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Venezuela: la mayor expresión antiimperialista de nuestra época

Por Beto Palmeira / Militante del Movimiento de Pequeños Agricultores.

Desde finales de la década de 1990, el chavismo se ha afirmado como una de las experiencias políticas más complejas, coherentes y duraderas del antiimperialismo en el siglo XXI. Nace de la combinación entre las tradiciones históricas latinoamericanas, el bolivarianismo, el nacionalismo popular, el antioligarquismo y la lucha por la tierra, y las nuevas exigencias impuestas por la fase neoliberal del capitalismo global y el reordenamiento del imperialismo estadounidense tras el fin de la Guerra Fría.

Más que un gobierno, el chavismo se constituye como un proyecto político social y civilizatorio, capaz de reorganizar el Estado, movilizar a los trabajadores urbanos y rurales, reconstruir la soberanía nacional y desarrollar mecanismos propios de defensa territorial, económica y militar.

1. Las raíces históricas del proceso bolivariano

La emergencia del chavismo solo puede entenderse a partir de la profunda crisis que atravesó Venezuela en los años ochenta y noventa. En América Latina, el neoliberalismo se imponía como «único horizonte posible», mientras que las privatizaciones, los ajustes estructurales y la apertura financiera profundizaban la dependencia de las economías del continente.

Venezuela vivió este proceso de forma particularmente aguda. El país se enfrentó a:

-el colapso del modelo rentista y la creciente autonomización de PDVSA frente al Estado;

-la descomposición del pacto de Punto Fijo y el agotamiento de las élites tradicionales;

-la sumisión a la receta neoliberal y a las instituciones financieras internacionales;

-el «Sacudón» de 1989 (caracazo), una explosión social que anticipó el fin del régimen.

La crisis también tenía una dimensión agraria. El campesinado venezolano, históricamente marginado, se vio expuesto al avance de los latifundistas, los grupos paramilitares y las redes ilegales vinculadas al agronegocio internacional. Sin presencia estatal, muchos campesinos radicalizaron su organización y pasaron a protagonizar luchas por la tierra, la producción y la autodefensa.

Es en este escenario de crisis orgánica económica, territorial, política y simbólica donde surge el movimiento bolivariano liderado por Hugo Chávez, articulando:

-militares nacionalistas,
-sectores populares urbanos empobrecidos,
-juventudes marginadas,
-y el campesinado en reorganización.

Desde sus orígenes, el chavismo se presenta como una respuesta nacional-popular a la profundización de la dependencia venezolana.

2. Los pilares del antiimperialismo chavista

a) Soberanía sobre los recursos estratégicos.
La nacionalización efectiva de PDVSA y la recuperación de los ingresos petroleros constituyen el núcleo material del proyecto bolivariano. Durante décadas, la empresa estatal actuó como un enclave vinculado al capital internacional. La reversión de esta lógica permitió al Estado destinar el excedente a políticas sociales, industrialización, infraestructura y desarrollo científico.

Al tocar el núcleo de la geopolítica energética mundial, Venezuela entró en choque directo con:
-las petroleras transnacionales,
-la estrategia energética de EE. UU.,
-y los mecanismos típicos de extracción de valor impuestos a la periferia.

Las sanciones y los bloqueos posteriores son expresión de este conflicto estructural.

b) Un bloque político urbano-rural
El chavismo construyó una alianza social que articula barrios populares urbanos, trabajadores de PDVSA, sectores militares nacionalistas y el campesinado organizado.
La reforma agraria de 2001 fue decisiva, ya que permitió:
-la regularización de tierras improductivas;
-ocupaciones productivas;
-cooperativas y unidades de producción;
-el fortalecimiento de las comunas rurales.

El campesinado dejó de ser una periferia política para asumir un papel estratégico en tres dimensiones:
1. Productiva y alimentaria: la soberanía alimentaria se convirtió en un objetivo nacional.
2. Política: los movimientos campesinos ocupan una posición central en el bloque bolivariano.
3. Territorial y defensiva: el campo se convirtió en base de resistencia contra los paramilitares.

c) Internacionalismo e integración soberana
El internacionalismo bolivariano expresado en el ALBA, la UNASUR, la CELAC y Petrocaribe representó la mayor ofensiva latinoamericana por la autonomía desde los años sesenta. El objetivo era romper la dependencia histórica de los Estados Unidos y construir mecanismos propios de cooperación económica, energética y diplomática.

Esta política tuvo impactos concretos en el territorio, con el fortalecimiento de las fronteras, la lucha contra el contrabando y la integración de las zonas rurales en las estructuras nacionales de defensa.

d) Democracia participativa y milicias bolivarianas
El chavismo innovó profundamente al institucionalizar formas de poder popular capaces de disputar, orientar y transformar el propio Estado burgués en un Estado comunal. La creación de los consejos comunales, seguida de las comunas urbanas y rurales, dio lugar a un modelo organizativo en el que las comunidades asumen directamente la gestión de los servicios, los recursos y los proyectos locales. Estas estructuras se articulan además con redes productivas comunitarias, orientadas a generar trabajo, abastecimiento y autonomía económica en los territorios. A esto se suman las instancias de planeación participativa, que permiten a los residentes influir en las decisiones estratégicas sobre el presupuesto, las obras y las prioridades sociales. De este modo, el chavismo produjo una experiencia sin precedentes de poder popular institucionalizado, que combina la movilización de base, la democracia directa y la capacidad estatal.

Su innovación más profunda radica en la creación de las Milicias Bolivarianas (2009), formadas por ciudadanos movilizados para defender el proceso revolucionario. Las milicias cumplen cuatro funciones estratégicas:
-Actualizan la tradición del pueblo en armas, fundamento de la soberanía bolivariana.
-Crean un sistema nacional de autodefensa, dificultando los golpes y las operaciones clandestinas.
-Protegen los territorios rurales, en articulación con los movimientos campesinos.
-Profundizan la democracia participativa, ampliando el poder territorial de las comunidades.
Se trata de una forma singular de democracia popular armada, sin paralelo contemporáneo.
3. Por qué Venezuela es la mayor expresión antiimperialista de nuestra época
1. Porque enfrenta al imperialismo en su forma actual
El imperialismo del siglo XXI opera mediante:
-sanciones y bloqueos,
-guerra mediática,
-sabotaje productivo,
-lawfare,
-operaciones de cambio de régimen,
-instrumentalización de ONG.

Venezuela es el caso más completo de enfrentamiento simultáneo a todos estos mecanismos y de resistencia victoriosa.

2. Porque amplía el concepto de soberanía
El chavismo reconstruye la idea de soberanía como un campo multidimensional, superando la visión tradicional limitada al territorio o a la diplomacia. Para la Revolución Bolivariana, un país solo es soberano cuando controla de manera efectiva las bases materiales que sustentan la vida social.
Esto comienza por la soberanía energética, con el rescate del control estatal sobre el petróleo y su utilización en favor del desarrollo nacional. A ello se suma la soberanía productiva y alimentaria, que busca reducir las dependencias externas, fortalecer la agricultura campesina y garantizar el abastecimiento interno.

El proceso bolivariano también incorpora la soberanía comunicacional, construyendo medios públicos y comunitarios como contrapunto al monopolio privado de la información.
Del mismo modo, invierte en soberanía científica y tecnológica, entendiendo que sin capacidad propia para producir conocimiento no hay independencia real.
En el plano militar y territorial, la soberanía se expresa en el control del territorio y en la unión cívico-militar como garantía de defensa contra presiones externas y golpes internos.
Pero el punto más innovador es la soberanía sobre el excedente económico. Para el chavismo, no existe autonomía si la riqueza producida por el país es apropiada por las élites o drenada hacia potencias extranjeras. Recuperar el excedente significa utilizarlo para políticas sociales, infraestructura y desarrollo soberano.

Así, el chavismo transforma la soberanía en práctica concreta: energética, productiva, comunicacional, científica, militar y económica. Una soberanía que busca destruir el Estado burgués y construir desde las comunas el Estado comunal que devuelve al pueblo el poder de decidir su propio destino. Así, el antiimperialismo se vuelve concreto, estructural y popular, y no un mero discurso para negociar mejores condiciones para que el capital exporte materias primas a los Estados Unidos.

3. Porque es un objetivo prioritario del imperialismo
Los golpes fallidos, las sanciones permanentes y las campañas internacionales de deslegitimación confirman que el chavismo es tratado por Washington como una amenaza estratégica. Ser un objetivo prioritario es, paradójicamente, un reconocimiento de su fuerza.

4. El lugar del chavismo en el imaginario latinoamericano
Hoy en día, el chavismo se afirma como símbolo continental de resistencia, referencia directa para los movimientos campesinos, urbanos y estudiantiles que buscan sus propios caminos de emancipación. Se ha convertido en un laboratorio vivo del socialismo del siglo XXI, donde se experimentan nuevas formas de organización popular, participación directa y construcción de la soberanía. Al mismo tiempo, funciona como punto de convergencia de las luchas por la autonomía y el poder popular en todo el continente.

Al articular el Estado, el pueblo, la clase obrera, el campesinado, las comunas, las milicias populares y el control soberano de la economía, el proceso bolivariano ocupa un lugar singular en la política contemporánea. Su combinación de movilización social, defensa nacional, integración regional y afirmación de la soberanía económica no tiene paralelo en la América Latina reciente.

Con todas las contradicciones propias de un proceso revolucionario en movimiento, Venezuela sigue siendo la expresión más avanzada de confrontación real al imperialismo en nuestra época, un faro que ilumina e inspira la lucha popular latinoamericana. Defender la soberanía venezolana es defender la soberanía de todos los pueblos del continente que se levantan contra la dependencia y la dominación externa.

Nuestra tarea es asumir la defensa de Venezuela como parte estratégica de la lucha popular latinoamericana: fortalecer la solidaridad internacionalista, denunciar la ofensiva de Estados Unidos y las amenazas de guerra imperialista y apoyar el protagonismo del pueblo venezolano y del gobierno de Nicolás Maduro. Reafirmar esta defensa es afirmar que la soberanía de un país solo se sostiene plenamente cuando es reconocida y defendida por toda nuestra Patria Grande. Necesitamos crear formas de agitación y propaganda para decirle al pueblo brasileño que no se trata solo de Venezuela. La nueva Doctrina de Seguridad de Estados Unidos, lanzada en noviembre de 2025, se dirige a todos los países de la región, incluido Brasil, y deja claro que la guerra contra Venezuela es una condición para seguir debilitando a Cuba y profundizar la ofensiva imperial sobre el conjunto de América Latina. Si Venezuela cae, Brasil no saldrá indemne y podría ser el próximo objetivo. El impacto será regional, directo y profundo sobre nuestras luchas, nuestros territorios y nuestro futuro. Es hora de retomar la lucha antiimperialista como eje para reconstruir las resistencias y poner en marcha un proyecto nacional y popular para Brasil.

Fuente: Comité Carioca de Solidaridad con Cuba y las Causas Justas.

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