Internacionales

La contrarrevolución cubana crítica al Presidente de Estados Unidos

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Los grupos más exaltados y extremistas de la contrarrevolución cubana, cobijados en Miami han abierto una tenaz crítica a la administración estadounidense de Joe Biden, a quien censuran por ser ambivalente en su política hacia Cuba. Los más ortodoxos claman por una solución militar, su vocero el Alcalde de Miami, Francis Suárez, exige una intervención “humanitaria” por medio de las fuerzas armadas norteamericanas al estilo de las ya ejecutadas contra Cuba a principios del siglo XX, que estaría presidida por bombardeos masivos que inutilicen la defensa cubana.

El ataque sería respaldado por una coalición regional al estilo de la OTAN y con la conducción de la prostituida OEA, cuyo administrador solo cumple mandatos de intervencionistas de Estados Unidos.

Los extremistas exigen una conducta inamovible de Estados Unidos hacia Cuba con vistas a la cacareada Cumbre de las Américas, sobre la que se vaticina un fracaso seguro. Ahora la  Casa Blanca envía invitaciones y revalúa exclusión de Cuba, maniobra que es calificada de traición y muestra de debilidad por los odiadores habituales ante las presiones internas y externas.

Los más optimistas conjeturan que podría ser una señal para dar marcha atrás a las afirmaciones iníciales sobre la exclusión de los gobiernos certificados por Estados Unidos como no democráticos, según su versión, de la próxima Cumbre de las Américas. En el caso de Cuba, la administración del presidente Joe Biden concibió una acción mediatizada, que estudia invitar a un representante del gobierno cubano tras las amenazas de México y otros países de boicotear la reunión de líderes de parte del hemisferio, si la cita no es inclusiva.

 

Linda en la estupidez, suponer que el gobierno cubano admita condiciones y que su participación esté en dependencia de la designación  norteamericana. Es ceder soberanía, la invitación se hace o no, sin condiciones que menoscaben los derechos inalienables de los países. Todos deben ser invitados con plenos derechos y asumir el reto de escuchar lo que tienen que expresar y no lo que quiere decirles el país anfitrión.

El Presidente Joe Biden, carente de asesores que le aconsejen sobre la práctica cubana de independencia, que le puedan explicar que es un país, libre, independiente y soberano, que ha enfrentado y resistido todo tipo de embates de más de doce administraciones de ambos partidos, con estilos, medios y métodos diferentes, que ha resistido y resiste todos los intentos por destruir a su sistema político, ha urdido una provocación cuyo plan implicaría invitar a un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, pero no al propio ministro, Bruno Rodríguez, un justo y documentado crítico frecuente de la política hostil de Estados Unidos contra la Isla. El país si decide asistir será por derecho propio, con plenos derechos, no pide ser invitada, no hacerlo es un desliz de los convocadores.

La Casa Blanca ha comenzado a enviar las invitaciones oficiales a los jefes de Estado de América Latina y el Caribe para asistir a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles el próximo mes, pero no ha tomado una decisión final sobre la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua y se mueve en alternativas para sacar a flote el conclave, que ya tiene sabor amargo y muestra la incapacidad de la administración para convocar.

El adelantado anuncio de: “Todavía estamos evaluando opciones sobre cómo incorporar mejor las voces de los pueblos cubano, venezolano y nicaragüense en el proceso de la Cumbre”, sugiere otro fracaso, si lo concebido se trata de dar espacio a elementos que no representan a nadie, como el caso del fantoche Juan Guaido, mediocre lacayo de intereses bastardos,  nacido en Venezuela y otros similares que pululan financiados por agencias estadounidenses.

Para sustentar los absurdos, Estados Unidos, apela a vetustos pretextos, algunos incoherentes como los apelados por el Departamento de Estado que certificó que Cuba “no está cooperando plenamente” en la lucha contra el terrorismo. Es de público conocimiento de propios y extraños, que la Isla por más de sesenta años ha sido víctima del terrorismo generado en Estados Unidos y practicados por los extremistas cubanos cobijados en su territorio.

Las sanciones, certificaciones y medidas coercitivas todas punitivas de moda en las administraciones estadounidenses, instalan muros para una concertación regional. En Nicaragua, su Presidente Daniel Ortega ya soberanamente declaró  que no está interesado en asistir a la Cumbre y su par el venezolano Nicolás Maduro fue tildado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos de narcotráfico y no es probable que viaje a Estados Unidos, sin embargo la administración de la época está interesada en puntos de contacto puntuales con las autoridades venezolanas..

El mandatario mexicano López Obrador, ha sido el mediador para lograr la inclusión de todos los países,  habló con el ex senador estadounidense Chris Dodd, asesor especial de la Casa Blanca para la Cumbre, con la intención de influir,  discutir la agenda del evento y la lista de invitados.

Para caldear a los intoxicados en Miami, el senador republicano de Florida Marco Rubio, hurgó en la herida el expresar: “Biden pronto invitará al régimen de Cuba a la Cumbre de las Américas”, lo que generó la virulenta reacción  de los emigrados cubanos, que propugnan una opción radical, interventora para resolver el llamado “problema cubano”.

La administración Biden ha sido criticada por algunos extremistas  cubanos y republicanos de Florida por la relajación de algunas sanciones contra Cuba y Venezuela esta semana. Las medidas también fueron criticadas por los demócratas del sur de Florida enredados en duras contiendas electorales locales.

Dentro de los planes provocadores, que aíslan más que sumar o dirimir añejas controversias, están las propuestas de enconados enemigos, como Eric Farnsworth, ex funcionario del Departamento de Estado y vicepresidente de Americas Society/Council of the Americas, uno de los organizadores de la primera Cumbre en Miami en 1994, quien propuso a la Casa Blanca, considerar reunirse con una delegación de representantes de la llamada oposición cubana durante la Cumbre. Los temas centrales son los migratorios, comercio, pos pandémicos y los de salud y este provocador fabrica ruidos para sabotear esos objetivos y capitalizar la reunión con fines subversivos.

Por otra parte es conocido que el gobierno de Estados Unidos negó las solicitudes de visa de 23 miembros de organizaciones en Cuba que querían asistir a un evento de la sociedad civil que sesionará durante la semana de la Cumbre. En las últimas dos Cumbres a las que ha asistido Cuba en Panamá y Perú, delegaciones similares que afirman ser miembros de organizaciones no gubernamentales realizaron actos de repudio contra la presencia de subversivos de origen cubano, que aprovecharon el espacio para desarrollar su agenda anexionista y boicotearon varias sesiones en las que estos últimos estaban presentes.

El mal manejo del tema de las invitaciones no inclusivas a la Cumbre; el mal asesoramiento dado a Joe Biden; la falta de visión sobre las realidades en Nicaragua, Venezuela y Cuba, así como la no previsión de la capacidad de estos países de ser respaldados por otros del Continente, provocó el conflicto del que ahora no saben cómo salir y los paliativos invocados solo han profundizado el avizorado fracaso de la cita, que nació deforme.

 

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, «La Operación Cóndor contra Cuba» y «Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba». Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: AP.

 

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