Internacionales

El sionismo se expresa matando de hambre a los niños

Artículo de Izzat al-Rishq, miembro del Buró Político de Hamas, publicado en Al Jazeera Net

El número de mártires que han perdido la vida debido al hambre sistemática impuesta por el sionismo en la Franja de Gaza ha alcanzado los 159, entre ellos 90 niños. Más de dos millones de personas están amenazadas por la hambruna, incluidos 40 mil bebés en riesgo de muerte inmediata y 60 mil mujeres embarazadas. Estas cifras interpelan a toda la humanidad, especialmente a los árabes y musulmanes: ¿Dónde están frente a este crimen que ha superado todos los límites y cuya atrocidad ya no puede ser descrita con palabras?

El ejemplo con el que inicio este artículo explica —sin justificar— la postura de Estados Unidos respecto al uso de alimentos y medicinas como herramientas de guerra. Al fin y al cabo, EE. UU. es el único salvavidas del Estado ocupante, y el respaldo político, financiero y militar de su ejército brutal, incluyendo el uso del hambre.

Durante la guerra civil estadounidense (1861–1865), el presidente Abraham Lincoln aprobó el “Código Lieber”, que autorizaba al ejército estadounidense a “matar de hambre al enemigo, armado o no armado”, según el artículo 17. Esta política inhumana no fue abandonada por EE. UU. sino más de 150 años después.

Reino Unido no fue menos brutal durante la Gran Hambruna Irlandesa (1845–1852), que causó la muerte de más de un millón de personas y obligó a otro millón a emigrar. El objetivo era el mismo: acelerar la rendición de la resistencia e imponer condiciones coloniales humillantes, tras la derrota moral de los combatientes al ver morir de hambre a civiles, niños, enfermos y ancianos.

Ante el hambre que literalmente devora los cuerpos en Gaza, la ocupación pisotea todos los marcos legales, humanitarios e internacionales que condenan este acto. Nos preguntamos por el destino y la utilidad de los Convenios de Ginebra, sus protocolos adicionales, el Cuarto Convenio de Ginebra que prohíbe privar a los civiles de lo necesario para vivir, el Protocolo I de 1977 que prohíbe el hambre como método de guerra, el derecho internacional consuetudinario, la resolución 2417 del Consejo de Seguridad que condena el uso del hambre como arma de guerra, y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de 1998 que considera el hambre como crimen de guerra.

La ocupación y sus aliados —especialmente EE. UU.— buscan, mediante esta escena brutal, reconfigurar la conciencia colectiva palestina y árabe, imponiendo una ecuación que dice: todos deben rendirse, o enfrentarán la fuerza abrumadora usada en Gaza, que también alcanzará a quienes apoyen su causa.

El ente sionista sabe bien que ningún medio puede limpiar la vergüenza acumulada desde el 7 de octubre. No habría recurrido a la guerra del hambre si hubiera logrado quebrar la resistencia, liberar a sus prisioneros por la fuerza, o doblegar la voluntad del pueblo palestino en Gaza. Ante su fracaso, ha optado por lo más vil que puede concebir una mente criminal desprovista de valores humanos.

El problema de la ocupación y sus aliados es que aún no comprenden el alma árabe musulmana, ni su forma de enfrentar las crisis, ni su rechazo a la rendición, ni su orgullo y sentido de la dignidad. Los pensadores de la ocupación siguen sin entender el significado del amor por la patria… y seguirán sin entenderlo.

Aquí repito los versos del mártir comandante Mohammed al-Daif en su grabación:

Como tú estás aquí, yo estoy sembrado
Y tengo en esta tierra miles de semillas
Y por más que los tiranos intenten arrancarnos
Las semillas volverán a brotar…

Fuente: Agencias / Foto: BBC

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