Internacionales

El presidente del caos: la odisea temporal de Trump

 

Por Raúl Antonio Capote*

Colaboración Especial/ Resumen Latinoamericano

Parece que la ciencia y la política finalmente convergen en una verdad indiscutible: el presidente Donald Trump no solo maneja el arte de la diplomacia, sino que posee la extraordinaria habilidad de viajar a través de dimensiones temporales y paralelas.

Lo confirman sus repentinos cambios de postura, que no son simples caprichos, sino evidencia de que cada día regresa de un universo distinto o de una época histórica distinta.

Un día, según sus declaraciones, los rusos son los villanos clásicos del siglo XXI, y al siguiente regresan como sus aliados estratégicos sacados directamente de un guion alternativo. Ayer Ucrania estaba a punto de caer, hoy parece que está ganando gracias a un inesperado giro cuántico que solo un viajero del tiempo podría explicar.

Realiza “extraordinários y nunca antes vistos” acuerdos de paz, dice que Washington ganó guerras donde todo el que vive en este plano temporal sabe que EE.UU no obtuvo la victoria.

Sube aranceles a países que ni siquiera existen en nuestro plano, porque probablemente acaba de aterrizar en una dimensión donde esas naciones son superpotencias económicas.

Pero el broche de oro es su excursión documentada, o más bien filtrada, a la América Latina de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, a la era del big stick y las cañoneras.

Allí, fascinado con la política intervencionista, volvió tan confundido, que en la rueda de prensa siguiente, pareció mezclar la ocupación militar de Cuba y Puerto Rico, la Enmienda Platt, la agresión a República Dominica, El Salvador, etc., con sus deseos de destruir a los gobiernos de Venezuela y Nicaragua.

En su más reciente excursión a la Asamblea General de la ONU, aparentemente viajó a un universo paralelo donde las Naciones Unidas existen solo para recibir sus críticas fulminantes con gaitas y tambores.

Tan absorto en ese mundo, regresó para lanzar discursos que mezclan arengas en contra de la inmigración y las energías verdes como si todavía estuviéramos en la década de 1950, olvidando que hoy los temas globales piden cooperación y sustentabilidad.

Otro viaje lo llevó a una versión distorsionada del Caribe donde las lanchas de pescadores y migrantes transportan droga de un Cartel del Sol inexistente, y Venezuela, no es el país, soberano e independiente de hoy, sino un mero escenario para demostrar hegemonía con cañoneros y ataques militares simbólicos.

Volvió confundido, firmando decretos que cambian el Departamento de Defensa por uno llamado Departamento de Guerra, como si estuviera interpretando un papel en un drama histórico bélico sin fin.

La situación creada deja claro que el presidente Trump no solo desafía nuestro tiempo, sino también las leyes básicas de la cronología, regresando con discursos y acciones que parecen sacados de un manual de historia alternativo.

Sus mensajes en las redes sociales desafían toda lógica, parecen sacados de las crónicas amarillistas de Joseph Pulitzer, editor del New York World, y William Randolph Hearst, editor del New York Journal.

Es imprescindible que los gobiernos se tomen este fenómeno en serio y establezcan protocolos para regular los viajes interdimensionales presidenciales, porque si Trump sigue visitando mundos paralelos, corremos el riesgo de vivir en un eterno déjà vu caótico… o peor aún, en un guion de telenovela sin final.

(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.

Foto: The Huffpost

Un comentario en «El presidente del caos: la odisea temporal de Trump»

  • La famosa «Teoría del Loco» implementada por Nixon en su administración para amedrentar en la época de la Guerra Fría.
    En el caso de Trump, es su postura de negociación, busca llevar al límite y la negociación desde la postura temeraria e impredecible. No siempre gana en negociaciones, pero su personalidad con componentes HS, ( histéricos) no admite derrota pública, ni estando en el piso.

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