Internacionales

El odio

Por Alí Ramón Rojas Olaya

Después del épico triunfo de Nicolás Maduro Moros en las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, al pueblo venezolano no lo han dejado celebrar como merece festejarse un acontecimiento de tal magnitud.

El odio, desatado en algunos sectores de los perdedores, es un sentimiento de oscura repulsión. Es el caldo de cultivo de la ira. La campaña violenta de animadversión y rencor planificada desde Washington desata entre quienes detestan al presidente, una serie de hechos terroristas y una vomitiva sarta de descalificativos contra los chavistas. Explica el escritor suizo Hermann Hesse (1877-1962) que “cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros”.

Para el dramaturgo estadounidense Tennessee Williams (1911-1983) “el odio es un sentimiento que sólo puede existir en ausencia de toda inteligencia”. El filósofo y psicólogo argentino José Ingenieros (1877-1925) argumenta que “el hombre que ha perdido la aptitud de borrar sus odios está viejo, irreparablemente”. El novelista francés Víctor Hugo (1802-1885) señala que “cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga”.

El escritor irlandés George Bernard Shaw (1856-1950), por su parte, expone que “el odio es la venganza de un cobarde intimidado”. Los sentimientos negativos: el rencor, la ira, el odio, la venganza, el resentimiento, la hostilidad, la intriga, la cizaña y los celos son enfermedades del alma. Quienes se alegran cada vez que hay un apagón o cuando se activa el dólar paralelo, además de tener un nivel espiritual muy bajo, tienen enferma la conciencia. La xenofobia, misoginia, homofobia, apartheid, machismo, sexismo, racismo y aporofobia (odio a los pobres), son síntomas de este mal. Quien odia excreta en las redes infoelectrónicas (mal llamadas sociales) todas sus miserias. Baila, ríe y celebra la violencia. Si tiene poder tortura, invade, extermina, desacredita, explota, usa la ciencia sin conciencia. Nerón, Calígula, Atila, Hitler, Mussolini, Roosevelt (los dos), Kissinger, Pinochet, Thatcher, Reagan, Bush, Obama, Trump, Uribe, Milei, Biden, son algunos ejemplos. La manifestación de odio por el triunfo de la Revolución Bolivariana tiene un antecedente que nos toca el alma.

De Bolívar, la prensa enemiga decía que tenía un chancro en el ano y su muerte fue “celebrada” y difundida así: “¡Bolívar, el genio del mal, la tea de la discordia, el opresor de su patria, ya dejó de existir! La oligarquía venezolana propuso un decreto para: (1) quitarle a ese “hijo espurio” los títulos y quemarlos y (2) considerar el 17 de diciembre de 1830 día infausto porque Bolívar murió de muerte natural cuando debió haber sido fusilado o ahorcado. Quien odia tiene la ilusión marchita, trueca en puñal la seda, aborrece al sol porque brilla. Hay sólo dos vías de convivencia: amar u odiar, el bien o el mal, socialismo o barbarie. Por eso Simón Rodríguez (1769-1854) nos recuerda que vinimos al mundo a “entreayudarnos no a entredestruirnos”

Fuente: REDH

Foto: France24

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