Internacionales

¿Cómo se han comportado los indicadores sobre la salud mundial en 2020?

Por Patricia María Guerra Soriano / Colaboración especial para Resumen Latinoamericano

Desde que el 31 de diciembre de 2019 fue registrado en la ciudad china de Wuhan el primer caso oficial de COVID-19, han sido mayores las incertidumbres que las certezas con respecto a las estadísticas relacionadas con el comportamiento de la enfermedad en el mundo.

El informe “Estadísticas Sanitarias Mundiales”, emitido anualmente por la  Organización Mundial de la Salud (OMS) da muestras de ello al estimar que el número real de muertes por COVID-19 es dos o tres veces superior a los 3, 4 millones de decesos notificados actualmente, cifras que podrían situar el número real de muertes entre los 6, 8 y los 10 millones de muertes.

Esas irregularidades-revela la OMS en el informe- han sido consecuencia de la falta de sistematicidad en el registro de los datos, así como de su desglose por países, lo cual ha favorecido la desigualdad de los resultados sanitarios, pues solo el 51 por ciento de las naciones miembro incluyen datos desglosados en sus informes estadísticos nacionales.

Para la OMS, la cobertura sanitaria universal corre mayor riesgo de quedar rezagada al tener en cuenta que el 90 por ciento de los países reportan interrupciones en los servicios de salud esenciales y un tres por ciento de los hogares gastaron más del 25 por ciento de su presupuesto en atención sanitaria en 2015.

Aunque la COVID-19 ha revertido para mal las estadísticas mundiales, no todo es negativo. Por ejemplo, la OMS indicó que la esperanza de vida al nacer ha aumentado de 66, 8 años en el 2000 a 73, 3 años en 2019; mientras, la expectativa de vida en condiciones saludables ha crecido de 58, 3 a 63, 7 años. Esos avances han sido más tangibles en las naciones de bajos ingresos debido a la reducción de la mortalidad infantil y de las enfermedades transmisibles.

El informe anual también reconoce una reducción mundial del 33 por ciento en el consumo de tabaco, una buena noticia que se contrapone al aumento de la obesidad en los adultos con registros-según especifica el organismo internacional- de hasta una cuarta parte de la población de las naciones de altos ingresos.

Por su parte, el director general de la OMS, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, informó sobre el descenso constante de la mortalidad debido a los suicidios, homicidios, envenenamiento no intencionado y lesiones por accidentes de tráfico, muchos de los cuales “suponen mayor riesgo para los hombres que para las mujeres”.

La agencia de Salud en Naciones Unidas también se refirió al comportamiento de la tuberculosis en el mundo, sobre el cual adujo que la región de las Américas experimentó un descenso constante entre 1990 y 2015, al reducir su prevalencia y mortalidad. No obstante, el progreso en la prevención, detección y notificación de los casos incidentes ha sido lento, por lo cual sigue considerándose “un desafío decisivo para cumplir con la meta 3.3.2 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.

Este viernes, durante la presentación del informe, Adhanom Ghebreyesus destacó que casi el 90 por ciento de todas las vacunas administradas en el mundo han sido en naciones del G-20 (el grupo de las veinte principales economías del planeta).

Al respecto abogó por que los representantes de esas naciones financien con urgencia el Acelerador de Acceso a las Herramientas de la COVID-19 con el propósito de compartir más dosis y con mayor rapidez a través del mecanismo COVAX, el cual es parte del plan mundial que propone suministrar vacunas para, al menos, el 20 por ciento de la población de los países participantes.

El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, enfatizó que, en estos momentos, ya COVAX debería haber entregado 170 millones de dosis en todo el mundo; sin embargo, “debido al nacionalismo de las vacunas” solo se ha alcanzado distribuir 65 millones. Ante lo cual expresó que si el mundo estaba en guerra con el virus, las armas utilizadas debían ser tratadas “con reglas de economía de guerra”. De ahí que llamara a los países del G-20 a aportar su cuota de financiación, pues “una inversión de miles de millones podría acabar ahorrando billones y salvando vidas”.

Foto de portada: Universidades Hoy

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