado por algunos como “nacionalcatolicismo”. Los 3 pilares que le sostienen son de hecho la Iglesia, el Ejército y el Partido Único. Es con el de Portugal el más largo régimen fascista de Europa, tolerado (es un decir por su doble vínculo con EEUU que le somete a bloqueo para luego utilizarlo como escudo contra el comunismo soviético) por las llamadas fuerzas democráticas de Europa y EEUU. En Portugal el “Estado Nuevo” (1932-1974) se define como un régimen autoritario, corporativista, conservador, tradicionalista, colonialista, nacionalista, antiparlamentario, y anticomunista.. fascismo “suave” pero represivo y con sus campos de concentración y grupos de choque. Apoyado en la censura, la propaganda, las organizaciones juveniles y paramilitares, el culto al jefe y la religión católica.

America Latina: del Plan Condor a los ensayos fascistas

El Plan Condor, que siembra de dictaduras todo el cono sur es un esfuerzo del imperio por contrarrestar los movimientos revolucionarios en América Latina. En el caso de Chile, especialmente, acabar con una revolución socialista democrática. Amerita estudio aparte. Implementa métodos fascistas de represión, de aniquilación del contrario, terrorismo de Estado. Las dos recientes experiencias, resultados de procesos electorales (las otras merecen análisis posteriores) como Bolsonaro y Milei, son ejemplos a no seguir, que alertan sobre los peligros de una comunicación política mediada, en el caso de Bolsonaro, por una iglesia evangélica reaccionaria y subsidiaria del gobierno de EEUU, y en el caso de Milei, entre oyras causas, por un trabajo de redes que promete cambios a una juventud con un porcentaje alto de desorientación ideológica.

El gobierno de Bolsonaro, de alguna manera intervenido por el COVID, puede mostrar devastación económica, especialmente en los sectores populares, devastación ecológica en la amazonía, con especial incidencia en la vida indígena, y devastación sanitaria por su pésima política durante el covid. Se pueden observar características fascistas en su gobierno: “nacionalismo xenófobo, anticomunismo, fuertes componentes racistas, misóginos e lgbtfóbicos” (1) Pero deben irse asentando las caracterizaciones, especialmente a los fines de poder entender los procesos.

El desgobierno de Milei, además de propiciar el desmontaje del Estado de bIenestar, la institucionalidad democrática, tiene todas las características de una implementación violenta de cambio de régimen. Traigo a colación el análisis de la universidad javeriana de Colombia, sobre Milei: “La orientación político-ideológica de Milei se inscribe perfectamente, a su vez, en la orientación de las nuevas extremas derechas latinoamericanas, en la medida en que combina (…) posiciones neoliberales en materia de políticas económicas y sociales con posiciones conservadoras e incluso autoritarias en materia de derechos y libertades democráticas. (…) Además de la austeridad presupuestaria, la privatización de empresas o la liberalización de sectores de la economía (…), Milei anuncia medidas mucho más radicales. Tales son 109 los casos de la dolarización y la destrucción del Banco Central y de la voucherización de la educación y eventualmente de la salud públicas (…). La llamada dolarización de Milei consiste, en realidad, en la implantación de un sistema de competencia entre monedas y la destrucción del Banco Central consiste, además de la supresión de su monopolio sobre la emisión monetaria (…) La voucherización consiste en el reemplazo del sistema de educación pública, gratuita y obligatoria (y eventualmente del sistema de salud pública y gratuita) por un sistema de vales que los ciudadanos recibirían del Estado y emplearían libremente para cubrir sus necesidades en la materia. Medidas como estas (…) involucrarían cambios institucionales mucho más radicales que los impulsados por otros representantes de la extrema derecha latinoamericana. (…) sus posiciones conservadoras y autoritarias en materia de derechos y libertades democráticas comparten muchos tópicos con las de otros exponentes de esa extrema derecha: sus ataques contra el comunismo y el marxismo cultural, aún a escala internacional, su oposición a las conquistas de los movimientos feminista y disidente sexo-genérico, tales como los derechos a la interrupción voluntaria del embarazo y al matrimonio igualitario, su negación del cambio climático y otros problemas ecológicos, etc…”

Sin embargo la Universidad Javeriana en este estudio no caracteriza a Milei como neofascista.. Justifica su negativa, por dos razones: “¿Por qué enfatizamos, en el primer apartado, en la conveniencia de caracterizar a esta nueva extrema derecha latinoamericana, prescindiendo del influyente concepto de neofascismo? Por dos razones. La primera, de índole intelectual: porque consideramos que no es un concepto adecuado (y porque rechazamos, complementariamente, cualquier empleo de los conceptos como meras consignas propagandísticas). La segunda, de índole política: porque la resistencia contra el neoliberalismo, aún en sus variantes más conservadoras y autoritarias, es completamente distinta de la resistencia a un régimen fascista (en materia de modos de organización y de acción, de alianzas, de programas y demás).

¿Por qué insistimos, en situar el ascenso de Milei en el contexto de la clausura del ciclo progresista previo? Nuevamente, por dos razones, la primera de índole intelectual y la segunda de índole política: descontextualizar su emergencia respecto de esa clausura del ciclo progresista impide explicar racionalmente el fenómeno, por una parte, e invisibiliza el papel desempeñado por el progresismo como mediador evanescente de la reacción, por otra parte. En este punto, precisamente, se articula el conjunto de nuestra argumentación. La alternativa progresismo versus neofascismo (o cualquier otra variante de democracia versus fascismo) distorsiona simultáneamente la naturaleza de ambos polos.” (3) Pensando que “la historia no se repite, pero rima” como muy bien expresó Mark Twain, pienso que pueden encontrarse en la emergencia de las nuevas derechas elementos comunes al fascismo, que inciden en la lucha cultural, y cognitiva contra ella: y acá, caigo después de esta larga introducción contextualizadora, con algunos apuntes sobre nuestra realidad: es en torno a esto que, creo, debe girar la continuación de la exploración de la “oferta neoliberal” y su envoltorio cultural, su praxis política para implantarse y para perpetuarse, la historia no lo quiera. Hoy, en Venezuela, estuvimos de nuevo, el 28, quizás más bien el 29 de julio de 2024, cerca de sufrir, esta vez, un “golpe electoral” (aún tiene varios nombres) planeado de forma impecable, pero resistido con inteligencia, en los dos sentidos de la palabra. La candidatura de Gonzalez/Machado proponía un gobierno neoliberal en forma, con su paquete de privatizaciones, y otras promesas alentadoras. Aunque el régimen nazi hizo privatizaciones (generalmente a empresarios nazis) no es esta una característica necesariamente fascista. Lo que sí podría serlo, son las prácticas autoritarias y violentas (de violencia física y simbólica) que envuelven sus intentos de implementación:

1. El uso de las elecciones para imponer un modelo, a través de promesas engañosas de bienestar y humanismo: especialmente Hitler y Mussolini ofrecían bienestar para la población, una vez desterrados los “enemigos de la patria” (judíos, comunistas, hoy chavismo)

2. La violencia en el discurso y en la acción: las peroratas llenas de odio, especialmente de Maria Corina Machado se asemejan a las de Hitler.

3. Las acciones violentas de calle: los comanditos (antes las mal llamadas guarimbas), las camisas negras y pardas, tienen mucho en común, tanto en fuerza como en barbarie, en la quema de personas, destrucción de hospitales y escuelas.. Para no olvidar: el sionismo tiene acciones semejantes y multiplicadas por miles, en Gaza.

4. El uso de la religión ha sido incorporado últimamente con el rezo del rosario “por Venezuela” pero estaba implícito en el rosario que lleva colgado al cuello y poses fotográficas en poses virginales. En muchos de sus seguidores, la religión tiene un lugar importante.

5. La eliminación del adversario político descrito como enemigo y demonizado es otro elemento de peligrosa prospectiva.

6. El uso de simbologías apropiables y la destrucción de inapropiables es un elemento importante: el nazismo tomó del comunismo el rojo de su bandera, suplantándolo, pero eliminaba simbologías y realidades del comunismo, socialismo, judaísmo.

7. La expresión del “cobro” rememora el elemento de restitución que el nazismo reclamaba a una injusticia histórica sentida en Versailles y a la Italia que se consideraba no recompensada con justicia en el mismo tratado.

8. Importante destacar que en este caso, no hay nacionalismo, a menos que se considere la sumisión a otra nación (EEUU) como nacionalismo. Si fuera fascismo, sería fascismo subsidiario.. semejante a lo que en los años 70 se denominada “Sub-imperialismo” para referirse a Brasil (Marini).

Espero que este dossier y este Congreso, pueda darnos luces en un compartir de reflexiones, opiniones e investigaciones que puedan abrirnos caminos de lucha contra dos males que amenazan a la humanidad: tanto las prácticas fascistas, como el totalitarismo implícito en la imposición del régimen neoliberal.

Fuente: REDH

Foto: AR

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