Internacionales

Fidel: La cultura es lo primero

Por Ángel Guerra Cabrera.

Fidel llamó muchas veces a la cultura escudo y espada de la nación: el escudo que la resguardará frente a las influencias desintegradoras de nuestro núcleo identitario y la espada capaz de defender la verdad de Cuba en los sitios más remotos del mundo, afirma el escritor cubano Abel Prieto, en un extenso texto que resumo e invito a leer íntegro (https://bit.ly/3zXnvAD).

La describió como una energía transformadora capaz de contribuir decisivamente al mejoramiento humano, como lo había indicado Martí. Pero la consideró, sobre todo, el único instrumento para la emancipación.

En 1993, en el Quinto Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), Fidel sostuvo aquel sintagma sorprendente: la cultura es lo primero que hay que salvar, si estamos dispuestos a darlo todo por restaurar La Habana Vieja y salvarla, como no hacerlo por la cultura.

En un momento de tantas privaciones, cuando nos faltaban tantas cosas esenciales para la supervivencia, Fidel ponía en primer lugar a la cultura. No hablaba exclusivamente de las artes y la literatura. Se refería a una noción más amplia, más honda, lo que nos define como nación, aquello en que pensaba Fernando Ortiz cuando decía que la cultura es la Patria.

Fidel se refería al vínculo cognoscitivo y afectivo entre la cultura y la nación, a la suma de conocimientos para que el ser humano pueda defender su libertad, su memoria, sus orígenes y deshacer la vasta telaraña de las manipulaciones. Una revolución sólo puede ser hija de la cultura y de las ideas, expuso en la Universidad Central de Venezuela. No puede limitarse a cambiar las condiciones de la vida material.

Aunque realice transformaciones radicales, entregue tierras a los campesinos y elimine el latifundio, construya viviendas para los que sobreviven en barrios insalubres, ponga la salud pública al servicio de todos, aunque nacionalice los recursos del país y defienda su soberanía, una revolución no estaría nunca completa ni sería duradera si no implica una revolución educacional y cultural.

¡Hay que cambiar las condiciones de vida del ser humano y hay que cambiar al ser humano! ¡Hay que cambiar la conciencia de la gente, la cultura de la gente!

Tomado de La Jornada/ Foto de portada: Elliot Erwitt / Archivo.

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