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Marco Rubio, el odio como negocio y escalera política

Por Raúl Antonio Capote* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Apenas 24 horas después de que el presidente saliente de EE.UU. Joe Biden sacara a Cuba de la falaz lista de estados que patrocinan el terrorismo, el senador republicano de Florida Marco Rubio, se pronunció al respecto.

Durante su audiencia de confirmación en el Senado, para convertirse en el próximo Secretario de Estado, afirmó que Cuba pertenecía a la lista “sin lugar a dudas”.

No tengo ninguna duda de que cumplen todos los requisitos para ser un estado patrocinador del terrorismo”, dijo.

El peor enemigo del pueblo cubano, agregó que la próxima administración “no estaba obligada a cumplir con los acuerdos de último minuto de Biden”.

Conocemos bien la posición del político estadounidense, aliado de las fuerzas más retrógradas y reaccionarias de Florida, su carrera se ha basado en el odio contra la tierra de sus padres, ha sido el artífice de la línea de máxima presión aplicada por Trump contra Cuba.

Durante la audiencia, una activista irrumpió dentro del Senado de EE.UU., para denunciar que las sanciones promocionadas por Rubio contra países latinoamericanos que no se alinean a la agenda de Washington, provocan la muerte de niños en esas naciones.
“Las sanciones de Marco Rubio están matando a niños en Nicaragua, Cuba y Venezuela” gritó la mujer.

Un poco de historia, en 1982 la administración de Ronald Reagan designó a Cuba “estado patrocinador del terrorismo”, argumentando el apoyo a causas revolucionarias y nacionalistas en América Latina y África.

En mayo de 2002, el entonces subsecretario de Estado, John Bolton, realizó el discurso Más allá del eje del mal: amenazas adicionales de las armas de destrucción masiva, donde adicionó a Cuba al eje del mal.

Esa intervención permitió establecer una relación simbólica entre terrorismo y Cuba, al acusar, entre otras cosas, a la Isla de la fabricación de armas biológicas de destrucción masiva.

El 8 de abril de 2015, Kerry recomienda al entonces presidente Barack Obama, que retire a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, lo que ocurre una semana antes del encuentro de este último en Panamá con el General de Ejército Raúl Castro Ruz.

Durante la administración de Donald Trump, sobresale la firma del Memorándum Presidencial de Seguridad Nacional sobre el Fortalecimiento de la Política de los Estados Unidos hacia Cuba (Departamento de Estado, 2017), el que acentuaba las medidas coercitivas, para limitar al máximo la entrada de divisas y lograr la asfixia económica.

La entrada de Bolton y Mauricio Claver-Carone, marcó el regreso a la retórica de la época de Bush y al uso del terrorismo para satanizar a la Isla rebelde.

En 2019, dos años después de que Trump asumiera el poder, el Departamento de Estado, volvió a incluir a Cuba en su Informe de los países sobre Terrorismo, pero en el acápite general de América Latina.

Así las cosas, el 11 de enero de 2021, nueve días antes de Trump dejar el gobierno, el secretario de Estado, Mike Pompeo, anunció nuevamente la designación de Cuba como “estado patrocinador del terrorismo”.

Los “argumentos” fueron: alberga a fugitivos estadounidenses y dirigentes de grupos rebeldes colombianos, y apoya al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.

El discurso del poder en Washington necesita construir en lo simbólico, una Cuba vinculada al terrorismo, les sirvió durante años, sobre todo mientras libraban la “batalla global contra el terror”.

Ahora no les funcionaría igual en ese sentido, pero sí en el de país “enemigo” de Estados Unidos, veremos que pauta maneja ahora el verdadero poder.

La suerte de la Mayor de las Antillas dependerá en primer lugar de su capacidad de resistencia, de su potencial para hacer el milagro de levantarse de la crisis económica, de su alianza con los BRICS y de abrirse nuevos espacios de desarrollo, que le permitan fortalecerse ante un antagonista que cree tenerla donde quiere.

No menos importante será el papel de la solidaridad internacional y de la posición de los principales gobiernos con relación a la guerra económica.

Ante la disyuntiva de la esclavitud, el oprobio y las cadenas, no hay otra opción para los cubanos que la victoria, la historia demuestra con absoluta claridad, que lugar les corresponde a los pusilánimes y a los que confían en las” buenas intenciones” de los poderosos de este mundo.

(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.

Foto de portada: DW.

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