Cuba

De Corazón por Guantánamo

Tras el paso del huracán Oscar por Guantánamo han sido muchas las muestras de solidaridad de jóvenes santiagueros por esa tierra hermana.

Por Roberto Peña Álvarez

Apenas amanecía y aquellos jóvenes doblegaban la carretera en una camioneta cargada con destino a Imías, uno de los territorios más afectados tras el paso del huracán Óscar por Guantánamo. Iban con la certeza de que toda ayuda era poca, pero necesaria. Reían, recordaban, cantaban a tramos, imaginaban, deseosos de llegar a su destino. Prestos a ayudar.

De Corazón, el proyecto surgido hace cuatro años con el objetivo de donar e intercambiar medicamentos en medio de una pandemia terrible, cumplía ahora una de las funciones que se acordaron en los estatutos del grupo y ahora recuerda Margarita, vicecoordinadora nacional de la Red. Esa es la de ayudar en caso de ocurrir un desastre natural.

Sobre el mediodía llegan. Eran de los primeros en entrar al pueblo luego de restablecidas las vías de acceso que el agua había borrado con su fuerza. Uno de ellos, periodista, anota en su celular: Todo está como dormido. La gente camina, conversa, limpia, pero todo parece dormir. Solo se escucha hablar a la radiobase -comunicación por altoparlante-. El resto es silencio.

Son recibidos por las autoridades del gobierno. Todos están en función de la recuperación. Solo eso se puede hacer ahora: trabajar mucho para recuperar lo poco que quedó y levantar otra vez. No se pierde el tiempo. No se puede. En el centro los espera un camión. La camioneta no llegaría jamás a las comunidades a las que van y es necesario hacer el trasbordo: dos maletines con ropa y zapatos, una caja de medicamentos, algunos juguetes, una caja de libros y trescientos módulos de aceite, espaguetis y puré de tomate, son montados en el camión de montaña que ha de llevarlos al corazón de Imías, donde más terrible fue el desastre.

Estamos lejos de casa. Aquí es más denso el verde. Hay fango por todas partes. No hay sol, vuelve a escribir.La carga, es resultado de días de esfuerzo y la colaboración de corazoneros, vecinos, familiares, los emprendimientos Juguetes Didácticos y Roci Crochet, así como el gran apoyo de Paradise Shop, un negocio que vibra con el sentir de la gente. Apoyaron también autoridades de la provincia santiaguera y de Guantánamo en la organización. Ahora las cajas y bultos se zarandean en cada subida, y con ella aquellos jóvenes, que a brazo extendido saludan a los pobladores que se asoman al camino.

En la circunscripción dieciocho la gente está como aletargada. Hay quien aún llora. La zozobra es mucha. Nos conmueve. Mucha gente lo ha perdido todo. El agua les borró la casa y con ella años de esfuerzos que sabemos enormes. Y aún así quieren darlo todo. Sonríen y agradecen. Brindan café. Nos negamos. “Guárdelo para usted, no se preocupe”. Insisten. Brindan lo que tienen, No nos podemos negar. Tomamos café. Nos vuelve el alma al cuerpo. Son las cuatro y media de la tarde. El camión está casi vacío. Más de trescientas familias, si acaso es posible, dormirán un poco más tranquilas esta noche. Nosotros también. Después de un día de nubes, solo ahora sale el sol. Débil, pero sale. Pienso. La naturaleza, ayer feroz, hoy nos sonríe.Los ocho jóvenes no se detienen ni un instante. Leydis y Margarita entregan ropas y medicamentos. Nathalia y Gisell la comida, Yaser y Adrián conversan con los vecinos, Gretchen va de un lado a otro, planifica, habla con los niños y Betto anota: estamos agotados, pero hay muchas cajas en el camión. Quedan ayudas, la tarea no termina. Seguimos.

Una mujer ha cerrado su casa y ahora vive al frente con su familia. Consultamos entre nosotros y decidimos entregarles dos módulos de comida. Nos acercamos. La mujer solo acepta uno. “Alguien más lo necesitará”, nos dice. Nathalia insiste, la mujer se niega. ¡Qué mujer aquella!Vamos de puerta en puerta. Saludamos. “Hola, somos De Corazón, una red nacional…, venimos de Santiago”. Hay quien no lo cree aún. De tan lejos…gracias. Nos dicen.

A oscuras. Sin electricidad y con la poca carga de los celulares se entrega el último módulo. Dos ancianos, que llevaban entonces más de una semana durmiendo en el suelo mientras el colchón se secaba al aire, reciben agradecidos la modesta ayuda. Firman y seguimos .

Contra gigantes: el agotamiento, el calor, el tiempo, la noche que se acerca, poco o ningún alimento -no hay tiempo para pequeñas cosas hoy-. Contra sus propios molinos -ninguno que se resista a la pujanza de valientes-, sigue De Corazón, en el corazón de Imías, junto a todos los que tanto han dado, entregando mucho más que alimentos. Mucho más. Hay que verlo. Hay que estar. Entonces dan ganas de quedarse y entregarse y ayudar a levantar, y escuchar el llanto y pasar la mano y brindar el hombro. No hay otro modo de describirlo. Hay que estar y verlo. Solo así se entiende.Subimos al camión. Nos esperan cinco horas de viaje en el regreso. Volvemos a Santiago con la certeza de regresar pronto. Con la seguridad de habernos quedado para siempre en aquellas tierras. Regresaremos, y lo haremos pronto.

Niños de la comunidad El Canal mandaron sus mensajes a los niños santiagueros que compartieron sus cosas

Fotos: Miguel Antonio Dalmau Poveda/ Periódico Venceremos

Preparación en cajas de los módulos de alimentos a 300 personas. Todo se preparó en la casas de los miembros de De Corazón

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