Internacionales

Un aniversario de la injusta y criminal invasión a Panamá (II y final)

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

El día 19 de diciembre de 1989, al caer la noche, los noticieros televisivos estadounidenses reportaban un inusual movimiento de aviones hacia Panamá. Las principales agencias de prensa norteamericanas habían enviado a sus corresponsales estrellas especializados en conflictos de guerra, fue una señal de lo que se avecinaba.

Estos medios de pidieron confirmación de lo que acontecía a sus reporteros en ese país. Aproximadamente a las nueve de la noche el poblado sub urbano de Veracruz empezó a notar el arribo constante y masivo de aviones a la base de Howard.  Ya se encontraban apostados a lo largo de la Avenida de los Mártires soldados panameños, conocidos como los “Macho del Monte”.

Ahora se conoce, que desde días previos la inteligencia panameña, había detectado el arribo de contingentes de soldados norteamericanos, que en silencio había copado la periferia de la capital en el polígono militar de Nuevo Imperador, cercano a la selva. Era el preámbulo de la invasión, tanques salidos de las bases militares en el Pacífico, realizaban ensayos, llegaban hasta el Puente de las Américas y regresaban ante la mirada atónita de los conductores de vehículos que debían pasar a las cunetas para protegerse de la embestida arrolladora de los medios de guerra.

Antes de la medianoche fue atacada la estación de las Fuerzas de Defensa de Balboa y neutralizadas las patrullas mixtas de la policía canalera, luego embistieron otras dependencias. Cuarenta y cinco minutos habían pasado del día 20, cuando empezó el bombardeo aéreo al Cuartel Central  de las Fuerzas de Defensa en el barrio de El Chorrillo, el agresor estaba seguro por información anticipada que su “blanco” no estaba allí, incluso cuando se ocupó la sede, encontraron una nota de alerta, de advertencia sobre el buró del perseguido general que lo prevenía: “la 82”, en referencia a una división aerotransportada que participaría en la agresión.

Había comenzado la invasión, el despliegue militar norteamericano más grande después de la guerra de Vietnam.  Estados Unidos tomó rápidamente el control de sitios estratégicos, entre otros: aeropuertos, puertos, represas hidroeléctricas, entidades distribuidoras de electricidad y agua potable, carreteras, medios de transportes y comunicaciones. Sometió el país para capturar a un hombre.

Participaron más de 40,000 soldados norteamericanos, incluyendo los que llegaron al momento de la invasión, integrantes de la mencionada 82 División Aerotransportada, sumados a los que ya se encontraban acantonados en  la zona del canal (entre 14,000 y 16,000 soldados) incluida la 193 Brigada de Infantería, las dos más poderosas que intervinieron en el ataque inicial.

A ellos se agregaron los que habían llegado de manera ilegal desde 1987 y otros que  subrepticiamente ocuparon residencias y hoteles en función de espionaje antes del día 20. También participaron: 300 aeronaves, incluidas los AC-130, Specter, aviones de observación y ataque OA 37b, Stealth F117a, helicópteros Apache AH-64 y Cobra, probados por primera vez en Panamá.

Las  Fuerzas de Defensa de Panamá tenían un solo avión de guerra, fuera de servicio  desde mucho antes. En el rechazo a la invasión participaron algunas tropas y policías sin organización ni coordinación, la plaza capitalina fue abandona por su jefe de turno. Las acciones de los Batallones de la Dignidad y la de los auto convocados para defender la soberanía nacional fueron neutralizadas, en poco tiempo, ante la abrumadora superioridad de los atacantes.

El asedió a las Embajadas y Organismos Internacionales acreditados fue intenso para evitar que seguidores del gobierno depuesto o simplemente el pueblo recibieran refugio. Las sedes de Cuba, Nicaragua, Perú y Venezuela, entre otras, fueron hostigadas, colocados, para limitar el acceso,  los famosos puntos de control, que intentaban  violar las más elementales normas del derecho internacional, que protegían la inmunidad de los funcionarios diplomáticos y sus familiares, todo con el deliberado propósito de enviar un mensaje de terror a países del área.

Los preparativos fueron concebidos con esmero subversivo, especialistas del “proyecto golpe”, grupo interdepartamental norteamericano compuesto por experimentados gestores de golpes, como John Maisto, quien en los primeros días de la invasión abandonó el país invadido, después de haber creado la llamada Cruzada Civilista Nacional, que tuvo un rol decisivo en los preparativos previos, inspirada y creada a semejanza con el llamado Namfrel, Movimiento Nacional por unas Elecciones Libres, que tomaron experiencias en el derrocamiento de Ferdinand Marcos, en Filipinas donde Maisto, también incursionó, primero lo había hecho en Chile, durante el gobierno de la Unidad Popular y después fue embajador en Nicaragua, en Venezuela y ante la OEA, para redondear su currículo intervencionista.

Pasadas más de tres décadas las amenazas se ciernen nuevamente sobre América Latina, con un díscolo republicano como nuevo inquilino de la Casa Blanca, empecinado en pasar a la historia como el incendiario del mundo, que ha desatado, en el ocaso de su vida, decenas de conflictos internos y externos, amenaza la frágil paz mundial con guerras punitivas y cruzadas contra inmigrantes en un país construido con el sudor y sangre de millones de llegados de todos los confines del mundo.  

Se ha ampliado la instalación de nuevas y renovadas bases militares, puntas de lanza para desestabilizar la región. En Panamá, los acuerdos Torrijos-Carter regresaron a la nación istmeña el control de esas instalaciones militares norteamericanas, pero aún algunas estarán allí de manera definitiva, para “custodiar”, si los gobiernos de turno acuerdan con el Imperio, con el gastado pretexto de enfrentar al terrorismo, al narcotráfico, y la defensa de la vía interoceánica, la permanencia más allá de los términos acordados, como garras del águila usurpadora.

La invasión a Panamá fue un presagio de lo que ocurriría mientras se derrumbaba el antiguo campo socialista: era la primera invasión de la Postguerra Fría. Estados Unidos pretendió inaugurar un nuevo Orden Internacional bajo su égida, y Panamá fue un tubo de ensayo para futuras agresiones. En Panamá se aplicó por primera vez el concepto de la soberanía limitada de los Estados, estilo imperial para socavar e intervenir sin respetar la soberanía.

Como dijera ese grande del periodismo internacional Julius Fucik en líneas de su reportaje al pie de la horca: “Estad alertas”, nuevas amenazas se ciernen sobre Venezuela, Nicaragua y Cuba.

*Cónsul General de Cuba en Panamá desde 1986 hasta 1992.

 

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