Internacionales

El despertar de África, que sufrió el peor genocidio: “Su liberación implica superar una economía dependiente y basada en la explotación y las extracciones ilegales”

Diálogo con Luciano Vasapollo, Rita Martufi, Luigi Rosati, Viviana Vasapollo y Mirella Modafferi de la Escuela
de Economía Decolonial, Antropológica y Socialista

El colonialismo europeo en África es responsable de actos de genocidio cuyas dimensiones siguen siendo ignoradas por el gran público. Sin embargo, no hay que olvidarlas, subraya la Escuela de Economía Antropológica de la Universidad La Sapienza, dirigida por el profesor Luciano Vasapollo, en la que participan investigadores como Mirella Modafferi y Viviana Vasapollo, e integra a intelectuales como Luigi Rosati, estudioso y experto en movimientos de liberación africanos, y Rita Martufi, coordinadora del Centro de Estudios CESTES del sindicato USB y cofundadora, con el profesor, del capítulo italiano de la Red de artistas e intelectuales en defensa de la humanidad, REDH. Militante marxista, Vasapollo y su Escuela (a la que se refieren la dirección de FarodiRoma y la Asociación Rotondi, promotora de nuestro periódico online) se inspiran en “lo que decía Gramsci, es decir, plantear una participación activa, de la inteligencia, la imaginación y la iniciativa de trabajadores y estudiantes, caminando hacia la cultura de la autodeterminación de los pueblos fuera de la lógica del capitalismo y del imperialismo, favoreciendo en cambio con el conocimiento crítico la construcción real de una nueva humanidad futura”.

De este grupo surgen las reflexiones que FarodiRoma dedica estas semanas al tema de la descolonización de África, incluidas las consideraciones que siguen en este artículo.

Según los historiadores, en tres siglos unos 500 millones de negros africanos, en su mayoría bantúes, fueron víctimas de la trata de esclavos, para la que hoy se utiliza la palabra “Maafa”, es decir, “catástrofe, destrucción”, y que incluye la trata atlántica africana (que, con naufragios, violencia y penurias durante la deportación, causó por sí sola unos 10 millones de muertos).

Una masacre igualmente cruel se llevó a cabo a través del Estado Libre del Congo (actual República Democrática del Congo), posesión privada del rey Leopoldo II de Bélgica. En este inmenso territorio, rico entonces como ahora en inmensos recursos, toda la población fue esclavizada y obligada con métodos inhumanos a producir riquezas para enviarlas a Europa. Se calcula que al menos 10 millones de personas perdieron la vida entre 1885 (año del reconocimiento internacional del Estado Libre del Congo) y 1908, cuando el Congo, de ser una posesión privada del Rey, pasó a ser una colonia de Bélgica. La cifra de 10 millones de muertos es una estimación conservadora, algunas fuentes hablan de 20 millones de muertos.

Y el genocidio continuó a través del comercio de negros en el ámbito islámico, la esclavitud en Estados Unidos de América, el colonialismo en suelo africano, el imperialismo y otras formas de opresión y explotación: el apartheid, el racismo, la discriminación de los negros en África y en el mundo, hasta el neocolonialismo, es decir, el actual desfalco de las materias primas por las multinacionales, y las masacres de migrantes en el Mediterráneo, con miles de muertos más, desencadenadas por el cierre de las fronteras por parte de Europa, con gobiernos como el italiano buscando acuerdos con países norteafricanos dispuestos a hacer el trabajo sucio de detener a los migrantes en el desierto del Sáhara, traerlos de vuelta si los guardacostas libios y tunecinos los interceptan (condenándolos así muy a menudo a muerte), e incluso intentar desalentar su rescate, en casos frecuentes de naufragio, persiguiendo a las ONG.

Los recientes golpes de Estado en Malí, Burkina Faso, Níger y Gabón, a costa de gobiernos serviles a Occidente (que también quiere que sean gendarmes antimigrantes) y a Francia en particular, han reavivado la chispa de la lucha por la liberación de África de las cadenas de la explotación, mientras que con los años el conflicto neocolonial ha pasado de una forma predominantemente político-militar a otra político-económica. Un orden “multipolar y policéntrico”, señala la escuela de Vasapollo, está hoy reñido con el diseño geoestratégico del capital global.

Hoy es necesario avanzar hacia un orden económico mundial que garantice la autodeterminación y la soberanía de los pueblos, e impida así las acciones imperialistas destinadas a desestabilizar las economías, ya sea mediante ataques a las monedas o a los bloques financieros asociados al dominio del dólar estadounidense y del franco africano.

Un nuevo orden económico mundial multipolar y multicéntrico es una garantía de equilibrio y paz universales y constituye, en opinión de estos académicos, una “condición mínima y necesaria para la transición al socialismo”. En el plano teórico, la Escuela también hace referencia a Samir Amin, el gran economista y politólogo franco-egipcio que exploró la categoría de “polarización mundial”. La ideología burguesa niega de raíz los resultados de la expansión de su propio modelo económico y productivo: “por un lado sigue diciendo que la mundialización capitalista ofrece a todos la posibilidad de desarrollarse (éste es el contenido esencial del discurso de la economía convencional)”.

La permanencia de las profundas divergencias, por no hablar del estado real de sometimiento económico, productivo y financiero de los países víctimas del colonialismo y del imperialismo, se identifica frecuentemente con el “particularismo”, es decir, con las explicaciones que aluden a las diferencias étnicas, culturales, naturales, religiosas, no muy diferentes en sustancia del discurso ideológico condenado por Gramsci en la “cuestión del Sur”, pero absolutamente desprovistas de todo fundamento material y económico.

Amin, junto con el sudafricano Hosea Jaffe, otro estudioso que colaboró con Vasapollo en la elaboración de sus tesis, identifica la tendencia propia del modelo de producción capitalista a la demolición de los vestigios precapitalistas en los estados coloniales, pero al mismo tiempo a la regeneración de los mismos como condición de la permanencia de la explotación y de la preservación de la dicotomía entre dominados y dominantes.

Es evidente, a partir de ello, el peso esencial que tienen las luchas de clases en la definición de estos escenarios, dado el rechazo a cualquier supuesto predictivo basado puramente en un marxismo erróneamente entendido como un economicismo anodino.

La relación entre estructura y superestructura, en el contexto de la crítica del economismo también como deformación del pensamiento de Marx, concierne estrechamente tanto a la crítica del sistema mundial capitalista como a la cuestión de las experiencias de transición al socialismo. Partiendo de la puesta de relieve de un vínculo muy estrecho entre el modelo cultural y el modelo de producción, Amin y Jaffe afirman que: “en la medida en que este modelo cultural cayera, el capitalismo se encontraría sin base material y sin fuerza cultural; porque en la propia definición de lo que es fuerza productiva para el capitalismo, entra un componente ideológico: la fuerza productiva es aquella que sirve a la satisfacción de las necesidades de un hombre ya a priori preformado”.

Es necesario, por tanto, desprenderse de la tendencia imperialista, como decía Hosea Jaffe, fuera del “mundo corporativo”, es decir -subraya la Escuela- “luchar contra el tráfico ilegal de personas y contra la explotación de los recursos, lo que significa entonces luchar contra la guerra, luchar contra la explotación y el uso racista de la fuerza de trabajo, y de nuevo luchar contra el tráfico ilegal de armas, es decir, intentar redistribuir la riqueza social no sólo cualitativa sino también cuantitativamente”, animando a retomar este término que Vasapollo y su equipo consideran “mejor que el término cooperación: una especie de complementariedad, de reciprocidad en el, de hecho, equilibrio internacional’. En este sentido, el grupo de Vasapolo afirma: “ninguna migración puede ser ilegal” y la libre circulación de todas las personas debe reconocerse como un derecho (por otra parte, ya sancionado por la ONU y la Iglesia católica en el Magisterio de los últimos papas).

Vasapollo y sus colaboradores han seguido y comentado la reciente cumbre de los BRICS para FarodiRoma y apoyan las razones de una nueva ampliación a países como la República Democrática del Congo pero también, en perspectiva, a Níger y Gabón, que a través de “una transición también que política anticolonialista y antifrancesa se puede superar una economía dependiente basada en la explotación y extracción ilegal de materias primas para llegar a procesos de Liberación”.

La Escuela de Economía Antropológica reflexiona a continuación sobre cómo una reforma (o revolución) de los organismos internacionales podría contribuir eficazmente a la Liberación de África. Y ha elaborado su propia crítica del Fondo Monetario Internacional que se centra en los resultados macroeconómicos de un país, como el gasto total, la producción, la inflación y el desempleo, la balanza de pagos, pero también en la política macroeconómica adoptada y sus resultados en términos de gestión de los tipos de interés, los tipos de cambio, el dinero y el crédito y, por último, en las políticas financieras, es decir, la regulación del sector bancario. De hecho, un préstamo del FMI exige la aplicación de políticas económicas de austeridad, lo que atenta contra la soberanía nacional.

De hecho, a cambio de un préstamo el FMI exige que se apliquen políticas económicas de austeridad, lo que socava la soberanía nacional. Además, el FMI rara vez actúa en contra de los intereses de Estados Unidos, al contrario, es una institución internacional que opera para perseguir sus objetivos políticos, por ejemplo concediendo préstamos favorables a los países aliados de Estados Unidos. A este respecto, Vasapollo y su equipo citan los numerosos estudios realizados, como el del profesor Thacker, que demostró que los países de la ONU que votaban en el mismo sentido que Estados Unidos recibían sistemáticamente préstamos del FMI.

Incluso el Banco Mundial, en línea con las políticas impuestas por el FMI, impone políticas neoliberales de desregulación, liberalización, puesta en el mercado de los servicios públicos y fuertes recortes del gasto social en los países receptores de préstamos. En la práctica, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional son dos organizaciones casi totalmente solapadas, aunque nacieran con fines distintos, que han acabado convergiendo en los intereses de control y dominación imperial.

Al fin y al cabo, por desgracia, “África siempre ha sido un continente rico en recursos minerales, y si”, razona Vasapollo, “la infame colonización ha debilitado su autodeterminación y su soberanía política y económica vendiendo cada vez más los países dependientes a la dominación de la colonización precisamente europea en su forma de neocolonialismo a través de la omnipresencia de las empresas multinacionales, hoy podemos decir que África empieza a mostrar una capacidad de redención también a través de la extraordinaria colaboración con Cuba (Fidel fue un gran amigo y socio de Nelson Mandela, como recuerda la foto que abre este artículo) y de asociaciones más amplias con países como China y Rusia, que siguen lógicas diferentes al unipolarismo de EEUU y Europa. Y gracias también a los Movimientos de Liberación como el M23, se vislumbra la perspectiva de una redención, que sin embargo requiere un “camino largo y difícil”.

En cuanto a un juicio histórico sobre el atraso de África, para Vasapollo y su grupo “no podemos hablar, como Gramsci no lo hizo en el caso de nuestro Sur, de una mala evolución del Sur, sino de un proceso de colonización por el Norte, en este caso por los distintos países de Europa, es decir, como vimos en la introducción, de un papel brutal de los países occidentales, de la explotación sistemática de los recursos y de las personas y de un verdadero genocidio de las poblaciones africanas por los traficantes de esclavos ayer, hoy por las multinacionales”. Por último, citando al historiador y político guyanés Walter Rodney, fuertemente anticolonialista, contado entre los padres del panafricanismo, asesinado a la edad de 38 años en 1980, quien subrayó que estos países deben ser capaces de gestionar ellos mismos sus recursos para lograr un desarrollo agroindustrial de calidad, como los recursos naturales petróleo, pero también coltán y litio, para que estas riquezas sirvan para socializar y enriquecer a los pueblos y de África, y así para un desarrollo también socialmente sostenible con sostenibilidad medioambiental para un proceso de autodeterminación económica y política”.

Aurelio Tarquini

En la foto de portada: Un vínculo de amistad basado en la estima mutua unió a Fidel Castro y Nelson Mandela, como señala la periodista Isabel Finbow a través de las columnas de teleSUR, fueron “amigos, camaradas y aliados”. Nelson Mandela siempre señaló que cuando emprendió su lucha para acabar con el régimen de opresión racial en Sudáfrica, se inspiró en la figura de Fidel Castro y en la experiencia victoriosa de la Revolución Cubana.

El líder político africano, escribió en su autobiografía “Long Walk to Freedom”: “Leí los informes de Blas Roca, Secretario General del Partido Comunista de Cuba, sobre su organización clandestina durante el régimen de Batista. Leí las obras sobre y del Che Guevara, Mao Tse-Tung y Fidel Castro”.

Tras salir de la cárcel en 1990, Nelson Mandela viajó a Cuba para dar las gracias en persona a su amigo y aliado Fidel Castro, que contribuyó de forma importante a la lucha contra el régimen del apartheid enviando soldados, profesores y médicos cubanos a Angola. Este hecho se considera un punto de inflexión en la caída del régimen sudafricano.

Tomado de Faro Di Roma

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