Kari Krenn: Silencio
Por Kari Krenn.
Tú sabes quién soy yo y lo que siento (se refleja en mi mirada): soy cielos límpidos, azules, infinitos… soy mil vuelos… y batallas… manos sin prisas, risas y añoranzas…
Sabes…
Sabes…
Sabes…
Yo no sé siquiera cuál es el espacio de tus sueños: qué te hace temblar el corazón emocionado…
Tal vez yo pase por tu lado sin saberlo, o quizás me sonríes tan cercano… y tan ajeno. No sé de ti (ni lo imagino), aunque tú sepas hasta de qué color me gustan los sombreros.
¡Qué tengo miles! Bueno. Ya sabes que no son tantos… ¡pero soy exagerada!
Que me gusta el mate (¡vaya qué obsesiva!)
Que bailo tango, (porque lo siento)…
¡Tienes que saber de mí ya tantas cosas!
Aunque por dentro sientas que mueres, porque yo supiera la talla de la que estás hecho. Capaz que pasen la vida con sus años y ni me entere que eras tú quien cuidabas mis desvelos.
Porque el mundo está despatarrado y es menester armarse de argumentos…elevar las corazas que protegen, esas que se paran desde el intelecto.
No puedes ni siquiera estrecharme en un abrazo, ni contarme; ni decirme que tu día fue de madre; que estás agotado; que te mueres de risa por mi obstinada costumbre de meter la pata; que mi irreverencia ante el mundo, te hace sonreír aunque no quieras.
Silencio de ti ante mí.
No puedes traspasar la barrera del afecto para decir nada más allá, que comprometa.
Y sigo yo, así, como si nada.
Sin saberlo.
(Tampoco me desvela)
Quien nada debe, nada teme, dicen…
Quizás hasta me quieras…
Quizás hasta te haya ya peleado dos mil quinientas veces (Tengo la tremenda habilidad de pasar del 0 a 100 en 1 segundo, ja!).
Puedo incluso haberte amenazado de que ya no seremos más amigos, de que me voy, que doy portazo, que ya ni cuentes conmigo para nada, de que estoy harta, que pin que pan, que si no reniego dejo de llamarme como me llamo, que dramatizo y me hago un mundo…
De seguro ese tinte visceral de mí, te lo conoces.
Aunque te entiendo:
Porque no dices.
Porque no puedes.
Porque vaya a saber.
Porque hay cosas y motivos superiores.
Porque me amas tanto, que me sientes amiga, hermana, familia; porque nos amas tanto, que te zambulles en el silencio eterno…
Y callas…
Y te entregas…
Y pucha que no es fácil y se te aguan los ojos porque hasta tienes que mirarme de lejos…
Me llevo ese silencio pegadito a un costado de mi alma, sé que estás y que me habitas.
Tal vez te mire y te sonría, al cruzarnos por la calle. Quizás tú me quedes debiendo aquel abrazo que has soñado.
Me lo tomo de regalo a tu silencio y lo valoro.
Porque te cuesta vida…
Y lo atesoro…
Ese silencio que me das… aunque no quieres…
Felicidades héroes anónimos.
Tomado de perfil de Facebook de Kari Krenn / Foto de portada: Yaimi Ravelo.