Cuba:¿Dictadura o democracia?
Por Pedro Monzón/ Embajador de Cuba a cargo del Consulado General de Cuba En São Paulo, Brasil
Incluyendo a Folha de Sao Paulo, ciertos órganos de prensa, califican al gobierno de Cuba de dictadura y a sus líderes históricos, así como al actual presidente, Miguel Diaz Canel, de dictadores.
Este y otros estereotipos injustos nacen en EEUU y se propagan en la prensa mundial, gracias a la gran influencia de este país. Las causas de tal fenómeno también explican el cruel bloqueo que ha soportado la isla por 61 años, a pesar del rechazo en la ONU. Estos castigos son reacciones de EEUU ante la decisión cubana de ser independiente y establecer un alternativo sistema de justicia social y solidaridad, que no descansa en el poder del dinero y las armas.
Dictadura es resultado del ejercicio ilimitado del poder por un gobierno en beneficio de elites; en cambio, democracia es gobierno del pueblo y para el pueblo. Cuál es el caso de Cuba?
Los hechos hablan. Con la ruptura del régimen tiránico anterior, la Revolución Cubana se inició como una democracia popular. A partir de entonces, entre otros, los cambios han sido múltiples: terminó el desempleo; finalizó la polarización económica y social extrema; dos reformas agrarias beneficiaron al campesinado; se creó un ejército y milicias populares, que defendieron al país en muchas ocasiones, y derrotaron la invasión de EEUU por Bahía de Cochinos. El Estado cubano instituyó sistemas de educación y salud pública gratuitos, universales y de alto calibre, con el respaldo de un destacado sector biotecnológico.
Proliferaron ONG que sirven a los intereses del pueblo, y son canales de diálogo con el gobierno y se instauró un sistema de elecciones, que no se apoya en la dinámica partidaria. El Partido Comunista no interviene en las elecciones, que se realizan con participación masiva de la población y están basadas en los méritos de los candidatos, quienes no precisan tener filiación partidaria, pueden profesar cualquier ideología y pertenecer a cualquier género, raza o religión. No median campañas, el dinero, o la fuerza policial. Los elegidos conservan el salario de su profesión y realizan las labores de gobierno voluntariamente. Por eso no se padece de corrupción, ni conflictos, comunes en las elecciones de otros países.
Durante 62 años, el pueblo, que se reconoce como soberano, ha participado en centenas de manifestaciones masivas en apoyo al gobierno. Han sido frecuentes referendos para aprobar políticas nacionales, cuyo objetivo es lograr un sistema más justo, eficiente y democrático. La aprobación reciente de la Constitución y del Código de Familias es muestra de democracia sin precedentes.
Cientos de miles de cubanos han brindado ayuda internacional en la educación y la salud a decenas de países pobres. Un pueblo subyugado no habría tenido tal disposición masiva y voluntaria.
Este sistema, ha asegurado que no haya hambre, muertes por hambre, ni desnutrición infantil y puso fin a toda discriminación estructural y legal; no hay moradores de rua; las drogas y la delincuencia no son problemas nacionales y todo el pueblo tiene un alto nivel cultural.
Cuba no se caracteriza por la represión; no existe la tortura. Es uno de los países más estables y seguros del mundo.
Estos méritos esenciales, no encubren deficiencias acumuladas, sobre todo, por la necesidad perenne de esquivar los daños del bloqueo.
Con una historia de rebeldía, el alto nivel de educación, que amplía el raciocinio, así como la disponibilidad de abundante información sobre temas nacionales e internacionales, los cubanos habríamos puesto fin al sistema, si lo hubiéramos estimado necesario.
He aquí los frutos de la democracia cubana.
Ilustración de portada: Tomada de Cubadebate