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Quiénes ganan y quienes pierden con el Tratado Mercosur-UE

Tras 25 años de negociaciones, el Mercosur y la Unión Europea firmaron este viernes en Montevideo una carta de intención para alcanzar un tratado de libre comercio. La iniciativa es resistida por pequeños productores e industriales y celebrado por las grandes corporaciones y agroexportadoras.

El acuerdo alcanzado llega tras más de dos décadas de negociaciones, representa un hito significativo en las relaciones económicas y políticas entre los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y los 27 Estados miembros de la Unión Europea (UE). Sin embargo, aún debe superar importantes obstáculos políticos, incluidos procesos de ratificación en los parlamentos de ambas regiones.

El analista internacional Juan Raúl Ferreyra explicó a teleSUR que lo alcanzado este viernes es una «carta de intención» lo cual es apenas un requisito previo a los tratados mediante el cual cada estado miembro cada parte miembro establece «qué productos quedarían eximidos de la baja arancelaria que implicaría el tratado de libre comercio».

Sin embargo, Ferreira recordó que el pliego ahora deberá ser aprobado por los parlamentos de los países de ambos bloques y en Europa «Francia sigue insistiendo que no lo va a aprobar» y la propia presidenta comisionada de la Unión Europea, Úrsula von der Leyen manifestó minutos antes de terminar la reunión que había recibido un telegrama del presidente Macron donde decía que varias de las cláusulas aprobadas por el Mercosur son absolutamente inaceptables para su país.

“Este acuerdo es un punto de partida, pero está lejos de ser el cierre definitivo”, resaltó el analista.

Tensiones

El acuerdo no ha estado exento de controversias. Francia, liderada por Emmanuel Macron, ha expresado una fuerte oposición, argumentando que las políticas ambientales del Mercosur son insuficientes para cumplir los estándares europeos.

Históricamente, Francia ha sido uno de los principales opositores a la firma de un acuerdo de estas características, que, en rasgos generales, implican la baja de tasas para los productos del agro sudamericano a cambio de menores aranceles a las manufacturas europeas.

Sin embargo, en la actualidad Francia atraviesa una crisis política de envergadura por el cual el presidente galo aceptó la renuncia de Michel Barnier, a quien había designado en ese puesto el pasado 5 de septiembre. La renuncia llegó luego de una moción de censura del parlamento donde la izquierda controla la mayoría del Parlamento y desaprobó el paquete de ajuste fiscal de Barnier.

Por esta situación, la decisión de Úrsula von der Leyen es señalada como de oportunismo por medios europeos.

En Sudamérica, el tratado también es resistidos. Las críticas se centran en los impactos que podría tener sobre pequeños productores agrícolas e industrias locales. El corresponsal de teleSUR, Nacho Lemus, señaló que “festejan el agronegocio y las farmacéuticas europeas, pero para los pequeños agricultores y la industria regional, estas son malas noticias”.

Además, el acuerdo ha generado preocupación en organizaciones ambientalistas, que temen un aumento de la deforestación en la Amazonía debido a la expansión de actividades agrícolas. Por su parte, los países del Mercosur ven en este tratado una oportunidad para atraer inversiones en energías renovables y tecnología, sectores que, según el texto, podrían recibir incentivos especiales.

Beneficios y controversias económicas

Desde el punto de vista económico, el acuerdo podría potenciar un intercambio comercial que ya supera los 109.500 millones de euros anuales. Los países europeos buscan diversificar sus cadenas de suministro, especialmente en un contexto de tensiones geopolíticas globales.

Según Eurostat, las exportaciones de Europa al Mercosur están dominadas por productos farmacéuticos, maquinaria y materiales de transporte, mientras que el Mercosur exporta principalmente carne, minerales y productos agrícolas.

No obstante, economistas advierten que la reducción arancelaria podría aumentar la dependencia de los países sudamericanos en la exportación de materias primas, limitando el desarrollo de industrias locales.

Al respecto, Ferreira enfatizó que “este tipo de acuerdos a menudo benefician a las grandes corporaciones, dejando en desventaja a los sectores más vulnerables de la economía”.

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Proyecciones y desafíos

Aunque se ha dado un paso importante, el camino hacia la implementación plena del acuerdo aún enfrenta desafíos. Los parlamentos europeos y sudamericanos deberán ratificar el tratado, un proceso que podría extenderse por meses o incluso años.

Para el Mercosur, este tratado podría significar una mayor integración económica con Europa, pero también obliga a los gobiernos a encontrar un equilibrio entre las exigencias internacionales y la protección de sus sectores más vulnerables. En palabras del presidente brasileño Lula da Silva, “el acuerdo es una oportunidad para fortalecer nuestras economías, pero debemos asegurarnos de que sea justo y sostenible para todos”.

Por su parte, Von der Leyen destacó que “este tratado no solo busca fortalecer el comercio, sino también construir puentes en temas de sostenibilidad y tecnología”

En tanto, en junio de 2019 también se alcanzó un “acuerdo de principio”, calificado como histórico por ambos bloques. Sin embargo, la ratificación del acuerdo se enfrentó a numerosos desafíos, especialmente por las discrepancias entre los estados miembros de la UE.

Tanto en ese momento como ahora, países como Alemania y España respaldaron el acuerdo. Sin embargo no superaron la oposición e influencia de Francia que impidió la implementación del mismo. En adelante, el acuerdo debe ser aprobado por los 27 estados miembros de la UE y los países del Mercosur, un proceso que podría prolongarse y naufragar si no consigue los avales necesarios.

Tomado de Resumen Latinoamericano Argentina.

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