Un convicto presidente por renovar el imperio
Por Hedelberto López Blanch* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
Con la enorme prepotencia y ambiciones que le caracterizan, el presidente Donald Trump, en su primer discurso durante la toma de posesión, lanzó numerosas amenazas contra todo lo que se le oponga ya sean enemigos o aliados en un intento por remodelar el decadente imperio estadounidense.
Solo en Estados Unidos, por las características del sistema capitalista controlado por una élite multimillonaria, se puede concebir que llegue al poder un presidente convicto por 34 cargos criminales, y que al estilo de Adolfo Hitler una gran parte de su población lo apoye.
En el primer día de su mandato firmó decenas de órdenes ejecutivas de política exterior e interior que varían en algunos aspectos las líneas de Washington después de cuatro años de administración demócrata.
Inmediatamente volvió a incluir a Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo, una semana después de que su antecesor, Joe Biden la revocara, lo que ha sido calificado por numerosos países, entre estos por el de China como una muestra de “hegemonía y despotismo” que contradice los hechos y carece de fundamento.
Sacó de un plumazo a Estados Unidos del acuerdo de París sobre el clima porque “no refleja los valores de Washington y se dirigen los dólares de los contribuyentes nacionales a países que no requieren ni merecen esa asistencia”.
Retiró a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por la “mala gestión” de la pandemia de Covid-19 y por las exigencias de “pagos injustamente onerosos y muy desproporcionados en comparación con las de otros países”.
Asimismo suspendió temporalmente todos los programas de ayuda exterior durante 90 días a la espera de determinar si están alineados con sus objetivos políticos.
Incluyó a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras y designó una “emergencia Nacional en la frontera” entre México y Estados Unidos lo cual abre el camino para enviar tropas a la frontera sur.
Aseguró que impondrá aranceles de 25 % a productos de México y Canadá a partir del 1 de febrero porque ellos están permitiendo que vengan muchos emigrantes y la entrada de fentanilo.
En esa línea de presiones, cambió oficialmente el nombre de Golfo de México por Golfo de América por su “importancia crítica” para la economía nacional.
Clausuró una aplicación de Aduanas y Protección Fronteriza de Biden que permitía a los emigrantes solicitar entrar legalmente al país y pedir asilo.
Como son muchas las órdenes firmadas, no se pueden abarcar en un solo comentario pero entre otras de las bravuconadas internacionales que lanzó aparecen reclamación sobre el Canal de Panamá, y calificó de error la decisión del expresidente Jimmy Carter de ceder el control a la nación centroamericana.
En sus previsiones, al parecer, están las de ejercer mayor control sobre la región del hemisferio sur pues a una pregunta de una periodista sobre cómo ve las relaciones con Brasil y América Latina respondió tajantemente: “Ellos nos necesitan mucho más. Nosotros no los necesitamos”.
También enfatizó hacerse de Groenlandia y de incorporar a Canadá como el Estado 51 de Estados Unidos.
Al referirse al BRICS, ahora integrado por 11 naciones miembros y ocho asociados con gran poder económico y financiero, dijo que su país tiene influencia sobre sus integrantes y que estos no podrán seguir adelante con sus planes.
Volvió a amenazar a los miembros del bloque con aranceles del 100 % a los productos que ingresen a Estados Unidos si ellos insisten en alejarse del dólar y crear una moneda que lo sustituya o solo usen monedas nacionales. Según el FMI, el billete verde ha perdido mucho espacio como moneda internacional en los últimos años.
Pero como ya no son tiempos de la existencia de un mundo unipolar dirigido por Estados Unidos, resultó sintomático que al otro día de la toma de posesión de Trump, los presidentes de Rusia, Vladimir Putin y de China, Xi Jinping sostuvieran una larga conversación telemática.
El mandatario ruso destacó que las relaciones entre Moscú y Beijing se basan en la amistad y la confianza mutua y ya su país se convirtió en el principal suministrador de gas natural a esa nación asiática.
Agregó que China actualmente “es el mayor consumidor de recursos energéticos rusos” y los dos países realizan proyectos exitosos en materia de industria, transporte, agricultura y otros sectores.
Respecto al intercambio comercial, los datos rusos muestran que en los primeros 11 meses de 2024 creció más de un 7 %, superando 220 000 millones de dólares y según la estadística china, el comercio entre los dos Estados durante el año pasado alcanzó casi 245 000 millones de dólares.
Por su parte, Xi Jinping afirmó que las relaciones ruso-china “adquieren cada vez más vitalidad y la cooperación bilateral se está expandiendo constantemente”.
Recordemos que Rusia ha firmado amplios acuerdos estratégicos con China, India e Irán que abarcan relaciones económicas, diplomáticas, científicas, sociales y militares.
Al parecer el presidente convicto Trump no ha leído sobre la larga historia de la humanidad en la que han desaparecido imperios como el romano, otomano, español, británico, francés, Alemán. Puede que su prepotencia y falta de ética corroan más al debilitado pero aún peligroso imperio estadounidense. Esperemos por la marcha de la historia y mientras tanto Cuba y su pueblo seguirán resistiendo los embates que soplan desde el Norte con la ayuda de numerosos amigos internacionales.
(*) Periodista cubano. Escribe para el diario Juventud Rebelde y el semanario Opciones. Es el autor de “La Emigración cubana en Estados Unidos”, “Historias Secretas de Médicos Cubanos en África” y “Miami, dinero sucio”, entre otros.
Ilustración de portada: Adán Iglesias.