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Contraofensiva montonera: Un juicio hecho a mano y sin permiso

Por Fabiana Montenegro.

A cuatro años del comienzo del juicio en el que se juzgaron los delitos de lesa humanidad cometidos durante el terrorismo de Estado en Argentina contra la organización Montoneros en la acción denominada “Contraofensiva Montonera”, la directora de La guardería y querellante en la causa, Virginia Croatto, conversó con la Agencia Paco Urondo.

“El juicio es fruto de la lucha de muchos años de trabajo”, contó. “Un laburo muy artesanal” que tiene casi la misma edad que su hija mayor: quince años. Y que abrió el camino para los juicios Contraofensiva Montonera 2, en el que Mario Ocampo fue condenado a prisión perpetua, y Contraofensiva 3, que se está llevando a cabo actualmente. Este último tiene la particularidad que se juzga al excomisario Roberto Álvarez, a quien Aixa Bona pudo reconocer 40 años después al verlo en el juicio Contraofensiva I, gracias a la difusión por el canal de youtube de La retaguardia.

AGENCIA PACO URONDO (APU): ¿Cómo empezó el largo proceso judicial hasta llegar al Juicio por la Contraofensiva Montonera I?

Virginia Croatto: En lo personal, yo quería pedir justicia por mi viejo desde hace muchos años. Pero pesaban las representaciones que tenemos de la justicia, que no quería meterla a mi vieja en eso para evitarle el sufrimiento, y además pensaba “uy, qué voy a poder decir yo siendo hija, que no me acuerdo nada, si tenía 3 años cuando mataron a mi viejo”.

Hacia el 98/99, ya me estaba yendo de HIJOS, me presento como querellante con mi mamá y mi hermano en la mega causa Campo de Mayo. Un 24 de marzo fui por primera vez a un acto en Campo de Mayo. En ese entonces yo no tenía en mi reconstrucción histórica familiar a mi viejo tan referenciado con ese lugar, que fue donde tiraron su cuerpo.

Después me contacté con Caro Varski del Cels, me presentaron a Pablo Llonto… Y empiezo a mover… Llamé a Martin Mendizábal, que ya lo había contactado Mariana Castaño Blanco, y a Nico Crosta. Nuestros viejos cayeron uno atrás del otro a mediados de septiembre del ’79. Después nos empezamos a reunir con Flor, Chipi, Hernán y los hermanos Crosta.

No quisiera dejar de reconocer que hubo un intento de juntarnos desde la Secretaría de Derechos Humanos. O sea, la causa abrevó en un lugar, pero en paralelo ya había distintas búsquedas.

APU: ¿Cuáles fueron los intentos anteriores?

VC: Hubo una primera causa que empezaron Ana María Ávalos – con mucho ovario-, Genoud y Viñas por los casos de febrero del ’80. Es una causa maldita, la de Lijo-Bonadío. Bonadío la tergiversa: va contra la Conducción de Montoneros y meten preso a Perdía y a Vaca Narvaja. Después, viendo el derrotero de Bonadío, se lee más claramente lo derechoso, lo facho. Aprovechó para hacer un golpe mediático, fue en términos simbólicos, más que otra cosa.

Ahí conozco también a Stella Segado. Se empezó a crear una red, un trabajito de llamar a la gente que sabíamos que era hijx o militante de la Contraofensiva. Fue un laburo muy artesanal. También hay que reconocer el laburo de Pablo (Llonto), un hombre que ha dejado horas de su vida en esto.

APU-¿Cómo fue el proceso de investigación? ¿Cómo se conformó el trabajo con los archivos?

VC: Le pusimos mucha energía a la investigación hasta llegar al juicio oral: horas de llamar, convencer, algunos no quisieron nunca. Lo que nos interesaba era que cada unx elija, pero que sepan que la causa estaba. Cada uno que se acercaba dejaba un testimonio en instrucción. Un grupo fue a la DIPBA, otros a la Biblioteca Nacional o al archivo de Crónica, que estaba lleno de ratas.

También recopilamos la documentación de archivo del juicio anterior. Nos repartíamos lecturas de los libros sobre el tema. Fue un laburo muy artesanal, que tiene más de 10 años.

APU: ¿La querella se prepara? ¿Cómo se organizan los testimonios? ¿Hay una voz colectiva?

VC: Hay una voz colectiva que no es lisa. Hubo discusiones, por ejemplo, sobre si hacer un juicio que sea más reivindicativo de la historia o no.

Ahora se instaló lo del derecho a la resistencia. Nosotros llegamos a ese lugar. Quiero decir que ya estaba cuando empezamos con el juicio oral, pero no, hace 10 años cuando nos empezábamos a juntar. Quizás cuando pasamos de lo investigativo y hubo que acercarse a qué relato íbamos a dar empezó la discusión en torno al derecho a la resistencia, la reivindicación del derecho a la resistencia, que fue parte del alegato de Gaby (Sosti) y Pablo (Llonto).

APU: La contraofensiva fue muy demonizada, se la redujo a “locura” o “entrega de la Conducción”. Plantear el derecho a la resistencia, ¿la corre de esos lugares estereotipados? ¿No termina quedándose pegada a una faceta heroica?

VC: Cuando vos tenés que alegar en la escena judicial siempre hay algo de lo teatral, de extrapolar los argumentos, me parece. Por otro lado, reivindicar la militancia, la decisión de volver al país a luchar contra la dictadura y también reivindicar conceptualmente la idea de que a las dictaduras hay que resistirlas –como se ve en la historia, en la Revolución de 1810, en la Revolución francesa, en la resistencia de los ghetos, que también quedaron como heroicos-, no significa adherir ideológicamente a Montoneros. Uno puede reivindicar el derecho a la resistencia a la opresión, sin adherir a Montoneros. Y puede reivindicarlos, aun haciendo crítica política. No nos olvidemos que uno los está leyendo 30 o 40 años después.

De todos modos, el juicio es el juicio. Ahí se determina quién fue el culpable de hacer lo que hicieron. En otro terreno se discute la política. La discusión de la Contraofensiva se tiene que dar en otro terreno. Y ni siquiera te diría que estoy capacitada para darla. A pesar de ser hija, de que he leído y sé bastante. Es un debate que no me pertenece. Puedo tener algunas líneas de reflexión sobre eso. Pero en el juicio no estoy discutiendo si estuvo bien o mal la Contraofensiva. Y en la vida cotidiana, tampoco me importa tanto. Puedo reivindicar que mi viejo quiso que la dictadura terminara, que la opresión terminara y que él estuviera dispuesto a dar su vida por eso. Si eso fue un error, ponele, es una decisión personal.

Además, si el análisis político que hicieron estuvo errado, ¿eso da por tierra la decisión de entrar al país para que la dictadura terminara? ¿Eso les baja el precio? ¿Son muertos de segunda? ¿Había que pedir justicia por los muertos por la dictadura pero por los de la Contraofensiva no? Lo que está subterráneo es que decidieron venir igual cuando ya sabían que la dictadura era una mierda peligrosa. Los del ’76 no sabían lo que les iba a pasar. Y los del ’79… ¡ay, qué loco que sos, venís igual sabiendo lo que te va a pasar!

APU: ¿Algo así como culpabilizar a la víctima?

VC: Lo que se soslaya en ese análisis es que es cierto que ellos venían sabiendo los riesgos que corrían, pero lo que estaba mal era la dictadura, que fue la madre de todas las ilegalidades –algo de esto dije en el juicio-. Si no ves el todo, entonces el recorte es malicioso.

También lo que está subterráneo en la crítica es la decisión de continuar las operaciones armadas. Una pregunta que se puede plantear frente a esto es si son víctimas “más culpables” y por eso costó tanto reivindicarlas. Porque hubo operaciones militares anteriores, hubo hechos armados, pero ni el asesinato de Aramburu tiene la misma carga, como si fuera más legítimo.

Siento que la Contraofensiva es tan cuestionada porque queda en un borde -temporal y de concepción- en el que comenzaba a darse, en el país, el paradigma de la democracia de los Derechos humanos -aunque también había acciones armadas como método para llegar al poder en otros lugares como Nicaragua. Y la operación Retorno en Chile-. Como dice Lacan, el punto de la oración hace sentido. Y uno lee ese momento con las coordenadas de hoy.

APU: ¿Cómo viviste el juicio Contraofensiva I?

VC: Muchos militantes de la Contraofensiva no estaban de acuerdo con el juicio. Yo también tenía miedo. Qué iba a decir la prensa. ¿Usted fue al Líbano? ¿Cómo se financiaban? Y lo dijeron, desconociendo las características de una organización armada. De todos modos, el argumento de “se la buscaron” no fue tan fuerte ni tampoco el de la teoría de los dos demonios que utilizó Bonadío en el juicio para responsabilizar a la Conducción de las decisiones que tomaron los militantes. Quizá Montoneros hubiera merecido un juicio en otro contexto, qué sé yo. Lo que está claro es que Montoneros no hizo terrorismo de Estado. Por suerte, la repercusión de la prensa fue menos gorila de lo que esperábamos. Aunque tampoco fue tan conocido este juicio al igual que otros de lesa.

APU: Sin embargo, hubo un segundo juicio.

VC: El segundo juicio se hizo porque la persona se había fugado de la justicia. Para nosotros era importante que estuviera en el primero, pero no se pudo por los tiempos de garantías y lo que se entiende que es el debido proceso. Este segundo juicio deja asentado que no se puede hacer cualquier cosa, que no se puede quedar impune.

APU: ¿Cómo surgió Contraofensiva 3 y qué expectativas tenés?

VC: Es un juicio corto. Es interesante porque Aixa Bona reconoce a su victimario cuando él está declarando en el juicio I. Esto abre la puerta a entender lo importante que es la difusión de los juicios, en función de la economía procesal, de la libertad, de la democratización y el acceso a la información y a la verdad. Y específicamente muestra en hechos la posibilidad de que una víctima reconozca a un perpetrador, aun no pudiendo concurrir personalmente a la audiencia.
“En el juicio no estoy discutiendo si estuvo bien o mal la Contraofensiva. Y en la vida cotidiana, tampoco me importa tanto. Puedo reivindicar que mi viejo quiso que la dictadura terminara, que la opresión terminara y que él estuviera dispuesto a dar su vida por eso. Si eso fue un error, ponele, es una decisión personal”

Tomado de Agencia Paco Urondo / Foto de portada: Virginia Croattto.

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