Cuba

La base de Alcántara en Brasil

Carmen Diniz presenta ponencia en Seminario Internacional de Paz y contra las Bases Militares Extranjeras, en nombre del Comité Carioca de Solidaridad con Cuba y como coordinadora del Comité Internacional Paz, Justicia y Dignidad a los Pueblos en Brasil

Por Carmen Diniz*

En una región del norte de Brasil, en un lugar llamado Alcântara, en el estado de Maranhão, se encuentra la mayor población de quilombos que queda en el país. Allí, más de 300 familias ya han sido desalojadas de sus territorios tradicionales. Hoy, más de 800 familias están amenazadas con el mismo destino. En total hay unas 4 mil personas, sin ningún derechos, sin ninguna reparación del daño causado.

En medio de esta tragedia humana, los intereses de siempre: los de los imperialistas y sus lacayos. En este caso, un proyecto militar iniciado en los años 80 para la construcción de una base de lanzamiento de cohetes y satélites nacionales en la emergente economía brasileña de la época.

Se imaginó entonces que Brasil formaría parte del selecto grupo de países con tecnología aeroespacial y que, con ello, las puertas del futuro se abrirían a una nueva era.

Cronología 

La historia de la base de Alcântara se remonta a septiembre de 1980, año en que el gobierno del estado de Maranhão, mediante el decreto 780, expropió 52.000 hectáreas para la instalación de una base militar de cohetes.

Inaugurado en 1983 (durante el período de la dictadura militar), en 1986 312 familias quilombolas que vivían allí desde el siglo XVIII fueron desalojadas, trasladadas a la fuerza a “agrovillas” diseñadas por los militares, lejos de sus territorios y su cultura y sin ninguna indemnización.

Durante el gobierno del presidente Collor, en la década de 1990, la expropiación de la superficie de la base se incrementó en 10.000 hectáreas, alcanzando un total de 62.000 hectáreas de terreno.

Al final, el lanzamiento de cohetes por parte de los militares fue un fracaso. En el año 2000, tras las negociaciones con EEUU, el Acuerdo de Salvaguardia Tecnológica (ATS) fue rechazado por la sociedad brasileña mediante un plebiscito sobre el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), que fue archivado sumariamente en el Congreso Nacional bajo el argumento de la “defensa de la soberanía del país”. Es importante destacar que en este proceso, la opinión de la SBPC (Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia) fue decisiva para su archivo.

Los sucesivos gobiernos estadounidenses han dejado claro, como demuestran los intentos de Brasil de llegar a acuerdos con otros países, su intolerancia a la adquisición soberana de nuevas tecnologías aeroespaciales por parte de Brasil y han tratado de impedir el programa aeroespacial brasileño por todos los medios.

Sintomáticamente, el 22 de agosto de 2003 se produce un “accidente” en el Centro de Lanzamiento de Alcântara. Una explosión de 40 toneladas de combustible sólido destruye la base de lanzamiento, que se transforma en una gran montaña de hierro retorcido. En la explosión se quemaron instantánea y simultáneamente cuatro compartimentos y se produjeron muchos más daños -no materiales- con la muerte de 21 técnicos altamente cualificados, la mayoría de ellos graduados  del Instituto Tecnológico da Aeronáutica (ITA).

En su momento, los responsables de ese Instituto comentaron sobre la imposibilidad de que TODOS estuvieran juntos en el mismo lugar de la explosión, además de la hipótesis de “fallo técnico”, “fallo humano” -en definitiva, una conjunción extremadamente improbable-, lo que llevó a la conclusión lógica de que una coincidencia estaría fuera de las posibilidades.

El hecho es que Brasil, tras el incidente, tuvo la necesidad de formar a personas que pudieran sustituir a los que dejaron su vida allí, tardando 30 años en hacerlo.  

Tras una serie de intentos fallidos de lanzamiento de cohetes, en la década de 2000 Brasil firmó un acuerdo con Ucrania para desarrollar la investigación y la tecnología espacial que fue rápidamente cuestionado por el gobierno estadounidense.  

En 2009, el Departamento de Estado de EE.UU. comunicó a su Embajada  en Brasilia su posición sobre la petición de Ucrania de que EEUU reconsiderara su negativa de apoyar la asociación de Alcântara: “Nos gustaría recordar a las autoridades ucranianas que EEUU no se opone al establecimiento de una plataforma de lanzamiento en Alcântara, siempre que esta actividad no dé lugar a la transferencia de tecnologías de cohetes a Brasil”, decía el mensaje del Departamento de Estado. 

En 2015, el gobierno brasileño decide poner fin a su acuerdo con Ucrania e, inmediatamente después del golpe de Estado en Brasil que destituyó a la presidenta Dilma, el gobierno de Temer “pavimenta” un acuerdo que  concluirá com  el primer viaje al extranjero del presidente brasileño: la visita de Jair Bolsonaro a EEUU el 18 de marzo de 2019 sirve para firmar el Acuerdo de Salvaguardia Tecnológica (TSA), ratificado por el Congreso Nacional el 12/11/2019, con el senador Roberto Rocha del PSDB de Maranhão como ponente del proyecto. Sin ningún debate con la sociedad.

¿Por qué tanta disputa por Alcântara?

Con estos hechos y argumentos cabe preguntarse por qué Alcântara es tan disputado y codiciado.

La explicación, en parte, reside en la situación geográfica de la zona.

– Alcântara está situada a 2 grados del ecuador, lo que supone un ahorro de entre el 30 y el 50% de combustible en un lanzamiento espacial;

– Acimut:  La inclinación de la Tierra con respecto al universo (172′) alcanza la órbita terrestre con más velocidad; la velocidad de rotación de la Tierra es mayor en las zonas cercanas al Ecuador que en el resto del planeta. Alcântara está a dos grados al sur de la línea;

-Geopolítica: Aunque los “contratistas” afirman que la base se utilizará exclusivamente para fines civiles, no se puede ignorar el hecho de que la base está situada en la frontera con la Amazonia (donde recientemente se llevaron a cabo entrenamientos militares estadounidenses), con Venezuela (un país que sufre constantes amenazas por parte de Estados Unidos) y está cerca de África;

-Es importante destacar que desde Alcântara, la interceptación de un misil lanzado desde cualquier punto del planeta en dirección a los EEUU, tendría una hora de ventaja para actuar.

Además de todo esto, el acuerdo prevé algunos puntos muy nebulosos:

– Uno de los aspectos más importantes es el hecho de que la sociedad brasileña no tiene acceso a ningún documento relacionado con las negociaciones entre los gobiernos de Brasil y Estados Unidos. Sólo se conoce lo que divulgan los medios de comunicación oficiales. El contenido del acuerdo no ha sido revelado;

– El uso del territorio de la base no está restringido por los estadounidenses. No es, en cambio, un ALQUILER de la base, sino un PRÉSTAMO DE ESE ESPACIO;

– Sólo las empresas que utilizan tecnología estadounidense pueden lanzar satélites y cohetes desde la base, lo que automáticamente crea, por ejemplo, el cerco del mayor socio comercial de Brasil, China;

– No habrá transferencia de tecnología a Brasil y esta es la principal razón que se alega para que el gobierno brasileño no pueda inspeccionar los contenedores sellados que entrarán en el país (que pueden contener material radiactivo, drogas, armas). En otras palabras, es un “paquete cerrado”.

-Durante un lanzamiento, sólo las autoridades estadounidenses pueden recoger piezas y restos en todo el territorio. Las autoridades brasileñas sólo pueden (¿podrían?) acompañar estas actividades;

– El plazo de ocupación es indefinido. (tradicionalmente sabemos que los Estados Unidos no abandonan estos territorios);

– Subcontratación: aplicación en el acuerdo para atraer a empresas privadas estadounidenses con el fin de ampliar la construcción de nuevas plataformas.

Los militares brasileños ya no tienen la exclusividad en la cuestión espacial;

– Con la excusa, por parte de los estadounidenses, de minimizar los riesgos de espionaje tecnológico, el acuerdo restringe el acceso a partes de la base que se convierten en espacios fuera de la soberanía del país. Cabe señalar que Brasil siempre se ha opuesto a la instalación de bases estadounidenses en los países vecinos;

– Incumplimiento del Convenio 169 de la OIT. No hubo una consulta libre e informada a la población quilombola cuando se discutió el acuerdo en el Congreso Nacional; El canciller Celso Amorim en 2018 advirtió lo que todo el mundo ya evaluó en relación con el TSA:

Un acuerdo que dice que no podemos lanzar nuestro satélite (desarrollado con los chinos) desde Alcântara, es un total sinsentido. Hay valores más altos que la ganancia comercial inmediata que pueda tener. Y no debe ceder ningún espacio en el territorio brasileño. Comienza allí, en Alcântara, y luego va al Amazonas.

(Disponible en: https://pt.org.br/para-celso-amorim-ceder-parte-de-alcantara-e-inaceitavel/)    

La Resistencia

Desde hace más de tres siglos, en el siglo XVIII, los descendientes de personas esclavizadas, los quilombolas, viven y sobreviven en la zona de Alcântara. Hay más de 4.000 seres humanos a los que el Estado nunca les ha concedido sus tierras. Esta es la mayor población quilombola de Brasil que no ha recibido ni recibe ningún tipo de atención por parte del gobierno brasileño. Son ellos los que han conseguido aplazar hasta hoy la instalación de la base de Alcântara tal y como querían los participantes en los diferentes acuerdos.

Desde la década de 1980, en estos cuarenta años, algunos de ellos durante la dictadura en Brasil, los quilombolas han luchado por mantener sus raíces y el derecho a permanecer allí.

Aquí cabe una advertencia: los quilombolas y la sociedad brasileña no están en contra del Centro de Lanzamiento de Alcântara, pero sí de que se entregue a intereses extranjeros por una supuesta incapacidad brasileña en un programa aeroespacial. También protestan por el hecho de que la base no cuente con el correspondiente Estudio de Impacto Ambiental en la región, ya que se trata de una actividad que tendrá un impacto en el medio ambiente sin que los brasileños sepan nada de estos impactos.

En 1999 los quilombolas, junto con el Movimiento Negro, fundaron el MABE (Movimiento de Afectados por la Base Espacial de Alcântara) para organizar a los afectados en la resistencia por sus territorios.

Brasil nunca ha concedido el título a Alcântara, a pesar del proceso administrativo a favor de las comunidades, publicado en el Diário Oficial, que reconoce el territorio como la mayor población tradicional/quilombola del país, con más de 200 comunidades. Además, y en la misma medida de la gravedad de la situación, el Estado brasileño no cumple con el Convenio 169 de la OIT, que exige la consulta libre e informada a los pueblos indígenas y tribales en los casos en que se vean afectados por cualquier actividad.

El Estado brasileño se negó y aprobó el acuerdo. De este modo, silencia a las comunidades. Por este motivo, y debido al incumplimiento, se presentó una queja ante la OIT que se está tramitando actualmente.

Ya existía, desde 2001, una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por las 312 familias reasentadas en los años 80. De ahí sale un informe con una recomendación al gobierno brasileño y el 5 de enero y 2022 pasa a la Corte Interamericana de Derechos Humanos donde se tomará una decisión (en un plazo de dos años) contra el gobierno brasileño, que puede ser condenado.

¿Las  Vidas de los negros importa?

El decisivo carácter racista de estos 40 años es innegable. Además de no cumplir con la resolución de la OIT, es importante mencionar que la comisión parlamentaria que discutió la base de Alcântara ni siquiera mencionó la existencia del pueblo quilmbola en la región, es decir, como si no fueran seres humanos, brasileños con sus derechos y deberes.

Es más: quien en los años ochenta llevó a cabo la “conversación” con la población local para su desplazamiento forzoso fue, increíblemente, un veterinario, el Sr. Sérgio Antônio Frazão Araújo, que posteriormente acudió a petición del gobierno brasileño, como nos cuenta Danilo Serejo:

Recientemente, el 12 de noviembre de 2019, durante una audiencia sobre el Acuerdo de Salvaguardias Tecnológicas, celebrada durante el 174º Período de Sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que tuvo lugar en la ciudad de Quito, Ecuador, el mismo médico veterinario fue secundado por el Estado brasileño para actuar como su testigo en la mencionada audiencia. Este hecho reafirma el carácter racista de este proyecto, 30 años después del intento de ejecutar la tercera fase de la eliminación de las comunidades. En otras palabras, nada ha cambiado en la concepción y conducción del programa aeroespacial brasileño, que tiene al racismo como su mayor marca. Además, estos hechos demuestran que el colonialismo es intemporal y su presencia, en contra de la creencia popular, no se limita al pasado esclavista.

Para no dejar dudas sobre el momento que atraviesa Brasil y el carácter racista que enfrentamos, según el propio Presidente de la República (en un reportaje publicado en el Washington Post el 26 de marzo de 2021):     

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, un nacionalista de derecha amigo de los intereses empresariales, ha dejado clara su posición. Prometió explotar las riquezas de la selva amazónica, apoyó a los mineros ilegales, no otorgó derechos territoriales a los pueblos indígenas y describió a los residentes quilombolas en un lenguaje tan ofensivo que los fiscales federales lo demandaron.

“Fui a un quilombo”, dijo Bolsonaro en el discurso público ampliamente condenado en 2017, antes de ser elegido presidente. “El afrodescendiente más delgado allí pesaba siete arrobas”, la medida con que se pesa el ganado. “No hacen nada”. “Ni para la procreación valen nada”. “Más de 200 millones de dólares al año gastamos en ellos”.

Así, llegamos a mayo de 2022 con muchas más amenazas. Hoy seguimos en esta Casa Grande X Senzala, 134 años después del fin de la esclavitud, con la amenaza inmediata de que más de 800 familias de 30 comunidades quilombolas (unas 3 o 4 mil personas) sean expulsadas de su territorio. Si no fuera por estas movilizaciones y la resistencia del pueblo alcantarino y otros lugares, los americanos ya estarían allí. Hay que decir, por cierto, que fue esta resistencia la que consiguió frenar las eliminaciones previstas en 2020.

POR TODO ELLO, EN 2022 SIGUEN VIVOS.

Por eso es tan importante denunciar esta realidad en todos los lugares donde se pueda hablar de ella.

Consideraciones finales

“Acuerdo entre el Gobierno de la República Federativa de Brasil y el Gobierno de los Estados Unidos de América sobre Salvaguardias Tecnológicas Relacionadas con la Participación de los Estados Unidos de América en los Lanzamientos desde el Centro Espacial de Alcântara”: Este es el pomposo nombre del referido acuerdo.

En general, con este nombre en referencia generalizada a los “lanzamientos”, se puede lanzar cualquier artefacto, lo que de por sí ya es motivo de preocupación en el presente acuerdo, a juzgar por el carácter belicista de ese país.

Por otro lado, cabe destacar que Brasil es tradicionalmente signatario de varios acuerdos y tratados de no proliferación de armas, como el Acuerdo Cuatripartito firmado con Argentina, la ABACC y el Organismo Internacional de Energía Atómica, el Tratado de Tlateloco, el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), la Convención para la Prohibición de las Armas Químicas y la Convención de Ottawa sobre Minas Terrestres, además de su pertenencia al Régimen de Control de Tecnología de Misiles (RCTM).

Estados Unidos, con su creciente industria armamentística, actúa en sentido contrario, al tiempo que pone en práctica con este acuerdo la inviabilidad del programa espacial brasileño absorbido por sus intereses. La cesión del territorio de la base de Alcântara al gobierno de los Estados Unidos llega al absurdo de conceder sólo a los Estados Unidos la facultad de expedir distintivos para entrar en su zona, una verdadera entrega de la soberanía de Brasil a otro país. 

El firme compromiso de Brasil con la paz y el desarme inscrito en su Constitución se reafirma con la Declaración de América Latina y el Caribe como zona de paz firmada por 29 países de la región en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada el 30 de enero de 2014 en La Habana. Allí los Estados miembros se declararon “en compromiso permanente con la resolución pacífica de las controversias para desterrar para siempre el uso y la amenaza del uso de la fuerza en la región, así como con el cumplimiento estricto de su obligación de no intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de ningún otro Estado”.  

Esperamos,  con esperanza en el sentido común y la racionalidad de nuestros futuros gobernantes y legisladores,  la anulación del mencionado acuerdo con el gobierno de los EEUU sobre el territorio de Alcântara, ya que es en el más justo interés de la población local, el medio ambiente, la soberanía y el mantenimiento de la paz en nuestra región.

La lucha, ciertamente, continuará.

Carmen Diniz en su intervención exigió que se compruebe que en las bases militares no hay laboratorios biológicos yankis, que los pueblos se involucren con la campaña FreeAssangeNOW en cada país porque “la condena no es en contra de él, es contra todos nosotros que tenemos el derecho a la información”. Rindió homenaje a Alicia Jrapko, compañera valerosa del Comité Internacional Paz, Justicia y Dignidad a los Pueblos: “Alicia Jrapko, presente! Ahora y siempre!”.

Agradecimientos:  A Jonas Borges del MST y a Danilo Serejo, ambos de Maranhão, por su inmensa contribución a este trabajo.

Bibliografía:

*https://www.washingtonpost.com/world/interactive/2021/brazil-alcantara-launch-center-quilombo/

A Atemporalidade do Colonialismo: contribuições para entender a luta das comunidades quilombolas de Alcântara e a base espacial –  Danilo Serejo

A Soberania foi para o Espaço – Marcelo Zero

Para mayor información:

https://super.abril.com.br/ciencia/sabotagem-do-tio-sam/

Alcântara: Wikileaks revela sabotagem dos EUA contra o Brasil

 

* Carmen Diniz. Jurista, activista del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST). Coordinadora del Capítulo Brasil del Comité Internacional Paz Justicia y Dignidad de los Pueblos.

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