Las mujeres en Tigray y el dolor de otro conflicto
Por Patricia María Guerra Soriano / Colaboración especial para Resumen Latinoamericano
Tigray es más que una región al norte de Etiopía, es más que el conflicto entre el Gobierno y el Frente de Liberación Nacional, es más que un lead en los medios de prensa en el mundo, es el mazazo en las sienes de sus ciudadanos y es la muerte social para los que antes de noviembre de 2020 encontraban sus hogares, sus escuelas, sus empleos. Tigray destila desesperación y en ese contexto, las mujeres vuelven a estar entre los grupos más vulnerables y más perjudicados por la guerra civil.
En enero de este año, Pramila Patten, la representante especial de la Secretaría General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), mencionó la existencia de “informes preocupantes” sobre personas “supuestamente obligadas a violar a miembros de sus propias familias bajo amenaza de violencia” y sobre “un elevado número de supuestas violaciones” en la capital regional, Mekelle. Patten también apuntó a un aumento de los informes sobre “violencia sexual contra mujeres y niñas en varios campamentos de refugiados”.
Un mes después, en la segunda semana de febrero, la Comisión Etíope de Derechos Humanos, institución semiautónoma que responde ante el Parlamento, denunció que un total de 108 mujeres fueron violadas en diferentes partes de Tigray.
En marzo, la situación ha empeorado y la prueba está en el aumento de los casos visibles de abuso sexual. De acuerdo con Wafaa Said, coordinadora adjunta de ayuda de la ONU en Etiopía, más de 500 casos de violación sexual fueron denunciados en la misma área. El relato de la funcionaria concuerda con el de Patten hace dos meses: “mujeres denuncian haber sido violadas por hombres armados y también relevaron historias de violaciones en grupo, violaciones frente a familiares y de hombres obligados a violar a miembros de su propia familia bajo amenaza de violencia”.
Algunas mujeres huyen y se refugian en zonas internas o en países fronterizos, atravesando dificultades impensables entre las que laten también la violencia de género.
En medio del éxodo masivo provocado por el conflicto, los testimonios-revelados por Said- de personas que viajaron con los desplazados confirman que “las mujeres fueron violadas, algunas quedaron embarazadas y dieron a luz en el camino perdiendo a sus bebés”.
Las cifras de las víctimas podría ser mayor, pues el miedo y el estigma de denunciar a los violadores se impregnan en las entrañas de las sobrevivientes, para quienes solo está disponible un establecimiento de salud que proporciona servicios de tratamiento clínico y menos de la mitad de centros sanitarios que disponen de anticonceptivos de emergencia.
Esa precaria realidad quedó expuesta en la “Declaración sobre violencia de género”, emitida recientemente por la Organización Mundial de la Salud, que notifica, después de la evaluación de más de un centenar de establecimientos médicos, 74 locales saqueados; 31 dañados y solo 13 de ellos, funcionales
Para Mark Lowcock, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios y coordinador del Socorro de Emergencia; Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos y Filippo Grandi, alto comisionado de la ONU para los Refugiados, quienes estuvieron entre los signatarios de la Declaración, una de las prioridades del momento es la concertación de medidas a todos los niveles, iniciando por una investigación sobre la violencia sexual relacionada con el conflicto en la región.
Lograr este primer paso demanda facilidades de acceso al territorio para el personal humanitario que debe llegar a todas las regiones de Etiopía afectadas por el conflicto y la violencia, entre ellas-señala la Declaración-a las principales ciudades y zonas rurales de Tigray, así como de Benishangul-Gumau, Oromía, la Región de las Naciones, Nacionalidades y Pueblos del Sur y Amara y de las zonas que acogen a miles de desplazados internos.
Entre las ejecuciones extrajudiciales, la destrucción indiscriminada y el saqueo de propiedades públicas y privadas-abusos registrados y atribuidos, según Naciones Unidas, a ambas partes del enfrentamiento- la violencia sexual es uno de los crímenes más generalizados en un país cuya cultura legitima la subvaloración de la mujer.
Foto de portada: Focus on Africa