Luis Carlos Silva: Cuba siempre tiene un plan B, un plan C, tiene un abecedario
Por Flor de Paz / Colaboración especial para Resumen Latinoamericano
Omitiendo el sistema de atención primaria con que cuenta Cuba y el número de médicos por habitantes que exhibe —el más alto del mundo—, entre otras realidades, Eduardo López Collazo, un cubano que reside en España desde hace más de 25 años, cuestionó entre otro rosario de sin sentidos el número de casos de COVID reportados en la isla, cuando los países vecinos están tan afectados.
A sus falsedades, dichas en una entrevista el pasado día 10, ha respondido el Doctor en Ciencias Matemáticas y Doctor en Ciencias de la Salud Luis Carlos Silva Aycaguer, profesor titular de la Escuela Nacional de Salud Pública de Cuba y Profesor Colaborador Asociado de la Escuela Nacional de Sanidad de España, quien al hacer un análisis de cada uno de los principales enunciados de Collazo ofrece datos y argumentos que desarticulan al interpelado y desmoronan sus supuestos argumentos.
De acuerdo con Luis Carlos Silva, otra de las afirmaciones de Collazo señala que en Cuba no se está haciendo un ensayo de fase III, sino de IV, que en la fase II se busca la dosis adecuada y que en la III se apuesta por esa dosis y se aplica en una población representativa, pero siempre con doble ciego y grupos de control.
Collazo está errado en cuanto a conceptos y, además comete un desliz metodológico, apunta el experto. “Porque los candidatos no se están aplicando en Cuba ni en una población ni en una población representativa, sino que se emplean en dos muestras: una vacunada con el candidato y otra con el placebo. Y, en tales casos, lo que importa no es la representatividad, sino la comparabilidad que estaría garantizada por la asignación aleatoria”.
En el mismo sentido —continúa Silva—, Collazo añade que en Cuba se está aplicando masivamente el medicamento como en una fase IV, y que se ha pasado de la fase II a la IV, bajo la denominación de fase III.
“Pero, lo cierto es que en la Fase III, con los dos candidatos (Soberana II y Abdala), participarán 92 mil personas, lo cual representa el 0,008 por ciento de la población cubana, menos del uno por ciento. Por tanto, no puede considerarse una aplicación masiva; es simplemente un ensayo clínico de grandes proporciones en el que solo la mitad recibe la vacuna. Quizá no es tan grande como la de la Sputnit V, que tuvo decenas de miles de voluntarios”.
Un tercer doblez de Collazo apela a lo anecdótico, cuando responde a una pregunta de la periodista sobre una persona que recibió una dosis de Soberana y enfermó de covid grave. Él dice —refiere el Doctor Silva— que eso pasa cuando todavía no se tienen todas las fases cubiertas.
Sin embargo, “es falso, puede suceder en cualquier caso, incluso con vacunas muy probadas. La vacuna de la Polio, por ejemplo, que tiene 60 años de vigencia, ocasionalmente produce Polio e incluso muertes”.
Silva comenta asimismo que la vacuna de Astra Zeneca tiene en estos momentos 262 casos de trombosis graves, incluso con un subregistro que está bien documentado, y que seguramente son muchos más.
No hay documentación, lo único que hay es un preprint que solo tiene validez informativa, pero que no tiene cuño de haber pasado por una revisión exhaustiva por científicos, también dice Collazo, mientras es sabido que el prepint se ha generalizado en medio de esta emergencia y está aparentemente convalidado como posibilidad en virtud de los apremios que supone la pandemia. La hidroxicloroquina o el remdesivir, acota el Doctor Silva, han sido comercializados por decenas de miles, basados en preprint.
Al citar esta frase de la periodista: “Cuba, saltándose tantos requisitos científicos arriesga el prestigio que ha construido alrededor de su sanidad …”, el experto señala que no conoce ninguno, que se trata de una pregunta tendenciosa originada en un silogismo falso y absurdo; porque, “aunque la vacuna fuera un fracaso biotecnológico, que nunca será un fracaso total, entonces la salud pública cubana seguiría siendo un ejemplo.
“Si solo nos ceñimos a la Covid, el sistema de salud de la isla ha demostrado una capacidad extraordinaria. En materia de letalidad, Cuba tiene la más pequeña de toda América: 0,5 por ciento. Esa letalidad es más baja que la de Noruega, Finlandia, Corea del Sur, Estados Unidos, Japón, Francia, España, Alemania, Italia, Rusia. Este país tiene 10 veces más: 5,22 por ciento. Además, las vacunas son un resultado de la biotecnología, no de la salud pública”.
Igualmente, menciona a Chile, la tercera nación del mundo con mayor porcentaje de vacunados, pero que tiene una descomunal tasa de mortalidad de 131 por cien mil, además de un galopante crecimiento de casos: 10 mil diarios.
“Pues en Cuba, con una mortalidad por Covid de 0,5 por ciento (4,5 por cada cien mil habitantes.): es 30 veces menor que en Chile y 12 veces inferior que en Uruguay”. Al margen de las vacunas, la salud pública de este país ha resultado ser extraordinariamente efectiva, comparada con la de cualquier otro de América si analizamos la cantidad de casos recuperados y la bajísima tasa de positividad (por debajo del 5 por ciento), añade. “Eso sin hablar de sus avances en cuanto a mortalidad infantil, erradicación de la trasmisión vertical de sífilis, entre otros muchos indicadores”.
Asimismo, el entrevistado acusa que se está politizando al máximo el tema de la covid y que eso es horrible. “Pero inmediatamente es él quien pasa a politizarla cuando dice que en Cuba, por su condición de dictadura longeva, esto se ha convertido en un partido de beisbol o en una zafra de los 10 millones”.
Esas frases son arrogantes, irrespetuosas, manipuladoras y, sobre todo, superficiales, subraya el Doctor Silva. “Los que vivimos día a día con la angustia de ver morir a compatriotas, pero también con el orgullo de que sean muy pocos los que fallecen en comparación con otros, no merecemos ser agredidos con esas bajezas. Además, los resultados de la sanidad cubana los reconoce la Organización Mundial de la Salud y eso nadie los discute”.
Otra falacia esgrimida por Collazo señala que hay que despejar el mito de Cuba como un paraíso de la sanidad. “Luego añade que la isla no quiso entrar en el fondo Covax, que según él aseguraría una diversidad en caso de fallar los candidatos vacunales cubanos”, apunta Silva.
“Habla de la iniciativa Covax como si fuera una panacea. Dice que Cuba la ha rechazado por mera arrogancia y empecinamiento dictatorial. Pero, es mucho decir que el fondo Covax proporcionaría una diversidad en caso de fallar las vacunas cubanas.
“De momento, Covax ha incumplido aparatosamente los planes. De cien millones de dosis para fines del 2020 solo han llegado a 38. Trump lo boicoteó, Rusia no lo apoyó. Covax opera en un marco de opacidad tremendo. A finales de febrero, el 80 por ciento de las vacunas estaban en los países ricos y prácticamente era marginal el empleo de estas procedentes de Covax en los países no desarrollados. Incluso, con buena suerte, hay naciones que han de esperar hasta 2024 para tener vacunas por esa vía”.
El experto añade que la agencia Reuter, el día 15 de diciembre, publicó que el proyecto Covax estaba al borde del fracaso, que había comprado el 14 por ciento de las vacunas mientras los ricos tenían el 56 por ciento en su poder.
“La más suministrada por Covax es Astra Zeneca, la más controvertida de todas. Pero, además hay que acotar que Covax vende, no dona. O dona a países extremadamente pobres. Y esta es la que más se ha intentado vender. A Cuba se la hubiera vendido”.
Por otra parte, “con Astra Zeneca hay un problema: los sistemas de gestión de riesgos (estudios con los primeros consumidores del medicamento para ver si funcionan igual que en los ensayos clínicos) son un desastre. Pero, ¿quiénes llevan adelante los sistemas de control de riesgo? Las propias farmacéuticas. Esto es como poner al lobo a guardar el rebaño”.
En este sentido, Astra Zeneca no ha aportado ningún dato, señala el experto. “Todo lo que se sabe, los 262 casos que se conocen y que registra y acepta la agencia europea de medicamentos, han sido debidos a notificaciones espontáneas. Ni una sola la ha hecho Astra Zeneca, que se supone que tendría que estar llevando adelante estudios de este tipo, que requieren, por cierto, un enorme movimiento de dinero.
“Fue escandaloso cuando un informe alemán contaba que en cinco años las farmacéuticas pagaron más de 200 millones de euros a médicos para que participaran en este tipo de estudios y no se produjo ni un resultado que llegara al sistema alemán de farmacovigilancia, ni una sola reacción adversa informada. Las empresas utilizan la farmacovigilancia para promover la prescripción del medicamento. Les pagan a los médicos para que participen en esos procesos de estudio y los médicos luego no reportan ninguna contraindicación”.
Pero Collazo aun no termina con sus falsedades. Dice que en esta pandemia hay que tener un plan B y que Cuba no ha querido tenerlo, por el empecinamiento que caracteriza a todas las dictaduras. A tal cosa, el Doctor Silva responde que el propósito es dar una imagen de irresponsabilidad, pero ¿cuál es el plan B de Costa Rica o de otros países que están en Covax?, pregunta.
“Cuba siempre tiene un plan B, un plan C, tiene un abecedario, para desesperación de los que a lo largo de decenios vaticinan su derrumbe inminente cada vez que surge una dificultad”, insistió el científico.
Ante otra de las falacias dichas por el entrevistado —no podemos tratar de evaluar la situación de Cuba con los focos de un país democrático donde las cosas se discuten, se evalúan, se votan—, Silva cuestiona:
¿Quién votó por Pfizer y Astra Zeneca? ¿Por qué en Uruguay no se adopta ninguna medida contra el mercado? ¿Quién votó por eso? Nadie votó por eso. Además, el 97 por ciento del costo de Astra Zeneca fue pagado por fondos públicos ¿Habrán consultado para hacerlo?
Más adelante Collazo expresa que en Cuba y en otros muchos países no se están reportando gran cantidad de muertes por COVID, porque lo achacan a muertes por sepsis.
“¿De dónde saca él que eso podría estar pasando en Cuba? Es una especulación. No tienen ningún elemento. La periodista pone la anécdota de una persona que murió había tenido Covid y no la contabilizaron, pero él tendría que saber que las anécdotas no son la base de la ciencia.
“Las personas pueden ingresar por covid, luego superarlo y luego morir. Nosotros estamos contando con rigor todos los fallecimientos de las personas que al morir tenían covid y a todo el que haya tenido covid se le hace la prueba para ver si lo tenía en el momento de la muerte”.
En la citada entrevista —que el Doctor Luis Carlos Silva Aycaguer califica como documento infame— también hay otros sofismas. “Sorprende extraordinariamente que en ninguna parte del texto figure que detrás de las vacunas en todos lados hay una danza de millones, no de unos pocos millones sino de muchísimos millones”, señaló.
Ninguna persona sensata —concluye— puede pensar que en el prontuario delictivo y mafioso de Pfizer se haya cancelado esa vocación que la ha llevado a tener sanciones de enorme magnitud en Estados Unidos, de miles de millones de dólares, por mentir y por ocultar datos.
Foto de portada: Cubaperiodistas