El 11J, un análisis necesario
Por Graciela Ramírez Cruz / Yaimi Ravelo / Resumen Latinoamericano Corresponsalía Cuba.
A la memoria de Abel Santamaría
…«lo más terrible se aprende enseguida
y lo hermoso nos cuesta la vida.
∗∗∗
La última vez lo vi irse
entre el humo y metralla,
contento y desnudo:
iba matando canallas
con su cañón de futuro.»
Canción del elegido, Silvio Rodríguez
A un año de los sucesos del 11J, Cuba en Resumen conversa con jóvenes cubanos para compartir sus análisis, reflexiones y miradas desde este presente complejo y la esperanza de futuro.
Marxlenin Pérez Valdés es graduada de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, Dra. C. y Profesora Titular de marxismo-leninismo. Ha realizado estudios de post grado en París, sus artículos han sido publicados en revistas de ciencias filosóficas y educación. Es colaboradora de Cubadebate y Resumen Latinoamericano-Cuba. Junto a sus tareas docentes, actualmente conduce el espacio televisivo Cuadrando la Caja, “una nueva propuesta televisiva para debatir, cuestionar y llegar a consensos, desde el socialismo cubano”, define en su espacio cada domingo a las 7 de la tarde cuando comienza su programa.
Muchas Gracias Marxlenin, un honor contar con tu apreciación.
CR – Días previos al 11J el país se encontraba en una situación muy compleja. La crueldad del recrudecimiento del bloqueo en medio de la pandemia, provocó la falta de insumos médicos vitales para enfrentar el peor brote de Covid que atravesó la isla. En paralelo la dirección del país hacía un esfuerzo sin parangón en la historia, para inmunizar con vacunas propias a todo el pueblo. La escasez de alimentos, medicinas y el colapso de algunos hospitales, fue utilizado perversamente por Estados Unidos en el intento de provocar un estallido social utilizando para ello sectores marginales, en muchos casos con prontuario delictivo, mercenarios, y al que se plegaron también personas confundidas. Previo a estos hechos, desde el 2020, hubo un ataque constante a la Cultura para herir el alma de la nación.
La agresividad de los manifestantes desplegada en las calles el 11J mostró al país el rostro del odio y la brutalidad irracional, en el intento oportunista de asestar un golpe blando, siguiendo al dedillo el guión del manual de Sharp. A la vez se desplegaba en el mundo una campaña mediática sin precedentes que ocupó titulares de prensa, redes sociales e histéricos influencers proliferaban noticas e imágenes falsas, magnificaban los hechos, acusaban a quienes salieron a defender las conquistas logradas y llamaban sin reparos a la invasión. Las redes sociales estallaron en descalificaciones. Las publicaciones en Facebook hicieron alarde de vulgaridad, grosería, ausencia de las más elementales reglas de ortografía y educación, y una enorme agresividad contra la Revolución. Fue llamativo el ataque verbal desde las redes hacia quienes defienden el socialismo y se identifican comunistas.
– ¿Cómo analizas hoy aquellos hechos?
-Ha pasado un año desde que “aquellos hechos” ocurrieron. Esto puede ser favorable para el análisis, por cuanto nos da la posibilidad del distanciamiento; pero también puede ser tramposo, en tanto bien sabemos desde las ciencias sociales que la memoria histórica borra. Así que trataré de movilizar los recuerdos lo más objetivamente posible, en función de la pregunta inicial.
Me gustaría comenzar por llamar la atención brevemente sobre algo que entonces tuve la oportunidad de comentar en un podcast para Cubadebate, en el que participé junto a otros dos profesores de la UH, y que hoy al parecer no ha perdido del todo validez. Se trata del lenguaje que empleamos para referirnos a los días 11 y 12 de julio de 2021 en Cuba. Todavía, en ocasiones persiste timidez al referirse a ello, y se le nombra desde una abstracción: “los hechos” o “lo sucedido”, en lugar de: protestas pasivas y violentas, disturbios, hechos vandálicos, etc. que afectaron de -un modo u otro- a todas y todos los cubanos. Pero el lenguaje tiene un propósito desde el cual debe ser usado. Llamar por su nombre aquellos “hechos”, presupone un punto de partida un tanto más riguroso desde el cual partir en el análisis de lo en verdad ocurrido.
Sin ánimos de hacer el recuento de lo vivido, además porque ha estado bastante cubierto desde distintos enfoques y medios de comunicación, me gustaría solo permitirme algunas notas puntuales, en el orden de las experiencias que nos dejaron aquellos lamentables días de julio:
o No fueron iguales en carácter ni intencionalidad, las protestas de los días 11 y 12 de julio de 2021. Protestas espontáneas (para reclamar la satisfacción de necesidades y expectativas cuya realización no excedían los límites del socialismo), se metamorfosearon rápidamente en manifestaciones construidas por la oposición fundamentalmente desde las redes virtuales para desestabilizar, atemorizar, crear caos, confusión, violencia, y en definitiva atentar contra el gobierno y el sistema político cubanos.
o Fueron el resultado de la mezcla explosiva resultante de la síntesis de condicionantes internas y externas al país. En lo interno, una cotidianidad saturada por el desgaste y la acumulación de necesidades de la población -muchas de estas insatisfechas dentro del país-; de conjunto con el cúmulo de avatares y preocupaciones que invadió cada familia, por la entonces dificilísima situación sanitaria y epidemiológica provocada por el COVID-19. Paralelo, en lo externo se operó la intensificación de medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos hacia Cuba. Dígase de las tantísimas medidas anunciadas públicamente, pero también de los millones de dólares que se gastan para financiar sus agendas de golpe blando y por tanto a sus propios actores de cambio. Todo lo cual forma parte también del integral bloqueo económico, comercial, financiero y por tanto político de Estados Unidos hacia Cuba, cuyo efecto es determinante en la gestión gubernamental y la vida del país.
o A épocas complejas, debe caracterizarle soluciones creadoras. Llevamos años donde las dificultades se nos han multiplicado y las soluciones no siempre se vislumbran a corto plazo. No hay que esperar que estallidos populares -de ningún tipo- sacudan al poder. Sino que debe ser el sistema político socialista cubano, propiciador de nuevos y constantes mecanismos de poder que impliquen una mayor participación colectiva y que permitan el control popular. O dicho en otras palabras: el Estado socialista como sujeto de la constante democratización de sí mismo y de las demás dimensiones de la sociedad.
o No se puede comprometer la relación directa pueblo-Estado, convertida en tradición a partir de 1959, que descansó siempre en una comunicación revolucionaria y directa entre el pueblo y sus representantes. Un tipo de comunicación entre los ciudadanos y sus dirigentes, aterrizada por las demandas populares de las mayorías y la imprescindible capacidad receptiva-operativa de los gobernantes.
o La trascendencia para el socialismo, de la construcción de sentidos, de conciencia, de símbolos, de líderes, etc., que pasa por la importancia de la comunicación -pero que no se detiene en ella-, en la época de las TIC y de las guerras cognitivas.
o El papel central que están desempeñando las redes virtuales, la inteligencia artificial, los algoritmos matemáticos, la manipulación mediática, y la comunicación social en la vida de las cubanas y cubanos entonces, hoy y mañana.
o Que el problema real -amén las nuevas manifestaciones- sigue siendo el de la lucha de clases. El enfrentamiento entre un mundo viejo que se aferra a su hegemonía capitalista, y uno nuevo que representa la existencia real de una alternativa diferente para la humanidad. Por ello a la comunicación social aislada, no le es posible trascender este dilema histórico. Hay que acompañarla orgánicamente de otras ciencias.
o Que la ausencia de una conciencia histórica y de clase en la actualidad dentro de nuestro país, es una urgencia que debe ser atendida si no se quiere repetir la agonía del 11 y el 12 de julio del año pasado. Las personas saben que lo que “viene” a la bodega no alcanza para todo el mes, pero ¿acaso pueden percibir juicios generales más allá de su compleja cotidianidad? ¿Nuestro sentido del momento histórico rebasa nuestras emergencias individuales?
o Hay que hacer confluir las prioridades personales con las del proyecto Nación. O más bien, conseguir que nuestro socialismo continúe representando la vía por excelencia para la realización personal y colectiva de las mayorías, donde lo privado y lo colectivo entren en armonía en pro del bien común y la coexistencia pacífica.
o No cambió tras los disturbios del 11 y 12 de julio de 2021, el hecho de que la totalidad de nuestras expectativas están puestas en función del socialismo que garantiza la revolución cubana. No debemos permitir que ambos entren en contradicciones insalvables.
– ¿Cuál fue la reacción del claustro de profesores de la UH?
–Como se sabe, el claustro de profesores de la UH es bien numeroso y heterogéneo, de modo que, dar una respuesta general a esta pregunta sería difícil. No obstante, al llamado de defender tanto a la Revolución, como a la propia Universidad ante una escalada de la violencia y de los actos vandálicos, hubo una respuesta positiva desde el compromiso y el sentido de pertenencia hacia nuestra Casa de Altos Estudios y el socialismo cubano.
Por otra parte, debe decirse que las reacciones no fueron en singular, ni homogéneas. Y que se iban transformando en la medida en que se fueron desarrollando las protestas. En proporción directa al nivel de violencia que se fue alcanzando. En dependencia del acceso a la información y las comunicaciones. En correspondencia con el desacuerdo ante el temor que por primera vez en mucho tiempo asechó a las calles cubanas. Y como resultado de la amenaza real a la paz en Cuba.
En medio de este escenario, hubo un llamado común desde la dirección de la UH y desde las facultades, en consonancia con el llamado de la máxima dirección del país, para proteger la existencia de la Revolución; el cual fue respaldado por el claustro de profesores y los trabajadores de la administración, con firmeza y compromiso.
Directamente me consta que, desde mi facultad prevaleció el consenso sobre la importancia de defender la independencia y la seguridad del pueblo, allí cuando las condiciones estuvieron pintadas para la consumación de un golpe blando al gobierno cubano. Hubo consenso también, sobre proteger de posibles ataques a la Universidad de La Habana y acerca de ser consecuentes con toda la tradición revolucionaria que ella atesora.
Muchos profesores respondieron con determinación y se movilizaron a favor del proyecto humanista de la Revolución, del socialismo y del Partido Comunista cubanos. Prevaleció la convicción de que nuestros problemas debían ser analizados y solucionados por nosotros mismos, dentro de Cuba, y sobre todo dentro de nuestro socialismo.
– ¿Es antiimperialista la juventud cubana?
–Sí. Mi apreciación es que nuestra juventud es esencialmente antiimperialista.
Claro, este a su vez, tendría que ser siempre un deber ser no solo de los jóvenes, sino de quienes apostamos por un mundo libre de colonialismos y verdaderamente humanizado.
Pero sin dudas, sobre todas las cosas, la juventud cubana es y debe continuar siendo antiimperialista, y por tanto anticolonialista.
En nuestro caso, las generaciones precedentes a la juventud actual estuvieron profundamente marcadas por el triunfo revolucionario de 1959, de modo que, ellas se desarrollaron en la misma medida en la que se defendían de las constantes agresiones de quien ostenta la insignia imperialista por excelencia del mundo contemporáneo. De manera que, en nuestro país, el antiimperialismo es condición sine qua non para la conquista de nuestra independencia.
Pero no debemos olvidar, que los principios también hay que conservarlos, y en una revolución socialista, la conservación de un principio solo puede estar garantizada mediante su constante perfeccionamiento, y transformación en un nuevo valor que lo contenga superado.
Los sentimientos, principios, valores, tradiciones y costumbres, no pueden ser dejados a la espontaneidad del movimiento cotidiano. Tienen que ser el resultado de un proceso educativo -que trascienda a la escuela-, formador, (re)productivo, consciente de construcción socialista de ciudadanas y ciudadanos revolucionarios; o lo que es igual: antiimperialistas.
-A dos siglos del nacimiento de Marx y 150 años de Lenin, ¿sigue vigente el pensamiento y la acción de los padres del socialismo y el comunismo?
–¡Sin dudas! Ambos, junto a otros revolucionarios como Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, y Fidel Castro -por solo citar tres-, mantendrán su vigencia (sobre todo, aunque no solamente) mientras que no superemos el “estado actual de cosas” que impone el capitalismo y su fase imperialista.
El capitalismo los conoce muy bien. Les tiene terror, porque sabe la magnitud y el alcance subversivo de sus teorías. La curiosa paradoja reside, en que mientras el capitalismo exista, la obra y el pensamiento de estas figuras, también. Por ello tanto afán del imperialismo por caricaturizarlos, borrarlos de la historia, o mercantilizarlos como han hecho con la imagen del Che.
Sin embargo, sin Marx y Lenin, así como sin el marxismo, no podemos entender el mundo actual. De modo que, ellos continuarán constituyendo punto de partida necesario para los que nos consideramos revolucionarios y comunistas. Sin Marx y Lenin no hay una teoría crítica sobre el capitalismo/imperialismo; sobre la burguesía; sobre el proletariado y su papel en la historia; sobre la lucha de clases; sobre la posibilidad de una sociedad humanizada, libre de enajenación, fetichismo, cosificación, y explotación, donde la justicia social marque el rumbo hacia la dignidad plena de los seres humanos.
– ¿Cómo trabajan desde la educación y la formación política contra la banalidad, la cultura chatarra, el vacío del pensamiento y la desideologización?
–En estos tiempos, esta es una pregunta crucial que deberíamos formularnos todos y todas. Y permítaseme aprovechar la oportunidad para recordar la importancia de la enseñanza de la filosofía en esta labor. Pero no solo en la enseñanza superior, sino sobre todo, desde edades tempranas. De conjunto con la enseñanza de las artes, todas.
Nuestras niñas y niños, que son los futuros padres y madres, y sujetos revolucionarios de Cuba, necesitan ser educados de forma integral. No basta con que se sepan las tablas de multiplicación, o que tengan buena ortografía, esto sin dudas es importantísimo; pero es vital, que nuestros niños y nuestras niñas de hoy, aprendan como reclamaba Martí, a ser buenos. Hay que reforzar por tanto, la enseñanza de valores; de los buenos modales (que no es lo mismo que reproducir comportamientos burgueses); de las normas de comportamiento social que tributen al buen vivir en colectivo, etc. Educar para la solidaridad, el compañerismo, la bondad, y el respeto.
La educación de hoy tiene que estar a la altura de los retos actuales. Y en ese sentido debemos también operar una revolución dentro de nuestras escuelas y centros de estudio. El mundo cambió, las escuelas y las universidades deben fortalecerse ante la prominencia de un capitalismo que reproduce las condiciones de la enajenación y el empobrecimiento del espíritu a un ritmo delirante.
Por eso necesitamos desde la educación -que no es lo mismo a decir, solo desde las escuelas- concebir espacios que desafíen la industria cultural hegemónica que unilateraliza para dominar mejor. Nunca antes como ahora, la creatividad, y la imaginación fueron tan revolucionariamente imprescindibles.
En este sentido, la labor de los profes de filosofía y de marxismo es esencial. (Como también lo es la de otros colegas desde sus áreas del saber). Tenemos la responsabilidad de ayudar a nuestros estudiantes a que accedan a la teoría crítica; brindarles herramientas para que piensen con conceptos; para que duden, investiguen, desconfíen; motivarlos para que lean; para que escriban; para que participen activamente desde su vida estudiantil.
Como profesora de marxismo originario, tenemos largas horas de debate en el aula a propósito de los mismos temas del curso. Entonces, las clases se vuelven un verdadero proceso de enseñanza y aprendizaje para ellos y para mí. Por ejemplo, entre las temáticas más debatidas dentro del maravilloso actual grupo de 3ro de filosofía este semestre que está terminando, estuvo la del socialismo como transición entre el capitalismo y el comunismo. ¿Cómo concibieron el socialismo Marx y Engels? ¿Cuáles son sus características esenciales? ¿Qué dice la teoría marxista originaria sobre la relación capitalismo-socialismo-comunismo? Y fundamentalmente, todo esto, ¿cómo se percibe en la Cuba de hoy?
Y así, desde la enseñanza de la filosofía y el marxismo, vamos conectando con otros saberes urgentes de hoy como la comunicación social, la ética, la estética, la política, las artes, la cultura, la economía política, la psicología, etc., en función de formar -como decimos en marxismo- al sujeto de la revolución.
-Lenin nos dice que Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria ¿Cómo se revitaliza desde la educación y la formación el pensamiento, la obra y el legado de Martí, Fidel y Ernesto Guevara?
–En Cuba tenemos la dicha de contar con extraordinarios hombres y mujeres, protagonistas de nuestra historia, nuestra imagen del mundo, y también de nuestra conciencia como Nación. Y debe ser una prioridad para la patria, la de conservar, mantener, respetar y revitalizar sus teorías y sus prácticas. Un país sin héroes, es un país huérfano y pobre de espíritu. No es el caso de Cuba.
Una forma de revitalizar el legado de Martí, Fidel, y el Che es volver constantemente a ellos para ponerlos a dialogar con el presente. Estudiarlos a profundidad. Polemizar con sus decisiones. Ser consecuentes con sus enseñanzas. No repetirlos de memoria, sino desde la creatividad y la creación propia en función de un país mejor.
Lenin, que fue un profundo conocedor de la obra marxiana, supo de la importancia que Marx le concedió a la relación dialéctica entre la teoría y la práctica. En este sentido, en nuestro país debemos avanzar desde la educación, pero también, desde otras esferas de la ciencia, en la elaboración de las teorías filosóficas, económicas, políticas, históricas, estéticas, etc., que necesita el socialismo cubano. La creación y fundación de un cuerpo teórico-metodológico propio, que contenga las bases teóricas para la praxis socialista cubana. Este sin dudas, será un modo útil de revitalizar a Martí, Fidel y el Che, entre otras cosas, porque para semejante empresa, ellos son referencia obligatoria.
– Los mismos que indujeron y financiaron el 11J apuestan desde el exterior por repetir el escenario de odio y confrontación. ¿Sigue siendo válido el mensaje de Julius Fucick “Camaradas estad alertas”?
–El odio y el odiar, junto a la ignorancia y la frivolidad, se están volviendo prácticas constantes en las sociedades contemporáneas, terriblemente condicionadas por la primacía de las redes virtuales. En Cuba, también lo estamos padeciendo.
Pero, ¿qué enmascara el odio? No es más que el nuevo fetiche de la burguesía para su construcción de subjetividades alienadas, esclavizadas, empobrecidas. Por ello, el discurso y el hacer de la Revolución cubana, no deben transitar ese camino, sino por el contrario, deben distinguirse de él. Que no significa no estar alerta, no saberlo reconocer, no advertir sus peligros, y no desafiarlo cuando sea necesario. Pero este contrapunteo, esta disputa de sentidos, debe dejar siempre en claro, la grandeza de la revolución cubana y del socialismo.
Allí donde el odio y la confrontación aparezcan -y van a seguir apareciendo-, la Revolución cubana -es decir, nosotros-, debemos con ademán cristiano sabernos alzar desde el decoro, y las fortalezas de un proyecto socialista que defiende la dignidad del ser humano como ley primera de la República.
Mientras el capitalismo exista, las relaciones sociales fascistas, colonialistas, imperialistas existirán. Es decir, que la histórica advertencia del comunista checo sigue en pie. “El fiel resiste, el traidor traiciona, el burgués desespera, el héroe combate”, dijo entonces, y debemos sostenerla hoy también.
En video “Cuadrando la Caja: ¿Cómo se forman los precios en Cuba?”
Foto de portada: Yaimi Ravelo / Resumen Latinoamericano Corresponsalía Cuba.
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