El narcotráfico y la conjura de las ejecuciones extrajudiciales (V)
Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial
Resumen Latinoamericano
Dando continuidad al diseño de la CIA, de cómo ejecutar el exterminio selectivo de objetivos de “alta gama”, el 9 de agosto de 1998 se conoció que un comando terrorista a la orden de Luis Posada Carriles e integrado por otros tres criminales se conjuraban para ultimar al presidente cubano durante su asistencia a la Reunión Especial de Jefes de Estado y de Gobierno de Cariforum, un organismo regional que integra a los catorce países de la Comunidad del Caribe (CARICOM), Haití y República Dominicana. Cuba como miembro observador, asistiría a la reunión que se celebraría del 20 al 22 de agosto.
La IX Cumbre se efectuó en La Habana en 1999 y los terroristas conocían que la X jornada presidencial se efectuaría al año siguiente en Panamá y hacia esa oportunidad encausaron sus preparativos. Un comando de profesionales del crimen se dio cita para realizar un acto de terror concebido para asesinar a cientos de personas incluido el presidente de Cuba durante el discurso que pronunciaría el Mandatario en el Paraninfo de la Universidad Autónoma de Panamá, que se ideaba hacer estallar mediante el empleo de explosivos de alto poder.
Esta intención fue denunciada por el propio presidente cubano el 17 de noviembre a su arribo a Panamá lo cual permitió la detención de Luis Posada Carriles, Gaspar Jiménez Escobedo, Pedro Remón Rodríguez y Guillermo Novo Sampoll, todos experimentados criminales conocidos de las autoridades norteamericanas, con todos los medios para la acción y el testimonio de varias otras personas involucradas en el plan. Durante casi cuatro años se investigó, proceso, juzgó y condenó a benignas penas a los terroristas por las autoridades panameñas.
Finalmente, la injusticia prevaleció y la entonces presidenta panameña Mireya Moscoso indultó al comando terrorista el 25 de agosto de 2004 y en la madrugada de ese día fueron liberados. Posada se refugió en Honduras hasta marzo de 2005 cuando se trasladó ilegalmente a Estados Unidos, donde podía estar mejor protegido y los otros criminales viajaron directamente a territorio norteamericano donde viven sin ser molestados.
En gesto genuflexo y dadivoso Mireya Moscoso informó de inmediato su decisión al embajador de Estados Unidos en Panamá, Simón Ferro, de origen cubano y con place ladino le confió haber cumplido el pedido recibido para la liberación de los matones.
Esta no fue solo una gratuita postura de entreguismo en el ocaso de su mandato, por ese gesto recibió el botín que los terroristas de Miami le ofrecieron como recompensa por el rescate. Una de sus hermanas se encargó de recibirlo.
El proceso legal contra los terroristas no estaba terminado, la representación de los abogados querellantes había solicitado la revisión de la condena para elevarla. Se consideró inconstitucional el indulto otorgado. Las autoridades de Cuba presentaron la denuncia ante el presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, por medio de la carta del 21 de septiembre de 2004.
Después de haber entrado ilegalmente a Estados Unidos, Luis Posada Carriles fue encausado en el 2005 por faltas leves del reglamento migratorio y no por su extensa hoja de vida como terrorista, en uno de los procesos judiciales más dilatados de la historia de ese país. Por más de seis años de amañadas y dilatadas medidas judiciales se le juzgó y finalmente en abril de 2011 fue declarado inocente.
Los intentos magnicidas no cesaron en décadas. La Revolución cubana victoriosa ha seguido adelante enfrentando y venciendo a otros cientos de planes agresivos en su contra, que urdieron y traman las agencias norteamericanas como la CIA, pero la aspiración de intentar revertir el camino tomado por millones de cubanos continúa en las quimeras del Imperio.
Los documentos desclasificados en ocasión del 60 aniversario de la Crisis de Octubre, sólo reiteran lo conocido y denunciado. Cuando la CIA empleó a mercenarios de origen cubano en los programas de contrainsurgencia, los utilizaron en operaciones de exterminio de líderes políticos. Cuando fue asesinado el chileno Orlando Letelier del Solar en la capital de Estados Unidos, este lideraba la oposición contra la junta fascista de su país en Estados Unidos. Su eliminación, con la participación de los soldados de fortuna de origen cubano, envió un mensaje de terror a los opositores.
Antes, los asalariados cubanos habían participado en el intento de asesinato contra el líder opositor demócrata cristiano chileno Bernardo Leighton, en Roma, Italia, con el fin de amedrentar a la resistencia chilena en Europa, donde también conspiraron para eliminar a los líderes socialistas chilenos Carlos Altamirano y Valodia Terterboin en Europa, donde la DINA chilena actuaba con total impunidad. Se registra una marcada tendencia del empleo del asesinato político con fines contrainsurgentes en la dictadura castrense con el empleo de mercenarios de origen cubano.
Una revisión de los programas de la CIA sobre los calificados blancos de alto valor a nivel mundial sugiere que estas operaciones pueden desempeñar un rol útil cuando son parte de una estrategia de contrainsurgencia más amplia. Se entiende como complemento de las acciones que se planifiquen.
Se estima, entre los efectos estratégicos positivos potenciales de estas operaciones, la erosión de la efectividad de los insurgentes, debilitar su voluntad, reducir el nivel de apoyo a estos, fragmentarlos o dividirlos, alterar la estrategia de su organización en formas que favorezcan al gobierno que los combate, así como fortalecer su moral y este recibir apoyo. Este método se enseña en las academias militares estadounidenses y en otros países aliados, para su socialización y generalización desde el año 2020.
Los factores del grupo insurgente, que conforman el impacto en las operaciones, incluyen el grado de centralización de la dirigencia, la planificación de la sucesión y la fortaleza de la fuerza, el nivel de visibilidad, la etapa de ciclo de vida, la fortaleza de la causa y el apoyo popular y la existencia de un lugar de refugio. Factores subjetivos que con anticipación no se estudiaron a profundidad para tener un abanico de opciones y prever variables no controladas después de la eliminación.
También se suman factores gubernamentales, incluyendo la duración o intensidad del tipo de operación, la selección adecuada del método a utilizar y el propósito planificado. Por ejemplo, si se quiere eliminar en silencio o que trascienda, como puede ser una acción individualizada o con secuelas de propaganda para alcanzar un efecto trascendente.
El documento revela cómo el método de asesinar ha sido frecuentemente utilizado por la CIA en diversos países, durante años, con la participación de decenas de ejecutores. Se añade un listado de hechos, que frisa con la ficción, que en ocasiones nos las muestran películas dedicadas a la sórdida trama de los asesinatos por contrato o políticos y que nos instalan la imagen, que todo lo visto es obra de la imaginación de los guionistas y sus directores.
Ahora, este documento demuestra que sus aparentes inspiraciones pueden haber sido extraídas de la realidad más cruda, cuando conocemos por su medio, que una agencia oficial de un gobierno como Estados Unidos, que se precia de paladín de la democracia y los derechos humanos, asesina con total impunidad y ofrece un manual de cómo hacerlo mejor.
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
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