El narcotráfico y la conjura de las ejecuciones extrajudiciales (VI y final)
Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial
Resumen Latinoamericano
En estos planes magnicidas, inspirados en manuales de la CIA participaron de manera activa organizaciones terroristas integradas por emigrados cubanos, radicadas en Estados Unidos como la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) se especializaron para alcanzar este resultado. En la Primera Cumbre celebrada en Guadalajara, México, su intento se frustró, entonces ese grupo terrorista creó un grupo denominado Comisión Nacional de Seguridad que sería el encargado de seleccionar, armar y dirigir a profesionales para nuevas tentativas.
En la II Cumbre efectuada en Madrid, España en 1992, el terrorista Gaspar Jiménez Escobedo planeó derribar el avión civil cubano que llevó al Presidente de Cuba por medio de un cohete adquirido en Centroamérica. Ya este criminal había participado en otra intentona en ocasión de de la primera visita del Mandatario a Jamaica en octubre de 1977. En 1993, nuevamente participó en los preparativos de otro plan similar durante la probable asistencia del líder cubano a la toma de posesión del presidente hondureño Carlos Roberto Reina.
En ese mismo año se fraguó otro plan terrorista que sería ejecutado en el marco de la III Cumbre celebrada en Salvador de Bahía, Brasil.
Otro ensayo que alcanzó un desarrollo peligroso fue el preparado para ejecutarse con el empleo de fusiles de alta precisión proporcionados por la FNCA en la IV Cumbre convocada en Cartagena de Indias, Colombia. El terrorista internacional Luis Posada Carriles tuvo una participación decisiva en los preparativos, que continuaron para intentar la agresión durante la visita de Fidel Castro a Sudáfrica en ese mismo año. El presidente de la FNCA, Francisco José Hernández Calvo era el dueño de uno de las armas destinadas al asesinato.
La cacería siguió y en ese año los terroristas viajan a Sudáfrica para estudiar la posibilidad de ultimarlo, durante la toma de posesión de Nelson Mandela, a la cual asistiría.
Ante este revés la FNCA cambió de equipo, esta vez envió a Bariloche, Argentina donde se efectuó la V Cumbre en 1995 a un grupo de terroristas con su director, Roberto Martín Pérez Rodríguez, torturador de la policía de Batista al frente, quien después de estudiar y preparar durante meses la acción, desistió por los peligros que incluía el riesgo de perecer en el intento, para quienes participaran.
El cabecilla principal de esta organización terrorista Jorge Mas Canosa estaba harto de la falta de profesionalidad y entrega de sus terroristas por los reiterados fiascos sufridos en varios intentos para asesinar a Fidel. Ya en 1990 ante los acontecimientos políticos ocurridos en Europa y que auguraban el fin del Socialismo, Mas Canosa fue preguntado sobre el probable destino del líder histórico cubano: ¿Cuál puede ser el fin de Castro? y respondió «Una bala en su cerebro…»
Era una obsesión del jefe contrarrevolucionario, que afectaba su liderazgo y apeló a su carta de triunfo. Convocó al agente de la CIA y criminal probo Félix Ismael Rodríguez Mendigutía, quien en ese momento era directivo de la vencida Brigada 2506, integrada por mercenarios de origen cubano derrotados en Playa Girón.
El terrorista seleccionó a un grupo de experimentados criminales y viajaron a Viña del Mar, Chile donde se celebraría la VI Cumbre Iberoamericana. Como una treta, parte del plan magnicida, fue enviada una delegación de contrarrevolucionarios cubanos de la llamada Junta Patriótica Cubana de Venezuela con Nelly Rojas, una cercana colaboradora de Posada Carriles y al terrorista Salvador Romaní Orue al frente, para realizar disturbios y protestas con el apoyo de grupos fascistas chilenos y hacer creer que esta sería sólo la reacción ante la visita.
Como antecedente se conoce que, en 1971 en ocasión de la visita de Fidel Castro a ese país, un comando terrorista con el apoyo de los agentes de la CIA, Antonio Veciana Blanch y Luis Posada Carriles, había planeado asesinarlo en varias oportunidades durante sus recorridos. La caza continuaría.
El fracaso rotundo del nuevo intento para asesinar al mandatario cubano durante la VI Cumbre Iberoamericana en Chile, no hizo desistir a los directivos de la Fundación Nacional Cubano Americana de otros proyectos homicidas, aspiración de su jefe máximo expresada en junio de 1990 ante un grupo de estudiantes de una universidad en la Florida.
La vida del terrorista Mas Canosa se apagaba y eso le impidió alcanzar su propósito, entonces se encomendó a sus antiguos condiscípulos en la CIA, no quería otra decepción, su vida estaba llegando a su fin como consecuencia de una enfermedad terminal y quería pasar a la posteridad como un magnicida. Se conformó una tripulación de barco integrada por terroristas veteranos, todos con una amplia hoja de servicios con esa Agencia en agresiones contra Cuba. Se les dotó de todo lo necesario en equipos, armas, explosivos, logística y dinero en abundancia con un objetivo definido: matar al presidente de Cuba en Isla Margarita, Venezuela en ocasión de la VII Cumbre de Iberoamérica.
El grupo ejecutivo lo integraron Ángel Moisés Hernández Rojo, capitán de buque madre de la CIA y miembro de sus grupos de contrainsurgencia en América Latina; Juan Bautista Márquez Hernández, capitán de buque madre también y secuestrador de pescadores cubanos en Bahamas; José Antonio Rodríguez Sosa, capitán de barco de esa agencia, quien le dio apoyo a la operación en tierra, junto a su hermano Alexis Rodríguez Sosa, ambos miembros de los grupos de misiones especiales en operaciones marítimas contra Cuba. Otros dos tripulantes que estaban a bordo con los fusiles de alta precisión de la FNCA, completaron el equipo criminal.
En octubre de 1997 el comando en el barco La Esperanza zarpó de Miami con destino a Venezuela, días después averías en la embarcación lo obligaron a buscar auxilio en Puerto Rico donde fueron detenidos al ocupárseles ocultos el material bélico y haber reconocido Ángel Manuel Alfonso Alemán, uno de los tripulantes, que el objetivo era matar el presidente cubano durante la Cumbre.
Fueron procesados, juzgados y liberados en Puerto Rico dos años después como prueba de la complicidad y tolerancia habituales de las autoridades norteamericanas cuando los delincuentes son terroristas de origen cubano.
En 1998 durante la IX Cumbre en Oporto, Portugal, los terroristas estudiaron las posibilidades de atentar nuevamente contra el líder cubano, pero las legítimas y sostenidas denuncias de Cuba ante tales intentos, hicieron postergar los planes para otra ocasión en esos eventos. Fraguaban ya para ese año un plan similar en República Dominicana. Después vendrían otros intentos magnicidas.
Las amenazas asechan a la hermana nación bolivariana, en la década de los años sesenta una consigna recorría el mundo, cuando los venezolanos estaban decididos a alcanzar su verdadera independencia: “Hacer la Patria libre o morir por Venezuela”, está vigente en los tiempos aciagos que corren, cuando el Imperio intenta apoderarse del mundo.
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
Foto: Jorge Mas Canosa/ FNCA

