Raúl en junio, junto a Maceo y el Che
Por Daily Sánchez Lemus
Raúl nos cumple hoy 92 años. Es 3 de junio y los primeros recuerdos se remontan a Birán, con su césped húmedo en los amaneceres, listo para los niños correr y hacer travesuras; un lugar para las remembranzas que entró a la Historia de nuestro país de la mano de sus hijos.
Raúl Modesto Castro Ruz, el Luar o Juan Carlos en la guerra; el joven alegre, valiente, profundo, sensible y resuelto. El moncadista, expedicionario y jefe guerrillero, el ministro exigente y querido, el hombre de Partido; el padre de familia y abuelo feliz; el que sin prisa y sin pausa dio continuidad a la obra de todo el pueblo que encabezó su hermano Fidel; el que todavía la acompaña con la nueva generación al frente, listo para salir a la carga si fuera preciso. Son 92 años de vida y más de 70 de lucha revolucionaria.
Su lealtad sin límites a Fidel, y el hecho de estar dispuesto a arriesgar su vida por él, se reflejó desde siempre, desde aquellos días iniciales de la guerra cuando tras el combate de La Plata, en la Sierra, en enero de 1957, un campesino de los que se había incorporado no quiso acatar la orden de Fidel de entregar el armamento obtenido para su distribución, le rastrilló el fusil, y rápidamente Raúl saltó delante de Fidel y le gritó que primero tenía que dispararle a él. Desde entonces fue el primer y mejor escolta del jefe de la Revolución, de su hermano.
Es junio, un junio cargado de momentos de hace 65 años que seguramente él recordará hoy: los meses de la ofensiva de la tiranía, el desarrollo del Segundo Frente, la Operación Antiaérea, la colaboración permanente con Vilma, que meses más tarde sería su gran amor; y, como azar: nacer en el mismo mes que un cubano guerrero y pensador al que ha admirado durante toda su vida, Maceo; y en el mismo mes de un argentino queridísimo, su amigo el Che; ambos el 14 de junio de 1845 y 1928, respectivamente.
Al pensamiento de Raúl hay que ir, también, una y otra vez. Por eso, en este cumpleaños 92, repasemos el vínculo con esos otros dos grandes de nuestra historia con los que compartió ideas y sentimientos.
Porque la empresa del Segundo Frente quedó como pálida acción cuando las dos columnas heroicas conducidas por Camilo Cienfuegos y por el Che Guevara emprendieron el camino de Baraguá a Occidente. Y allí, bajo el mando impulsivo y heroico de Camilo, iba el nombre de Antonio Maceo como escudo y como estímulo. Del mismo modo que bajo el mando impetuoso y heroico del Ché Guevara, asociando el ayer mambí con el hoy revolucionario, iba el nombre de “Ciro Redondo”, cuyos huesos quedaban, con tantos cubanos humildes, en la Sierra Maestra.
Así diría en 1959, con extrema modestia para sus logros innegables en el Segundo Frente Oriental, resaltando siempre los de otros próceres y los de sus compañeros de lucha.
La sentencia del Titán y el compañero Guevara
La huella de Antonio Maceo en Raúl, tanto de su pensamiento como de su acción, tiene disímiles pruebas en la vida del jefe guerrillero, del Ministro de las FAR y del patriota revolucionario. Sin embargo, detengámonos en una frase conocida pero que nos conmovió a todos el 3 de diciembre de 2016 al cierre de su discurso en la velada solemne a Fidel, en Santiago de Cuba:
Ante los restos de Fidel en la Plaza de la Revolución Mayor General Antonio Maceo Grajales, en la heroica ciudad de Santiago de Cuba, ¡juramos defender la patria y el socialismo! Y juntos reafirmemos todos la sentencia del Titán de Bronce: «Quien intente apropiarse de Cuba, recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha». ¡Fidel, Fidel! ¡Hasta la Victoria!
Esa frase del Titán, empleada también por Fidel en varias ocasiones, ha estado presente al menos otras cinco veces en discursos trascendentales del General de Ejército, como prueba de su vigencia. Cuando el 16 de octubre de 1959, el entonces Comandante Raúl tomó posesión como Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en Columbia, hoy Ciudad Libertad, destacó:
No descansaremos hasta que en nuestro país, en el orden militar, se haga respetar de grandes y pequeños. Porque a grandes y pequeños por igual respetaremos. No descansaremos hasta poner nuestro país en el orden militar, en condiciones que aquel que intente apoderarse de nosotros, sepa que más que dos millones, le va a costar cuatro millones de soldados y aquí sólo encontraría un desierto, porque nuestra máxima será la de Antonio Maceo: «Quien intente apoderarse de Cuba, recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre». Buenas tardes, muchas gracias.
De manera que el conocimiento de la Historia de Cuba y la admiración hacia Maceo era algo que ya traía el joven ministro de 28 años. Dos meses más tarde, el 7 de diciembre, en discurso por el aniversario de la caída en combate del Titán de Bronce, retoma la frase, no sin antes exaltar las cualidades morales y militares del destacado general mambí, y ubicar en el contexto histórico aquella idea que lo acompañaba como ley de vida y que mantenía vigencia absoluta:
Cuando le llegan al exilio doloroso —mitigado sólo por el calor fraternal de los hondureños—, en que vivía en San Pedro de Sula, las noticias de lo que realizaban magnates azucareros de Cuba que temían la independencia cubana y que pretendían frustrar ésta con el logro de la anexión de nuestra Isla a los Estados Unidos (que siempre ha habido vende patrias capaces de anteponer las chimeneas y los latifundios a la vergüenza y la felicidad de la patria), Maceo le escribe a José Dolores Poyo: “La dominación española fue mengua y baldón para el mundo que la sufrió; pero para nosotros es vergüenza que nos deshonra. Pero quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha. Cuba tiene muchos hijos que han renunciado a la familia y al bienestar por conservar el honor y la patria. Con ella pereceremos antes que ser dominados nuevamente; queremos independencia y libertad”.
Así también se lo hizo saber a las milicias de jóvenes universitarios el 11 de abril de 1981 cuando les señaló, el día de su fundación, en El Cacahual:
Mientras más y mejor preparados estemos cada uno de nosotros, cada una de las instituciones del Estado Socialista, mientras más eficaz sea la preparación de la economía nacional y de las masas para pasar a las condiciones de bloqueo o de guerra, menos probable será que el enemigo se lance en una aventura contra nosotros, porque tendría que hacerlo a sabiendas de que como sentenciara el General Antonio Maceo: “quien intente apoderarse de Cuba sólo recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre si no perece en la lucha”
Al menos otras dos veces emplearía la sentencia de Maceo: en sus palabras con motivo de la entrega de la Orden Antonio Maceo a la Academia del Estado Mayor General “Klement Efremovich Voroshilov”, el 21 de diciembre de 1982; y en la clausura de la conferencia constitutiva nacional de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, en la Sala Universal de las FAR, el 5 de diciembre de 1993.
En la primera de ellas expresó: Precisamente fue de Antonio Maceo de quien aprendimos los cubanos de hoy ese máximo principio patrio de que quien intente apoderarse de cuba, sólo recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha.
En la reunión con los combatientes, diría para cerrar:
Nuestro logotipo recoge la gallarda figura del General Antonio, no machete en mano, sino lo que es más significativo aún, convocando con su brazo poderoso y su mano abierta a todos los patriotas, al combate unido cada día en defensa de la Revolución Cubana. Y si el enemigo imperialista, que hoy pretende rendirnos por hambre con su monstruoso bloqueo y su hostilidad en todas las esferas, osara agredirnos militarmente, como ya fue expresado en la mañana de hoy aquí, juremos con el Titán de Bronce: “Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre si no perece en la lucha”.
Seis discursos en los que lo acompaña, a manera de síntesis de su pensamiento, la sentencia de Antonio Maceo que las nuevas generaciones de cubanos también hemos hecho nuestra ante el peligro y las agresiones del mismo imperialismo yanqui. Por eso la imagen de Antonio Maceo, junto a las de José Martí y Máximo Gómez, lo han acompañado también en su despacho y en sus combates por la patria.
Pero también en este junio cumple el Che, y nos cumple 95 para el futuro. Por eso es preciso resaltar la relación de amistad y la identificación de pensamiento entre ambos combatientes. Así lo deja bien claro Raúl en una nota que entrega al Che el 1 de marzo de1958, antes de partir con su columna 6 “Frank País” a fundar el Segundo Frente:
A quien pueda interesar:
El que suscribe, Raúl Castro Ruz, miembro de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio y comandante de la Columna no. 6 Frank País, en vista de que tiene que alejarse demasiado, por cuestiones de servicios del Estado Mayor Rebelde y por tal motivo, viéndome imposibilitado de manifestar mi opinión en cualquier problema que se presente, relacionado con nuestro Movimiento Revolucionario o en cualquier asunto relacionado con el proceso histórico actual y futuro, nacional o internacionalmente, hago saber lo siguiente:
Primero: Ratifico en todas sus partes, la comunicación hecha por el compañero, comandante Ernesto Guevara, a la Dirección Nacional del 26 de Julio, con relación al Pacto de Miami y
Segundo: Estando plenamente identificado ideológicamente con el compañero Guevara, delego en él y ratifico cuantas opiniones o declaraciones emita en este sentido y en lo que respecta a lo manifestado inicialmente en este documento.
Raúl Castro Ruz
No hace falta comentario alguno. La nota es contundente y testamento. Muchas son las ocasiones que compartieron después del triunfo revolucionario de enero de 1959 hasta la partida del Che, pero prefiero identificar una vez más sus pensamientos y su amistad, con sus palabras del año 1994, en la Asamblea Nacional cuando cita al Che para definir los valores del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz:
Nadie como el Che lo ha definido, cuando expresó: “Y si nosotros estamos hoy aquí y la Revolución Cubana está aquí es, sencillamente, porque Fidel entró primero en el Moncada, porque bajó primero del Granma, porque estuvo primero en la Sierra, porque fue a Playa Girón en un tanque, porque cuando había una inundación fue allá y hubo hasta pelea porque no lo dejaban entrar. Por eso nuestro pueblo tiene esa confianza tan inmensa en su Comandante en Jefe, porque tiene, como nadie en Cuba, la cualidad de tener todas las autoridades morales posibles para pedir cualquier sacrificio en nombre de la Revolución.” Así pensaba el Che. Así pienso yo también.
Raúl y su amigo el Che, marxistas convencidos, luchadores tenaces, jefes exigentes, hombres enamorados de sus hijos y de los hijos de otras tierras del mundo; amigos desde los días de los preparativos de la expedición, cuando ya coincidían en las ideas más radicales en aquel movimiento emancipador; profundos admiradores, defensores y leales a Fidel y a la causa revolucionaria, dispuestos a cualquier sacrificio por ella. Por eso la confianza y la identificación indudable de pensamiento entre ambos.
El mejor regalo
Para un revolucionario como Raúl el mejor regalo es el cumplimiento de la parte del deber que nos corresponde a cada cual, continuar la obra por la que muchos jóvenes murieron y que jamás podrá ser sangre vana. El mejor regalo puede ser, entonces, estudiar su pensamiento y multiplicar, por ejemplo, lo que expresara en su discurso en la Asamblea Nacional de Poder Popular de agosto de 1994, días complejos también para Cuba: un grupo de ideas fundamentales que nos conduzca día a día -junto al concepto de Revolución de Fidel-, y que a continuación resumimos y compartimos por tratarse de una guía para el trabajo y la conducta de todos los revolucionarios:
Hay que desterrar la apología y la autocomplacencia;(…)
Hay que volar en pedazos la mentira, por insignificante o inconsciente que sea;(…)
Hay que salirle al paso a la ausencia de crítica y al hipercriticismo;(…)
Hay también que estimular a que todos los revolucionarios expongan abiertamente su criterio en lugar, tiempo y forma; (…)
La decisión colectiva ha sido y será siempre mucho más sabia que una decisión personal;(…)
Es en las reuniones donde hay que hablar, y no en los pasillos;(…)
Los revolucionarios tenemos que estar dispuestos a buscarnos problemas y a pagar el precio que sea necesario;(…)
Hay que poner de moda la vergüenza; (…)
Hay que trabajar cohesionados.
Entonces sí, Raúl, celebre su cumpleaños confiado de que no es el último mambí, porque siguiendo su camino, que es el mismitico de Fidel, no habrá nada que impida que la Revolución Cubana siga resistiendo y venciendo. Por eso este 3 de junio, el mejor regalo es renovar el compromiso con usted y con la patria, en el año 70 del Moncada. Gracias por todo, Raúl. Es un privilegio que nos siga acompañando y que este mes de junio nos traiga una carga más de fuerza con el nacimiento para siempre de hombres como usted, Maceo y el Che.
Tomado de Cubadebate