Injerencia de la CIA en Venezuela (II y final)
José Luis Méndez Méndez
Especial para Resumen Latinoamericano
Imagen: IA
Las apetencias de Estados Unidos por apoderarse de las enormes riquezas que la naturaleza dotó a Venezuela se remontan a siglos en el pasado remoto. Un acercamiento al siglo XIX nos muestra cuando ese país invocó a la entonces flamante Doctrina Monroe, para imponer el bloqueo naval y evitar que potencias europeas invadieran el territorio venezolano con el pretexto del no pago de su “deuda externa” y cobrar por la fuerza las deudas contraídas.
Ahora, la llamada eufemísticamente oposición en Venezuela, que en realidad es una contrarrevolución, que al decir de Carlos Marx, le es inherente a toda revolución, está desgastada después de tantos años de intentos por revertir la obra de los patriotas venezolanos, lo han intentado casi todo, incluido el asesinato político, ahora el magnicidio cobra más fuerza, cuando una vez más no han podido vencer en las urnas e inventan todo tipo de artimañas como apelar al cacareado “fraude electoral”, típico en todas las elecciones celebradas y por convocarse.
El criminal candidato republicano en Estados Unidos, gritó fraude, antes de terminar el conteo de votos y hasta el presente no ha reconocido al vencedor Joseph Biden como su presidente y durante cuatro años siguió en el pataleo.
Instigó el frustrado golpe de Estado con la toma del Capitolio, cometió fraudes, felonías de todo tipo y aún así resultó electo, incluido haber exhibido su orejuela levemente lastimada como “victima” de un atentado, que le sumaron seguidores y borrado todas las demandas en su contra por diversos crimines habituales y hartamente conocidos.
En Venezuela desde Carmona “el breve”; el bufón Guaidó, devenido en esquilmador de arcas públicas nacionales entregadas por el imperio; la inveterada señora malgastada como candidata, han seguido varios Capriles, López, hasta el reciente devenido hombre de la CIA en Caracas, con pasajes turbios de servicios prestados en la guerra criminal y agresora de Estados Unidos en Centroamérica.
El triunfo del presidente Nicolás Maduro Moros, salvó a Venezuela de ser gobernada por el agente de cambio de la CIA, que lo desempolvo, al quedarse sin fichas para el juego opositor.
La historia no comenzó, con el triunfo de la Revolución bolivariana, varias décadas antes ya la CIA, intervenía para someter a millones de venezolanos. Esta agencia amplío y fortaleció sus estructuras operativas en su estación de Caracas; experimentados oficiales son trasladados de diversos orígenes hacia la organización especializada WH-3, hemisferio occidental No. 3, un grupo experto creado por esa agencia para evitar el probable impacto y ejemplo de Revolución cubana en Venezuela, donde había suficientes condiciones objetivas para generar esfuerzos dirigidos a la liberación nacional.
El testimonio de uno de los seleccionados, el oficial Joseph Burkholder Smith, aparecido en su libro Retrato de un Guerrero Frío, revela y expone con toda nitidez las pretensiones de la administración “demócrata” de John F. Kennedy por evitar que en Venezuela se produjeran cambios democráticos. De hecho, Burkholder expresa: “Cuando asumí la responsabilidad de la sección venezolana en agosto de 1961, todavía no estaba claro qué ocurriría respecto a Cuba, pero el presidente le había ordenado a la Agencia (CIA) que garantizara poner fin a los esfuerzos de Castro por exportar su revolución en el hemisferio. Venezuela era uno de los lugares que Castro había seleccionado como objetivo prioritario para realizar la revolución. La razón era clara –el petróleo–. No era sólo el hecho de que Castro pudiera utilizar el petróleo para sí, sino que la idea de que un gobierno marxista bajo su influencia le negara a los Estados Unidos su principal fuente de crudo del exterior era una idea a acariciar. Cuando analicé los activos de la estación de Caracas, con franqueza me sentí desalentado respecto a la posibilidad de detenerlo”.
Según este oficial de la CIA ya retirado, los esfuerzos de la estación de la CIA estaban concentrados en conocer a la policía de Rómulo Betancourt, quien el 7 de diciembre de 1958 había resultado electo presidente de Venezuela, era fundador y líder del partido Acción Democrática. Su gobierno autoritario y derechista estuvo identificado con Estados Unidos. En su mandato creó diferentes cuerpos represivos, entre estos la mencionada DIGEPOL, la llamada PALPOL, la PTJ, la tenebrosa Casa Gris, la SIM, la SIP y los llamados terribles “Sotopoles”.
Aun así, la CIA no confiaba en ellos. Con el derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez se habían producido cambios y había dudas sobre el supuesto pasado oculto de Betancourt, de quien se decía que había tenido ideas comunistas en algún momento de su vida política.
El presidente John F. Kennedy había dado órdenes expresas de realizar acciones para evitar el avance de la influencia revolucionaria de la Revolución cubana por medio de su ejemplo, lo que se generalizó entonces como “exportar revolución”, si eso fuese posible y si las ideas no estuvieran acordes con las exigencias del momento histórico. Un vasto plan de contrainsurgencia se puso en marcha por esa administración norteamericana para diseminar por toda América Latina asesores para los cuerpos represivos, muchos de ellos seleccionados dentro de la cantera amplia de sus agentes captados entre los mercenarios de origen cubano, que habían sido derrotados en la invasión que fracasó en Playa Girón.
La estación de la CIA local no estaba preparada entonces para cumplir esa misión y debía cambiar. Según Burkholder, en julio de 1961 el dinero sobraba para subvertir el orden interno de Venezuela. Se había asignado una partida adicional de diez millones de dólares, que era entonces una cifra considerable. Ni en ese país ni en otros del área, susceptibles del ejemplo cubano, había proyectos específicos en qué invertir para alcanzar los objetivos presidenciales. El reto era lograr la capacidad inmediata para realizar operaciones políticas de influencia y recopilar información certera y oportuna, que pudiera pronosticar e influir en el curso político del país acorde con los intereses estadounidenses, que desde hacía años añoraban controlar los enormes recursos naturales de Venezuela en explotación y sus reservas. Este era, ha sido y es el verdadero afán de dominación.
La CIA en Venezuela, no perdía ninguna oportunidad para intentar frenar el impacto de la Revolución cubana, desacreditarla, plantar evidencias falsas para insistir en su aislamiento político y diplomático y en cada país colocaban a la Isla como una amenaza. En Argentina, no se les daba crédito a sus mensajes tenebrosos sobre los cubanos. Para los argentinos, los cubanos eran un chiste, repetían a los asesores de la CIA: “no es posible que exporten su Revolución a Argentina, el único revolucionario de verdad en Cuba, es un argentino, Che Guevara” le coreaban a su asesor.
Las décadas de tenaz esfuerzo por subvertir y derrocar al Gobierno bolivariano y revertir las conquistas alcanzadas por el pueblo, proceso soberano refrendado y demostrado en sucesivas elecciones nacionales. La maestría política venezolana ha vencido a la omnipresente agencia estadounidense, que no ha cejado ni cederá en el intento, es una depredadora que no se convertirá jamás en vegetariana.
20 de junio de 2025
Nota: Tomado de un libro homónimo del propio autor en fase de revisión.

