Eva Perón en Casa de las Américas
Por Graciela Ramírez / Resumen Latinoamericano Corresponsalía Cuba.
“Mi corazón siempre estará con mis descamisados…
…Yo estaré con ellos para que sigan adelante por el camino abierto de la justicia y de la libertad hasta que llegue el día maravilloso de los pueblos. Yo estaré con ellos peleando en contra de todo lo que no sea pueblo puro, en contra de todo lo que no sea la «ignominiosa» raza de los pueblos. Yo estaré con ellos, con Perón y con mi Pueblo, para pelear contra la oligarquía vendepatria y farsante, contra la raza maldita de los explotadores y de los mercaderes de los pueblos”.
Mi mensaje, Eva Perón
La Habana, 6 de junio de 2023.- Un hecho de gran trascendencia política y simbólica ocurrió en la tarde de hoy en Casa de las Américas.
Lis Cuesta Peraza, directora de eventos del Ministerio de Cultura, hizo entrega a Casa de las Américas de la réplica de la máscara mortuoria de Eva Perón, Evita, como la ha llamado desde siempre el pueblo argentino con infinito reconocimiento y cariño.
María Eva Duarte de Perón, Evita, la abanderada de los humildes, falleció muy joven, acababa de cumplir 33 años. En su corta y épica vida, dio un giro transcendental a la historia Argentina junto a su esposo Juan Domingo Perón.
Por su gran determinación, conciencia política, dedicación y amor a los humildes, se consolidó el peronismo como la gran fuerza transformadora de la sociedad. Se lograron los avances más importantes para la mujer, la sanción de la Ley de sufragio femenino en 1947, la igualdad jurídica de los cónyuges, la patria potestad compartida, los derechos sociales y laborales para los trabajadores. Hizo escuelas, hospitales, asilos, viviendas, difundió el deporte entre los niños, el turismo social, las colonias de vacaciones. Evita era la voz de los olvidados y humillados, el vínculo directo entre Perón y los trabajadores.
Libró una gran batalla contra la oligarquía, el imperialismo y los sectores más retrógrados de la iglesia. La rancia derecha que la odió y sigue odiando el legado de su memoria, llegó a pintar en las paredes “Viva el cáncer”.
Evita falleció una noche fría, gris y lluviosa de invierno, el 26 de julio de 1952. Dos millones de personas la despidieron llorando en el más multitudinario homenaje a una líder política argentina. Perón pidió que su cuerpo fuese embalsamado y ubicado en la sede de la CGT para que presidiera el gran monumento con el que Evita quería honrar a los descamisados. No pudo llegar a construirse.
En 1955 un golpe de Estado asestado por el General Aramburo bombardea la Plaza de Mayo provocando la destitución de Perón. Aramburo, representante de la oligarquía y el imperialismo, proscribió al peronismo, prohibió todos sus símbolos, desarticuló y persiguió sus organizaciones políticas, gremiales y sindicales, secuestro el cuerpo de Evita, lo mancilló y lo ocultó por más de dos décadas.
Pero el pueblo siempre en resistencia cantaba en voz baja la Marcha Peronista y guardaba en sus casas las imágenes de Perón y Evita.
Fueron los jóvenes Montoneros en los años 70 los que en nombre del pueblo ajusticiaron al dictador Aramburo. En otra acción de justicia, en 1974, secuestraron el cuerpo de Aramburo para obligar el regreso del cuerpo de Evita. Así llegó al fin a la Argentina.
La réplica del rostro inerte de Evita, su máscara mortuoria, es parte de esta épica, fue encargada por Perón al gran orfebre artista en plata Carlos Palladorls Cuni. Y fue su hijo Juan Carlos Palladorls quien la finalizó. Siempre que hace una gran obra pide al pueblo que participe. Medio millón de argentinos aportaron a ella.
Luis Illarregui, embajador de Argentina en Cuba, agradeció a Lis Cuesta por la donación de la réplica, a Abel Prieto presidente de Casa de las Américas por recibirla y ubicarla en lugar tan emblemático, destacando el alto valor simbólico de lo que representan Evita y Cuba para el pueblo argentino.
Por su importancia, reproducimos para nuestros lectores las palabras pronunciadas por Jaime Gómez Triana. vicepresidente de Casa de las Américas.
Como argentina agradezco enormemente a Lis Cuesta, esposa del Presidente cubano Miguel Díaz-Canel, a Casa de las Américas, al embajador Luis Illarregui y Adela Segarra el honor de contar desde hoy y para siempre con el bellísimo rostro de Evita que desde la eternidad nos sigue alumbrando.
Palabras de Jaime Gómez Triana:
Agradezco a todos su presencia.
Quiero en particular saludar a Luis Ilarregui, embajador de la República de Argentina en Cuba y nuestra compañera Lis Cuesta, cuya generosidad nos congrega hoy a propósito de la donación a la Casa de las Américas una pieza con alto contenido simbólico para nosotros. Agradezco también que nos acompañen el poeta Alpidio Alonso, nuestro Ministro de Cultura, de Luis Morlote Rivas, presidente de la Uneac, y de Perla Rosales, directora general adjunta de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Recibimos hoy la donación de una copia de la mascarilla mortuoria de Evita, de Eva Perón. Una pieza realizada por el destacado platero argentino Juan Carlos Pallarols a partir del molde original que hiciera, por solicitud del propio Perón a su padre, Carlos Pallarols Cuni.
La historia de la pieza misma es muy singular. Cuentan que en un viaje que Evita realizó a París en 1947, al ver los grandes monumentos de esa ciudad, imaginó una obra semejante como homenaje a los trabajadores argentinos caídos en 1945, durante las luchas por los derechos sociales.
A su regreso y durante los dos años siguientes, ella dirigió personalmente la conformación del proyecto y supervisó las maquetas finales que aprobó poco antes de morir, sin imaginar que ese lugar podría ser finalmente el mausoleo que acogiera sus restos mortales.
Al morir Evita el 26 de julio de 1952, el Congreso de la Nación decidió que, en la capilla del futuro monumento al trabajador por ella concebido, se construiría un sarcófago especial para guardar sus restos. La tapa de la tumba sería una lámina de plata batida de 1mm, muy liviana para que pudiera ser levantada cada 26 de julio durante los homenajes que se le hicieran.
Durante un año, hasta mediados de 1953, se preparó una maqueta que el General Perón aprobó y Carlos Pallarols Cuni comenzó a realizar la pieza. Pero el golpe orquestado por el imperialismo en 1955 interrumpió el gobierno de Perón y la ofensiva gorila impuso el decreto ley de “Desperonización”, obligando al pueblo a destruir todo el material relacionado con el peronismo.
Carlos Pallarols Cuni se vio obligado a destruir su obra, pero consciente del riesgo que corría guardó algunos fragmentos que serían celosamente preservados por la familia. Entre esos fragmentos estaba la mascarilla, tomada directamente del rostro sin vida de la líder peronista.
Con la llegada de la democracia en 1983 y ya fallecido su padre, Juan Carlos Pallarols decidió restaurar y completar la máscara de Evita. Lo hizo como es costumbre suya permitiendo que el pueblo argentino pasara a dar un golpe de martillo en la pieza. La obra se convirtió así en hechura de un pueblo, un pueblo que siente una veneración absoluta por Evita y por lo que ella representa el compromiso con los desposeídos, los desamparados y los que no tienen voz.
Se incorpora hoy a la colección Arte de Nuestra América Haydee Santamaría, gracias a la donación de nuestra compañera Lis Cuesta, una copia de la primera mascarilla reconstruida. Realizada por el propio Juan Carlos Pallarols, quien tuvo una profunda amistad con el querido Eusebio Leal (de ello da cuenta el documento firmado por el artista que también se exhibe), esta pieza contiene sin dudas un profundo simbolismo ya que en ella confluyen la biografía de Evita y un fragmento de la historia de nuestra patria grande.
En estos tiempos en que desde posiciones abiertamente neofascistas se alimenta el odio y la violencia contra toda apuesta política que enarbole ideales de justicia social es muy importante rescatar la memoria que esta pieza evoca y traer con ella el ejemplo de coherencia de Evita quien ha sido junto a la Revolución cubana uno de los grandes símbolos de emancipación de nuestra América.
Evita falleció el 26 de julio del 1952 y justo un año después un grupo de jóvenes liderados por Fidel y entre los que se encontraba Haydee Santamaría, la fundadora de esta institución, intentaron tomar el más grande cuartel militar del oriente cubano con una acción que fue el inicio de las que permitirían la consumación del triunfo de enero de 1959.
Una consigna argentina: «Evita, Moncada la patria liberada», que aún moviliza a los estudiantes y los sectores de izquierda, da cuenta de una confluencia que más que cronológica lo es de ideales de justicia.
A partir de hoy esta mascarilla de Evita estará ubicada en esta pequeña sala de la Casa de las Américas que conduce al salón de la presidencia, a las que fueran oficinas de Haydee, de Mariano, de Retamar. En este lugar desde hace muchos años se exhibe una pieza del gran pintor argentino Ricardo Carpani y que es en sí misma un homenaje a los descamisados, a los trabajadores. Hay que recordar que el propio Carpani pintó la imagen de Evita captando de ella su potencia movilizadora.
Este creador que fue, indiscutiblemente, uno de los más grandes artistas plásticos de América Latina, combatió permanentemente el «coloniaje cultural y artístico» resultante de la sumisión al imperialismo del control, lo cito, que «la oligarquía ejerce sobre los principales resortes de nuestra cultura», con su «mentalidad extranjerizante, despreciativa de todo lo genuinamente nacional y popular».
Hemos querido de igual modo incorporar algunas imágenes de grandes artistas argentinos que también se han inspirado en la vida y el legado de Evita. Estas piezas forman parte de un juego de postales que se publicó el pasado año con motivo de su centenario y que obtuvimos gracias a la colaboración de Adela Segarra a quien también agradecemos.
Todo lo anterior otorga al conjunto resultante un muy especial significado que nos permite no sólo conmemorar los históricos lazos culturales que unen a la Argentina y Cuba, sino también el valor de la memoria para sustentar el futuro de justicia e integración al que aspiramos”.
Evita y la Casa de las Américas Cuba y Argentina tienen una historia que se abraza. Casa de las Américas fue el lugar fundante de la cultura latinoamericana. Evita fue el icono de la justicia social, de la participación plena de las mujeres, de la lucha por encima de los honores. Su rostro en la Casa nos conmueve, nos sintetiza. Gracias Cuba por el abrazo permanente. Por la caricia a nuestra memoria. Gracias Abel, Jaime, Yolanda, Alpidio y Lis.
Adela Segarra
Foto de portada y video: Prensa Latina.