¡Están mintiendo en nombre de Dios!
Por Arleen Rodríguez Derivet.
“No invocarás el nombre de Dios en vano”, dice uno de los primeros mandamientos de las llamadas escrituras sagradas.
Por eso suena tan anticristiano el sonido con el que abrimos hoy Chapeando en transmisión radial: un jovencito sin nombre ha colocado en las redes un video alarmante donde se presenta como mensajero de Dios, quien habría enviado el rayo sobre la zona industrial de Matanzas, y, gracias a esa orden divina, más de 100 000 personas morirían en breve.
En una especie de extemporáneo remake de La guerra de los mundos, con la que un muy joven Orson Welles desató una histeria masiva en Estados Unidos en 1938, el irresponsable e imberbe internauta lanza alarmas sobre una población ya alarmada. ¿Con qué fines?
Reincorporado al programa, el analista Reinier Duardo advertía que este es apenas uno más de decenas de videos que se lanzan en YouTube y otras plataformas para desatar el pánico y el caos correspondiente, en medio de la complejidad que hace cuatro días enfrenta una población estresada como la de Matanzas. Tristemente, no faltan las personas que lo toman en serio y replican el mensaje perverso.
Los objetivos detrás de estas trasmisiones, en momentos de emergencia nacional como los que ahora se viven en Matanzas, se conocen por la literatura militar y las experiencias históricas. Y las estrategias criminales de esos objetivos se han aplicado con dolorosos costos en otras naciones como parte de la guerra no convencional o de cuarta generación. Por eso, tal irresponsabilidad es fuertemente sancionada en cualquier país, incluso en Cuba.
Bárbara Betancourt llamó la atención sobre las pifias del material, perfectamente apreciables si se escucha con atención: después de pedir a su audiencia que “manden el vídeo a Cuba”, lo que significa que está fuera del país, este joven “mensajero de Dios” declara encontrarse a dos millas (olvidó que los cubanos no medimos en millas las distancias) y se corona Mesías, convocando a los matanceros a que huyan de la provincia, buscando el este.
Empeñado en sustituir a las autoridades locales, el alarmista de turno nos recuerda a W. Bush, aquel presidente norteamericano que solía conversar con Dios cada noche y al amanecer daba la orden de bombardear los míticos parajes de Las mil y una noches.
En ese mismo lenguaje, cargado de superchería, otro predicador en redes pronosticaba lo peor para ayer porque, según él, coincidía con el día del bombardeo a Nagasaki en 1945. ¿A qué escuela iría, que olvidó una fecha tan dolorosamente memorable como el 9 de agosto, día del genocida bombardeo sobre esa ciudad japonesa, apenas tres días después del de Hiroshima? ¿Sabrá que estas son dos masacres que el imperio odia que le recuerden?
Los analistas comentaron luego dos asuntos más serios: los últimos mensajes falsos acreditados a Díaz-Canel, sobre capturas de pantalla de su propio perfil en Twitter, diciendo que vienen apagones de 18 horas y que el país está a punto de colapsar. ¡MENTIRAAAA!, cómo diría el Guerrero cubano.
Los que conocen un poco de comunicación, saben que estas son estrategias de guerra no convencional, incluso mucho antes de la aparición de las redes sociales. Se trata de hacer estallar la confianza en el Estado y sus estructuras, generando caos y pánico que hagan imposible el control de la situación.
Otro sonido, tomado del canal del Guerrero cubano, muestra a un furibundo odiador pidiendo que todo arda en Cuba.
Pero la guinda del pastel es a la vez la prueba del mayor cinismo político y la aporta el comentado mensaje de la embajada norteamericana en La Habana, que parece pedir papel carbón, cuño y certificado notarial a la solicitud de ayuda técnica para sofocar el incendio en Matanzas, mientras por vías informales se desata una campaña sugiriendo que Cuba no acepta.
Desvirtuar la verdad, criminalizar a la víctima y presionar para poner condiciones parece ser el propósito, si nos guiamos por la historia. Es lo que han hecho siempre, por más que la vida haya probado que por más que cambiemos los otros, ellos jamás cambian.
Nunca está de más reiterar que los medios oficiales son los únicos por los cuales se informarían las decisiones de evacuación, si fuera necesario.
Hasta ahora, lo verdaderamente cierto es que varios expertos enviados por el Citma monitorean in situ el medioambiente y que la Defensa Civil, el Consejo de Defensa y todos cuantos tienen el deber y la responsabilidad de hacerlo, están presentes en el escenario de los hechos para tomar oportunamente las decisiones. No están especulando a 90 millas. Seguiremos Chapeando.
Tomado de Cubadebate.