“Cuba Rural: Fotografía e Infancia”, un proyecto de solidaridad
Por Odette Elena Ramos Colás.
Ingrid Baersch es una periodista y fotógrafa que aunque vive en España, nació en Argentina, en Rosario, la tierra del Guerrillero Heroico Ernesto Guevara. Desde su etapa como estudiante de periodismo tuvo la ilusión de visitar Cuba, luego de estrechar vínculos con asociaciones hermanadas con la mayor de las Antillas. Su interés, sin embargo, no era hacer turismo, ella “tenía que venir a hacer algo”, dijo.
Y ese “algo” resultó el proyecto “Cuba Rural: Fotografía e Infancia”, desarrollado en el poblado santiaguero de El Caney, con niños, niñas y adolescentes de cuatro centros educativos: el internado de primaria Abel Santamaría (sede del proyecto), la secundaria básica Omar Girón, y las escuelas especiales Guillermo Granados y Frank País, las tres primeras pertenecientes a la mencionada comunidad.
La idea…
“Al terminar la carrera de periodismo en Argentina, me voy a España y empiezo a trabajar en una agencia de fotografía. Luego monto mi propia empresa con una socia hace 15 años. Eso me dio la posibilidad de dedicarme y vivir plenamente de la fotografía.
La particularidad de cuando se trabaja para uno, es que es mucho más engorroso y más sufrido, pero uno puede buscarse los tiempos para hacer otras cosas. La idea de viajar a Cuba con algún proyecto viene desde que me fui a vivir a Europa en el 2001, y pasaron 22 años hasta que llega la oportunidad con la pandemia, que me da lo que nunca tengo: tiempo.
Había pensado impartir talleres fotográficos, lo había hecho en Madrid en centros culturales… y me dije que podría hacer algo parecido acá en alguna casa de la cultura… Empiezo a contactar con el Ministerio de Relaciones Exteriores en España, con el Ministerio de Relaciones Exteriores en La Habana y me dicen que la posibilidad de hacerlo en esa zona era muy complicada”.
“Surge entonces, a través de la Asociación de Solidaridad y Cooperación para el Desarrollo “Ernesto Che Guevara”, la facilidad de un contacto directo con Lisney Popa Tabares, que es la jefa de la Enseñanza Especial en el municipio de Santiago de Cuba, y ya tenía muchos vínculos anteriores con esta brigada. Ella fue la persona que me conecta y me vincula con los colegios”.
“Cuando me dice que estos talleres pueden ser en escuelas rurales, mi alegría fue inmensa porque siempre quise llevar las herramientas a la gente que menos puede, y por lo general las escuelas rurales tienen muchísimo menos acceso al arte que la gente que vive en las grandes ciudades. Se escogió la “Abel Santamaría” de El Caney, porque es una escuela muy espaciosa y ofrece un contexto muy cómodo”, comentó Ingrid Baersch.
Los preparativos y la acogida
“Todo ha sido increíble. Cuando yo vi el monstruo que tenía entre las manos me di cuenta que sola no podía”, afirmó la fotógrafa y se refirió a la ardua labor que resultó el acopio de los recursos para poder implementar los talleres en la provincia.
“Hubo empresas que donaron algunas cámaras como Canon y Fujifilm, que son Multinacionales. Ha costado mucho, por el bloqueo, que otras compañías pudieran hacerlo, por eso el resto las conseguimos a través de una página donde las personas podían dejar donativos, y hubo muchos de Argentina y de España, fundamentalmente. Con ese dinero se compraron cámaras de segunda mano que eran más baratas, pero lo importante era cubrir el total de las que necesitábamos para los niños. Así logramos las 120 cámaras fotográficas, que llegaron a Cuba por barco a finales del 2021, en un contenedor que mandamos de España el día 2 de octubre”.
“En el avión traje lo que faltaba: varios kilos de los pulóveres de los niños, los materiales… Llegué el 30 de enero, un domingo, y el lunes ya estaba aquí reunida con los profesores. Al llegar fue increíble porque tenía un equipo humano hermoso. Éramos cinco personas, les comento un poco lo que traía entre manos, pero cuando empezamos a abrir las cajas esto fue una locura. Estuvimos casi 8 horas sin parar testeando todo: una miraba la cámara, la otra fijaba que tarjeta llevaba… Y así.
“Recibí mucha ayuda: les repartí un vendaval de tareas, nos dimos cuenta que era algo muy grande, con muy poco tiempo y que había que sacarlo adelante. La dirección del colegio muy atenta, los metodólogos han estado todo el tiempo, y los profesores que tienen que recoger las tarjetas, traerlas hasta aquí, al final están teniendo una labor que va más allá de acompañar al alumno en el proceso: también se están formando, porque la idea es que más adelante los propios profesores puedan dar los cursos para que tengan una continuidad”.
Los talleres de fotografía
“Impartimos cuatro cursos: dos de secundaria y dos de primaria con los niños y niñas de 5to y 6to grado. Elijo esa edad porque son una esponja: absorben los conocimientos a nivel artístico de una manera increíble. Además ya los niños que se habían apuntado a estos cursos realmente estaban muy interesados en la fotografía, y eso para mí, que impartía las clases era maravilloso porque el niño ya viene motivado.
Los colegios implicados hicieron reuniones de padres anteriores para explicar cómo sería todo e involucrar a la familia en los talleres… Ahora vienen los exámenes, los niños tenían que venir los sábados, los padres debían implicarse en traerlos y en ayudar luego en sus prácticas. Fue un total de 80 niños, que venían a ver una clase teórica y automáticamente salían a hacer prácticas con base en lo que vimos.
Cada niño todos los días se llevaba a casa una cámara para trabajar. Iban cambiando de cámara para que pudieran ver y manipular diferentes dispositivos. Todo ha sido muy complejo desde que empezamos con esto hace un año y 8 meses, pero es súper gratificante”, expresó la periodista de la nación andina.
Estos talleres se realizaron en 15 días de manera muy intensa y los alumnos los recibieron muy bien. Ahora las cámaras acopiadas por el trabajo solidario de Ingrid y sus compañeros, se quedarán en las escuelas que participaron en los cursos en una especie de camaroteca, que servirá para que los estudiantes puedan seguir utilizándolas en aras de acceder a nuevos cursos y para perfeccionar su técnica.
Al concluir las clases, Rafael, Arletti, María Idalmis y María del “Abel Santamaría; Xiu Lam, Dalennis, Tamil y Brianna, de la “Omar Girón”; así como David y Katherine de las escuelas especiales Guillermo Granados y Frank país, respectivamente, fueron elegidos como los 10 alumnos con mejores resultados en sus prácticas y recibieron una cámara de regalo.
El final del camino
“Esta es solo la primera parte del proyecto, la segunda es una investigación etnográfica de todo este proceso. De forma simultánea con los cursos me reuní con un historiador del Caney que me dio un marco teórico- histórico de la localidad; me he reunido con los directivos de los colegios para que me cuenten cómo están conformados, cómo es su funcionamiento, y también tenemos una ficha de cada niño donde se expone su contexto.
Eso va a ayudar a que el Departamento de Antropología Social y Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid, pueda hacer todo un estudio que se va a llevar a la tercera fase que es la exposición final, en la que estarán las fotos de los alumnos.
Nosotros los fotógrafos muchas veces venimos, hacemos fotos y nos colgamos la medalla, exponiendo nuestras fotos. No es mi idea porque sería una imagen subjetiva de Cuba, y lo que queremos es una imagen objetiva; para tener eso, lo tienen que hacer los cubanos. Entonces las fotos expuestas van a ser hechas por los niños: con lo que ellos ven, con lo que es su mundo, de conjunto con ese marco teórico de investigación”.
“Así, cuando las personas vayan a ver la exposición se llevarán la historia sociocultural de El Caney, sus costumbres, su agricultura, sus carnavales, todo. Por tanto, la gente no irá solo a ver fotos sino que tendrán textos gigantes en pared, con breves historias de esta comunidad mezcladas con fotos de los chicos y un audiovisual que vamos a preparar con imágenes que ya se están grabando de los colegios, de la casa de la cultura, del mercado agropecuario, de la biblioteca, del Viso… Queremos que sea una exposición integral de El Caney”, sentenció.
“Cuba Rural: Fotografía e Infancia”, es un proyecto solidario e inclusivo que brinda herramientas a los niños, niñas y adolescentes santiagueros, en este caso del poblado de El Caney para un futuro profesional ligado a la fotografía; pero si no fuera a nivel laboral, por lo menos en lo personal ofrece conocimientos teóricos sobre diseño, estética, y variadas destrezas en el manejo de las cámaras.
Además, es una oportunidad para que otro pedacito de Santiago, nuestro Caney, se conozca en el mundo a través de estas exposiciones que tendrán lugar primero en España y Argentina, más adelante en el propio poblado, y quién sabe algún otro sitio en lo sucesivo. Es por tanto, una iniciativa que se agradece y que ojalá se repita en otras escuelas y comunidades del territorio.
Tomado de Sierra Maestra.