Internacionales

Orlando Letelier: Víctima del fascismo corriente


Por José Luis Méndez Méndez * / Colaboración Especial
Resumen Latinoamericano

Una cruzada universal está en marcha contra el acelerado avance del fascismo en el mundo, fuerzas progresistas han tomado la iniciativa y da el ejemplo para para que otras se sumen de cualquier color político con el fin de formar una sólida detente contra ese flagelo, ya enfrentado y vencido por generaciones pasadas a costa de millonarias pérdidas humanas y materiales incalculables.
El 21 de septiembre de 1976, el fascismo corriente imperante en Chile, como resultado del terrible golpe militar que enlutó a ese país por casi dos décadas, sus raíces no han sido extirpadas, tampoco ha desaparecido de su tejido político y social.

La dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay, se resistió a integrarse al grupo localizado en la sede del Batallón 601 de la Inteligencia de la Argentina en Buenos Aires. En 1977, aún los militares argentinos seguían presionando, en cada reunión de coordinación de Cóndor, a sus pares paraguayos para participar en esta cacería contra los objetivos seleccionados por el proyecto “Teseo”. En el encuentro de la cúpula Cóndor en Buenos Aires, en diciembre de 1976, la delegación paraguaya ratificó su decisión de no incorporarse a la caza fuera de sus fronteras, añadió que no desearía que en reuniones de Cóndor, que se celebraran en Asunción, se trataran detalles de operaciones de “Teseo” y que seguiría proporcionando información sobre los grupos de “subversivos”, que se movieran por el país. Alegó a sus homólogos argentinos, que los forzaban que era un país pequeño, con un servicio de inteligencia joven e inexperto en ese tipo de operaciones y con pocos recursos.

El malestar del dictador paraguayo se remitía a la cono de la convocatoria fundacional de la Operación Cóndor en 1975, había sido el último en recibir la carta de invitación para asistir, su ego como el déspota más añejo de la región era elevado, era el decano de los dictadores y esa condición había que respetarla. Ese malestar se reflejó en todas las reuniones posteriores.
Los argentinos ofrecieron asesoría, crear una unidad de “Teseo”, solo para Paraguay, con operaciones dentro de sus fronteras, si se unían. Las presiones siguieron y lo cierto es que más allá de esta aparente resistencia, los servicios paraguayos tuvieron una participación activa en los preparativos para el asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier del Solar, en septiembre de 1976, en la capital de Estados Unidos.
La verdad acerca de los responsables del asesinato de Letelier, estalló, casi un cuarto de siglo después de los hechos cuando, el 18 de septiembre de 2000, un informe de 21 páginas de la CIA dirigido al Congreso confirmaba, por primera vez, que el máximo responsable de la conspiración era Manuel Contreras, el jefe de Inteligencia de la DINA, la policía secreta de la dictadura de Augusto Pinochet. La agencia estadounidense no reconoció que había seguido de cerca la operación, haber recibido información anticipada y privilegiada de los detalles en desarrollo a pesar de la presencia en el complot de terroristas de origen cubano, controlados por varios de sus servicios especializados y poseer estos amplios antecedentes criminales por actos de terror cometidos dentro de territorio estadounidense.

El “terrorista en jefe” de Contreras, Michael Townley, un norteamericano quien supuestamente era a la vez agente de la DINA y colaborador activo de la CIA, y Armando Fernández, un oficial del ejército chileno y también agente de la DINA, entraron ilegalmente a Estados Unidos —con pasaportes paraguayos autorizados por el dictador Alfredo Stroessner, tras un pedido especial de Augusto Pinochet— para reunirse con las principales figuras de la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas CORU, integrada por grupos extremistas de origen cubano y convenir una colaboración. Guillermo Novo y su hermano Ignacio, ambos cabecillas del fascista Movimiento Nacionalista Cubano, MNC, le aseguraron personalmente su colaboración y les encargaron a sus matones proveer todo el material y la asistencia necesarios.
El 19 de septiembre de 1976, Townley y los terroristas cubanos Dionisio Suárez Esquivel y Virgilio Paz Romero se dirigieron a la casa de Orlando Letelier en Bethesda, Maryland, donde Townley colocó la bomba bajo el auto del ex embajador.
El 21 ocurría el vil asesinato donde murió el líder social chileno y una joven estadounidense Ronni Moffitt de 26 años. El citado Townley avisó inmediatamente por teléfono a los hermanos Novo y en clave comunicó que “algo” había ocurrido en el distrito de Columbia y abandonó el país el 24 para regresar a Chile.
La CIA también reveló que sabía con antelación de las intenciones de Contreras quien, además de espía pinochetista, aparecía en la contabilidad de la CIA norteamericana. Entretanto, dos años después Townley fue extraditado desde Chile en 1978, y estuvo encarcelado apenas a cinco años en Estados Unidos, mientras colaboraba con el FBI. Fue finalmente liberado y hoy vive con otra identidad al amparo del programa de protección de testigos, a pesar de sus numerosos crímenes.
Los terroristas cubanos, “evadieron” durante décadas a la justicia estadounidense, que finalmente los capturó y juzgo, aunque pocos años después fueron liberados, con la anuencia de la voluntad política de administraciones de Estados Unidos.

Ese día de septiembre de 1976, el fascismo corriente cobró esas vidas, hoy vuelve a asesinar el Gaza, donde no quedan niños por matar, en el Líbano, Yemen y donde quiera que se le oponga resistencia. Como en la España de los años treinta del pasado siglo, cobra vida la consigna de “No pasarán”.

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Foto: The Intercept/ Archivo

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