A 45 años de un crimen de odio
Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial
Resumen Latinoamericano
Cuando todavía el estupor y la repulsa crecían en la emigración cubana, por el asesinato del joven Carlos Muñiz Varela en Puerto Rico, a mano de terroristas de grupos fascistas en la emigración cubana, por el solo motivo de viajar a su país de origen, otro crimen, tal vez más horrendo por la forma en que se produjo, enlutó a los cubanos de ambas orillas del Estrecho de la Florida.
“Te quedan 2 meses y 5 días”. Esta fue la sentencia de muerte, que adelantó la organización terrorista Omega-7, contra el líder comunitario cubano y miembro del Comité de los 75, Eulalio José Negrín Santos, quien fue ultimado al cumplirse ese plazo el domingo 25 de noviembre de 1979, cuando en compañía de su hijo Ricardo de doce años, se dirigían a la iglesia.
Salió de Cuba, por causas personales en 1962 por vía legal. Ejercía el periodismo, era abogado, poeta y soñador. El “guajiro” Negrín, como se le conocía en Estados Unidos, vivía modestamente y ayudaba a los emigrados cubanos, era reconocido y respetado en la comunidad. Su causa era la unificación de los cubanos, acercar a los emigrados a su país de origen, luchar contra el terrorismo que amedrentaba a sus congéneres.
Creía, que en cualquier lugar del mundo se podía luchar por un ideal. Residía en Union City, Nueva Jersey, que era uno de los cubiles de los violentos “cabezas calientes” en la emigración, allí instaló su oficina, donde mantenía el Programa Cubano de Ayuda. El 25 de marzo de 1979, le colocaron una bomba en ese local, que fue atacado varias veces por el grupo terrorista Omega 7, fundado el 11 de septiembre de 1974, en homenaje al primer aniversario del sangriento golpe de Estado en Chile.
También, Eulalio recibía llamadas telefónicas donde lo amenazaban, le decían: “te queda poco” o le ponían una grabación para que escuchara el tic tac de un reloj, que le anunciaba la inminencia de su muerte. Recibió incluso una tarjeta timbrada con el logo de Omega 7, que decía: “Para que te acuerdes de tus amigos te quedan 2 meses y 5 días”.
Él pidió protección para su vida a las autoridades norteamericanas y estas –en componenda con los terroristas, le hicieron caso omiso a su reclamo. Los ejecutores materiales y los promotores intelectuales fueron detenidos cinco años después, por haber realizado otros actos de terror y en el proceso judicial, reconocieron haberlo ultimado.
En su último viaje a Cuba dejó un testamento donde pedía que en caso de morir su cuerpo reposara en su país de origen. En la despedida de duelo en su pueblo natal de Juan Gualberto Gómez, Matanzas, René Rodríguez Cruz, entonces presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, ICAP, dijo: “A la Patria, una vez marchado de ella, solo se vuelve con la honra del deber cumplido”.
Su hermana, en su último viaje le había pedido que se quedara en Cuba y él con gran convicción le respondió: “Mi lucha es allá, y no creas, para vivir allá, como yo vivo, hay que tener bien puestos los pantalones”.
El odio y la intolerancia continuaron, pero también más voces en público y en secreto se alzaron contra el terrorismo, quienes lo hicieron debieron pagar una elevada cuota de sangre y enfrentarse a fuerzas extremistas dentro de la emigración cubana radicada en ciudades estadounidenses. Sería una lucha larga, que aún perdura.
El fascismo reverdece en sectores de la emigración cubana, inspirado en la creciente intolerancia que aúpa los odiadores habituales, que sueñan con la caída de la Revolución Cubana ante la avalancha de rencor de figuras de la flamante administración estadounidense, que asegura que impondrán la paz mundial por medio de la fuerza.