Venezuela: ¿Vuelve a apretar la tuerca?
Por Marina Menéndez Quintero
Podía adivinarse que la prevista celebración de elecciones presidenciales este año en Venezuela sería escenario de nuevos intentos de presión por parte de Estados Unidos.
Desde la divulgada escogencia, en octubre pasado, de la política derechista María Corina Machado en elecciones primarias de la oposición que no contaron con el aval del Consejo Supremo Electoral ni con el visto bueno del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), los «cacareos» dentro del espectro opositor, y de este hacia afuera buscando la alharaca previsible de parte de quienes se alinean junto a Washington, hacían presagiar «tormenta».
Y ya el mal tiempo amenaza con convertirse en meteoro, luego de que la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos reactivara el lunes las sanciones que había «suavizado» —entre otras que han matizado la política de Joseph Biden hacia Venezuela— sobre la empresa venezolana extractora de oro, Minerven, y diera de plazo hasta el día 13 de febrero para liquidar cualquier transacción pendiente con ella.
La decisión que vuelve a poner freno a la explotación y la comercialización aurífera venezolana pretende presionar a las autoridades bolivarianas con respecto a una decisión que les compete únicamente a ellas: muchos medios de prensa aseveran que María Corina acaba de ser inhabilitada por el TSJ, pero lo cierto es que la máxima entidad de la justicia venezolana solo ratificó el viernes pasado —y por segunda vez pues ya lo había hecho en noviembre— la decisión emitida por la Contraloría de la República ¡desde 2015!, de que la Machado no podría desempeñar cargos públicos en 15 años.
Por si fueran pocos ya el desplante y la injerencia, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, agregó con respecto al Gobierno venezolano, con aires de ultimátum, que «tienen decisiones que tomar: permitir a los partidos y candidatos de la oposición participar “adecuadamente” y liberar a los presos políticos. Tienen hasta abril».
Aunque es recordada sobre todo por su participación junto con Leopoldo López en el instigador plan de la oposición conocido como La salida, que provocó una ola violenta con las conocidas «guarimbas» y dejó un saldo de más de 40 muertos, una rápida búsqueda de los elementos esgrimidos en 2015 muestra, entre los motivos de la inhabilitación de María Corina Machado, haber fungido como representante alterna de Panamá ante la OEA en 2014, lo que contraviene la Constitución venezolana. Mucho peor su actitud, si se toma en cuenta que Machado buscó esa nominación para conseguir una condena al Gobierno de su país en el pleno de la Organización de Estados Americanos.
Ahora, la decisión del TSJ de ratificar la inhabilitación ha sido vinculada por Estados Unidos, además, con un presunto incumplimiento de los acuerdos adoptados por el Gobierno y la oposición no violenta en su último encuentro en octubre pasado, cuando la delegación gubernamental se comprometió a cumplir con lo que siempre hace: asegurar elecciones libres y transparentes, lo cual no quiere decir que debe pasar por encima a su propia institucionalidad y a sus leyes.
En todo caso, el incumplimiento viene de parte de la oposición que, tutorada por Washington, no ha entregado al parecer ni un bolívar de los 3 000 millones de dólares del dinero ilegalmente incautado a Venezuela en bienes en el exterior por orden de la Casa Blanca, un dinero que debía engrosar un Fondo Social que paliara las secuelas de las propias medidas punitivas estadounidenses.
Pero cualquier amago que haga sucumbir la mesa que ha enrumbado por caminos políticos las diferencias, sería peor.
Tampoco puede pensarse que la actitud «menos dura» sostenida hasta ahora por la administración Biden hacia Venezuela, que ha facilitado licencias para que algunas compañías petroleras como Chevron, Repsol y Eni comercialicen el crudo venezolano, o que en su momento benefició a Minerven, es gratuita o un acto de buena voluntad.
Ello ha respondido, más que todo, a la mismísima necesidad de Estados Unidos y de Europa, en medio de las estrecheces en el abastecimiento de petróleo y gas provocadas por el conflicto Rusia-Ucrania, entre otras tensiones geopolíticas que sacuden al planeta.
Pero, acerca de eso, volveremos a hablar otra vez.
Tomado de Juventud Rebelde / Foto de portada: El Universal