Culturales

Un retrato visual sobre la cultura gitana a través de la vida de una mujer

Por Laura Haimovichi.

 

Acaba de estrenarse “Ella va de largo“, una película de Florencia García Long que testimonia la vida de Karina Miguel, la primera mujer gitana en recibirse de abogada en Argentina. Estigmatizada y apartada de la vida social, la cultura de origen indio llegó en oleadas migratorias en el siglo xix y conservó sus pactos internos, por eso la salida al mundo profesional de Karina es un punto de inflexión que la directora quiso retratar. Una reflexión sobre el origen, la identidad y los códigos comunitarios.    

Aunque es un retrato visual polifónico, el disparador del documental “Ella va de largo”, dirigida por la psicóloga y cineasta Florencia García Long, es parte de la biografía de Karina Miguel, la primera gitana recibida de abogada en la Argentina.

Nacida en Las Breñas, Chaco, un 25 de marzo de 1974, en una familia que cosechaba el algodón, hace veinte años se doctoró en Derecho en Neuquén, donde vive y ejerce su profesión. “A la graduación fui por primera vez con la ropa tradicional. No lo había hecho antes porque me daba vergüenza, me sentía sapo de otro pozo”.

Florencia, la realizadora, buscaba historias de resiliencia femenina y quiso entrevistarme para la película cuando yo era directora general legislativa de Neuquén”, dice Karina. En el film, que demoró un mes de rodaje, “cuento algo de mi vida y hay diálogos con otras mujeres con una escucha activa, visibilizando los cambios, las distintas miradas que tenemos sobre nosotras y nuestra relación con los criollos, los no gitanos. Allí están Gabriela, Jazmín Demetrio, Isabel, Perla, y Carlos brea (papá, en romaní) María, dale (mamá), personas de carne y hueso que cuentan experiencias, de las que de otra forma no te enterarías”.

El pueblo gitano construyó una barrera de protección ante las persecusiones y el trato que recibían como parias. Originarios de la India, se asentaron principalmente en Rumania y Hungría. La primera inmigración llegó desde Europa del Este a fines del siglo diecinueve, vivían en carpas y cantaban el himno de sus ancestros: “Anduve por muchos caminos, en ellos encontré Rom afortunados. También me encontré con Rom pobres. ¿De dónde vienen con sus tiendas coloridas, recorriendo los caminos?”.

Para García Long, hija de exiliados, el nomadismo de las zíngaras resonó con el suyo. “Nací en Suecia en 1979, fui una migrante apátrida. Siempre me resultó complejo distinguir nacionalidad, ciudadanía y patria en mi historia. No me fue fácil construir los puntos de afirmación y los anclajes de pertenencia. Somos parte de un conjunto de valores y muchas veces los confundimos con valores universales, hasta que nos encontramos con otros que no los comparten y se abre un espacio de encuentro entre distintas cosmovisiones”. 

“Ella va de largo”es una aproximación al universo hermético de los romaníes, sobre el que pesan prejuicios como que los hombres son ladrones de autos, niños y mujeres y que éstas leen las manos con el propósito de robar. “Es como el mito del viejo de la bolsa, que se usaba para que los chicos se porten bien”, aclara Karina, de origen yugoslavo, cuyo apellido original era Mijaylovich.

Costumbres como que las casadas deben llevar un pañuelo en el cabello y no pueden mostrar los tobillos se mantienen, aunque no tanto que los padres de los novios arreglan las uniones maritales, paguen dote por la novia y celebren bebiendo de una misma botella de whisky, envuelta en un paño rojo con monedas de oro. ”Son demostraciones de valor, no operaciones de venta, siempre lo comparo con la donación como figura del Código Civil”, aclara Karina. Tampoco es frecuente hoy la prueba de la virginidad por la que debían pasar las muchachas frente a sus maridos. Aunque sí, que las bodas suelen ser cuando los adolescentes tienen catorce, quince años.

Karina tardó en elegir a su marido, Darío. Primero se abocó al estudio universitario. El no pertenece a la comunidad y tienen un hijo de once años, Jano. Su padre, Carlos, fue una de las personas que más la impulsó para tener una vida autónoma. Ella destaca que “los adultos mayores son lo más valioso que tenemos, nunca los mandaríamos a un geriátrico. Nuestras casas son tan grandes que pueden albergar a bisnietos y bisabuelos al mismo tiempo”.

Cuando surgió el proyecto cinematográfico, la abogada lo consultó con su familia. “Florencia entendió el recelo que hay para contar nuestra vida. Cuidó la intimidad, fue confiable y nada invasiva. Siento un gran orgullo por haber salido de las cuatro paredes del hogar. Hay opciones que podés tomar sin dejar de pertenecer”.

Tomado de Página/12.

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