El Grinch en el Departamento de Estado
El escritor y caricaturista estadounidense, Theodor Geisel, más conocido como el Dr. Seuss, saltó a la fama en 1957 cuando publicó el libro ¡Cómo Grinch se robó la navidad!, que refiere a un personaje taciturno, solitario por su mal talante, que odia la navidad por lo que procura robársela; suele ser representado como un pequeño esperpento de color verde militar.
Pues resulta que por estos días emerge con nitidez el nuevo rol que Mr. Rubio asume como especie de Grinch, claro que con mucho más poder del que tenía el personaje del Dr. Seuss.
Porque resulta obvio que invadir Venezuela, con independencia de la modalidad de dicho ataque, constituye delito de lesa navidad o robo del derecho de la gente, a tener un motivo especial para reunir a su familia, evocar el nacimiento de Cristo y demás razones para esta tradicional celebración.
Si no fuera suficiente su negatividad, ahora “Grinch” Rubio insiste en echarle a perder las navidades a los estadounidenses, y desde luego a sus vecinos al sur de la frontera, incluido México y Colombia, que junto a Venezuela podrían ser objeto de operaciones terrestres, según confesión del inquilino de la Casa Blanca.
Al secretario “Grinch” Rubio se le ha visto en las últimas semanas hiperactivo en el oficio de inventar nuevos pretextos, buscando convencer al Jefe Trump y a la opinión pública local, de que hay que proceder de una buena vez al “cambio de régimen” en Caracas.
En esa línea acusan al gobierno bolivariano, que no solo es narcoterrorista, culpándolo de los 75 mil muertos por drogadicción por año en EEUU, sino que además cobija “células terroríficas”, de organizaciones antisionista del Medio Oriente.
En paralelo, “Grinch” Rubio coordina tras bambalinas la guerra psicológica, en función de estimular una ruptura de la férrea unidad que el chavismo exhibe, que en rigor se ha convertido en la necesaria condición para que prospere cualquier tipo de acción terrestre en Venezuela.
Prácticamente no pasa un día en que algunos de los perfiles en redes sociales, subordinados al Departamento de Estado, publiciten extravagantes proyectos de asilo de Maduro a cambio de dinero, o supuestas presiones desde Cuba, que dicen el absurdo de que negocia con el gobierno estadounidense, para que esa traición se concrete.
En el apuro sacan al ruedo a dos ex altos oficiales venezolanos, convenientemente encarcelados por numerosos delitos en EEUU, que envían sendas notas al mandatario estadounidense, acusando a Cuba de estar al frente de un tenebroso plan para que prolifere la droga en el país norteño, empleando para ello a Venezuela.
Oportunamente la cancillería cubana ha desmentido convincentemente esta última fabula, porque no es más que eso, concebida claro está por “Grinch” Rubio, que en última instancia tiene como objetivo primordial acabar con la Revolución cubana.
De estas historias, deben esperarse nuevas versiones; en cárceles estadounidenses hay otros venezolanos, ex chavistas traidores, dispuestos a decir cualquier disparate con tal de disminuir sus condenas; en pocas palabras esas “denuncias” padecen de nula credibilidad.
Entorpecer las navidades en EEUU, empujando al país a una guerra, que se puede saber cuándo y cómo empieza, pero no cuándo y cómo termina, puede tener un altísimo costo simbólico e incluso económico en esa sociedad.
Una evaluación socio psicológica arroja que la guerra de por si estresante, genera particular rechazo e impopularidad si se inicia en vísperas o durante la navidad en un país como EEUU, algo especialmente evidente cuando el conflicto es en el vecindario.
Según estudios de la OMS, el involucramiento en un conflicto bélico eleva en no menos del 10% la carga emocional, generando daño significativo y alteraciones del comportamiento en un porcentaje parecido de la población, al que se añadiría para peor, el natural incremento de la ansiedad de la temporada navideña.
La evolución del conflicto asimismo, puede estimular una mayor polarización en la sociedad, fenómeno ya elevado entre los estadounidenses, y lo que se denomina fatiga informativa sobre su desarrollo, que compite con la expectativa lógica de que las navidades son también para desconectar, nadie debería sabotear eso.
En el caso de familias estadounidenses con militares involucrados en las operaciones o que pueden ser movilizados, los efectos son mucho más dañinos, generalmente traumáticos; la ausencia de seres queridos enviados a una aventura sin razón, provoca ruptura de rituales y duelo social, generados por sentimientos de perdida y desarraigo.
Adicional a lo anterior hay un impacto económico; se suelen modificar los comportamientos asociados al consumo, estimulando el ahorro porque la propia festividad ha sido perjudicada, lo cual incluye cancelación de encuentros e incluso impacta en planes vacacionales y en el flujo turístico.
Así las cosas, para los estadounidenses la navidad magnifica los sentimientos de unión y de esperanza, pero también de ausencia. Si Washington decide entrar en alguna guerra justo en esta época, el efecto psicológico y social se intensifica. No es solo política o economía, son sillas vacías, celebraciones interrumpidas y la ansiedad de quienes miran el teléfono esperando noticias, máxime si un familiar está directamente involucrado.
Y como se expresa antes, el turismo es de las primeras industrias afectadas con el inicio de una conflagración, invasión o ataque “sorpresa” desde EEUU contra Venezuela. Sobrevendría la cancelación de vuelos, los cruceros y hasta el intercambio civil no asociado al turismo.
Por cierto, este asunto es una cuenta que los países insulares del Caribe deberían sacar, e intentar persuadir a “Grinch” Rubio de los efectos demoledores que la interrupción parcial o total del turismo desde Miami, o Texas o Nueva York, tendría sobre estas pequeñas economías.
Hasta al interior mismo de EEUU, parecen sueltos otros Grinch, como los que deciden paralizar los procesos de normalización de la residencia o ciudadanía de cientos de miles de migrantes latinoamericanos, que esperan avances en sus trámites, con la expectativa de no ser reprimidos por la ICE/Gestapo.
Desde luego que el “Grinch” Rubio no está ajeno a esto, al fin y al cabo de él dependen muchas decisiones de visado, otorgamiento de asilo, etc. Ni él ni los conocidos congresistas del sur de la Florida, han dicho ni pio contra estas represiones y esta última decisión contra los migrantes.
Se exceptúa por cierto a la representante María Elvira Salazar, que pataleó como ahogada cuestionando la nueva arbitrariedad, ante la perspectiva que sus bases la abandonen en los comisiones de noviembre próximo, máxime en su distrito electoral, Miami Dade, donde recién ganó la alcaldía el Partido Demócrata.
Y mientras “Grinch” Rubio hace sus tropelías propias de su agenda personal, los acontecimientos porfiadamente intentan preservar la paz, con muy endeble que sea.
Por caso, la Chevron, con licencia para operar junto a PDVSA la extracción y comercialización del petróleo venezolano, no solo no ha paralizado sus actividades en Venezuela, sino que incluso incrementó las operaciones de 120 mil bpd en octubre, a 150 mil bpd en noviembre.
Por cierto, al cierre es noticia la toma de un buque cisterna supuestamente venezolano en aguas internacionales, por parte de fuerzas estadounidenses, en franco atropello y violación del derecho internacional. El tema merece en sí mismo una reflexión, pendiente de recabar más información.
Y a propósito de los Grinch, este vulgar acto de piratería naval hace que rápidamente se dispare el precio internacional de los combustibles; traducido al estadounidense promedio: deberán pagar más por la gasolina, si quieren reunirse con sus familiares en noche buena.
Hasta en el mismísimo Congreso en Washington se sigue debatiendo la legalidad de los asesinatos, en las operaciones contra lanchas en aguas internacionales. Estas discusiones son un show más, según los calificativos empleados por el canciller cubano, Bruno Rodríguez, pero sin dudas suponen otro escollo a vencer por el “Grinch” Rubio, que corre el peligro que prevalezca en una parte de los políticos el espíritu navideño.
Más lejos, en Oslo, miles de noruegos salen a protestar con temperaturas de cero grados centígrados, contra la presencia y eventual ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz a la mercenaria María Corina Machado, que paradójicamente parece haber merecido el galardón por presiones de “Grinch” Rubio, a pesar de los afanes guerreristas de la premiada, algo que la gente sensata del país escandinavo no acepta.
Dos preguntas sobrevienen ante esta coyuntura. ¿Acaso el peligro de una agresión, invasión o golpe “quirúrgico” contra Venezuela puede darse por cancelado?. El “Grinch” Rubio, ¿evolucionará como el arquetipo del libro del Dr. Seuss, que al final del cuento se redimió?
Ni una cosa ni la otra; es peligroso y hasta absurdo esperar sensatez en los mandamás de Washington. En cualquier caso, no serán las navidades, es el coraje y la unidad del pueblo venezolano la verdadera y más inapelable contención. Mejor y que los marines vayan a celebrar y feliz año nuevo.
Es tiempo de paz en Nuestra América, no solo por las navidades, recuerden la Proclama al respecto, aprobada por la CELAC el 28 de enero del 2014 en La Habana, Cuba.
Tomado de CubaSí

