Neopentecostalismo en América Latina ¿El dios de los ricos?
Por Raúl Antonio Capote* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
«Ningún sirviente puede servir a dos amos; porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas» – Lucas 16:13.
El creciente auge de evangelismo neopentecostal en América Latina merece la atención de los gobiernos, de la sociedad civil y de los estudiosos de estos temas, por las implicaciones que tiene en todas las esferas de la vida social y política de la región.
Debemos hacernos la siguiente pregunta ¿Esta construcción teórica es una edificación deliberada o es fruto de la espontaneidad?
Su accionar en detrimento de la lucha social, de las conquistas progresistas, su papel contra cualquier movimiento liberador, de igualdad, su culto al mercado, al individualismo y la riqueza deja mucho que pensar.
En ejercicio de sus elementos teológicos, el neopentecostalismo se define como una práctica religiosa protestante o evangélica que fusiona doctrinas pentecostales reformadas con la llamada Teología de la Prosperidad, práctica que incluye el exorcismo y la guerra espiritual permanente entre las fuerzas del mal comandadas por el diablo y Dios.
En 1977 en Brasil surgió la Iglesia Universal del Reino de Dios, popularmente conocida como “Iglesia Universal” o “Pare de sufrir”, rápidamente el movimiento encontró una gran difusión dentro y fuera del gigante sudamericano.
Surgieron otras Iglesias como la Internacional de la Gracia de Dios, Renacer en Cristo, Cristo salva, Cristo vive, Sana nuestra tierra, Ministerio de la Palabra…; pero fue Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal, quien dio una organización empresarial moderna a la nueva iglesia.
Macedo se proclamó obispo y se trasladó en 1986 a los EEUU con el objetivo declarado de convertir a Nueva York en “una nueva Roma”; la iglesia creada por él tiene en estos momentos más de 30 millones de fieles y una cuantiosa cuenta bancaria.
En ocasión del triunfo del ultraconservador Jair Bolsonaro en Brasil y durante todo su mandato, el apoyo de los neopentecostales fue decisivo. La iglesia de este signo, aprovechó la situación dramática en los cordones de pobreza en las ciudades, la desatención, el olvido, se alió con las peores fuerzas, milicias paramilitares, escuadrones de la muerte, narcotraficantes, etc. y creció en todas partes con vigor.
Teología de la Prosperidad vs Teología de la Liberación
La Teología de la Prosperidad llegada de EEUU en los años 70, predica el disfrute de los bienes materiales, según su discurso, Dios nos quiere felices en este mundo, esto se logra a través de diezmos y ofrendas por mediación de la Iglesia; sacrificio que te hace merecedor de las bendiciones divinas.
Esta narrativa surgió con los telepredicadores de la década de 1970 en Estados Unidos, principalmente con Kenneth Hagin Jr. y Kenneth Copeland.
Para los neopentecostales la prosperidad se obtiene a través del exorcismo, las curaciones y las ofrendas de dinero. Basta ya de aspirar a tener espíritu de pobre, las riquezas están al alcance de todos, las nuevas iglesias evangélicas prometen la felicidad terrenal y no en el más allá, después vendrá la salvación en el cielo, claro si aportas adecuadamente a los representantes de Dios en la tierra.
Según esta teología, es Satanás quien mantiene al pobre en la miseria; mediante el exorcismo se libera al hombre de los espíritus malignos por obra del Espíritu Santo, ese es el primer paso para entrar en una vida de prosperidad y abundancia.
A diferencia de la teología de la liberación, la cuestión no es la solidaridad, la superación personal, la lucha social, el combate contra las injusticias y por la liberación de los pobres y los oprimidos, sino la ofrenda, cuando aportas poco es porque tu fe es pequeña, solo la riqueza es signo de la bendición divina, la pobreza se debe a la falta de fe.
La Teología de la Liberación también planteaba la posibilidad de la felicidad en esta vida, pero mediante la construcción de una comunidad que, como Jesús, actuase contra la opresión, a partir de la lectura y comprensión de su obra, concibe la construcción de una nueva sociedad en la que todos pueden alcanzar el bienestar mediante el esfuerzo colectivo y señalan al sistema capitalista, como responsable de la pobreza y los sufrimientos del pueblo.
Mientras que la Teología de la Prosperidad plantea que no se trata de luchar contra el capitalismo, no hay que socializar las riquezas, el mercado es el camino, la vía para el enriquecimiento personal.
El fundamentalismo religioso considera a quien piensa diferente como un enemigo a destruir, una amenaza para la vida plena y próspera que el creyente anhela a partir de su conversión.
En Cuba están presentes estos movimientos que crecieron exponencialmente durante la crisis de los 90 y que han tomado renovada fuerza a partir y durante la pandemia de la COVID-19.
Su incidencia se aprecia sobre todo en las zonas rurales, áreas urbanas en situación de precariedad, barrios marginalizados, etc. Mostraron su creciente accionar alrededor del debate sobre la nueva Constitución sucedido en el año 2019 y en su oposición al Código de las Familias.
Cruzarse de brazos no es la solución ante un movimiento reaccionario organizado «instrumentalizado como un arma de dominación por parte de las fuerzas neoliberales»
Comprender la esencia de este fenómeno, su coalición con las estrategias de dominación en el Continente y los gestores del caos, como parte de la guerra no convencional, es fundamental.
Fuentes:
1- El evangelismo neopentecostal. Fundamentalismo, teología de la prosperidad y patriarcado: los casos de Cuba y Brasil, de Izett Samá Hernández y Delana Corazza
2- The Origins and Early Development of the Charismatic Movement in Great Britain (Exeter; Paternoster, 1986)
3- Revista Umbrales (Uruguay)
(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.
Foto de portada: Infobae.
