El Despertar, reencuentro con la vida
Por Yaimi Ravelo / Resumen Latinoamericano Corresponsalía Cuba.
“Me llamo Yusiley¹ y soy alcohólica. Tengo 38 años cumplidos hace unos días, soy madre de dos niños, uno de 16 y otro de 11”, es el inicio del testimonio de una joven cubana, paciente del Departamento de Salud Mental del municipio Playa en la Habana.
–“Me acuerdo que antes de tener 15 años no tomaba nada, siempre estaba en mi casa ayudando a mis padres…a mi madrastra y a mi papá, porque a mí no me crió mi mamá”, cuenta Yusiley, rememorando los inicios a su adicción.
“Mi primera borrachera fue en una fiesta, exactamente con 15 años. Los varones cogieron el ponche² y le echaron unas pastillas, yo no sé ni lo que le echaron. Al otro día mi papá me llevó en un carro a la casa. Pensé que más nunca iba a tomar si eso era una borrachera, muy desagradable. Y así sucedió, terminé mis estudios y no fumé ni bebí durante un tiempo.
Pasaron los años y tuve a mi primer hijo estando en una relación estable, pero éramos muy jóvenes y al tiempo nos separamos.
Empecé a trabajar con mi niño chiquito solita, vivía con el resentimiento de que mi madre no estaba para mí, como veía que sucedía con la mayoría de las madres hacia sus hijas, preocupadas por el parto, los cuidados, el nieto…
Sufrí mucho con eso y me volví a casar. Esta persona tomaba mucho y yo veía normal salir todos los fines de semanas, llevar a los niños al parque y beber una o dos cervecitas. Empecé así, con cervecitas. Pero él siempre compraba una caneca de ron y seguía bebiendo en la casa.
Soy una mujer muy activa, me encanta recoger y limpiar la casa con música y ahí también comencé a darme mis traguitos. El tiempo pasó y en una de esas recogidas grandes de fin de año encontré como 15 botellas de ron guardadas en la casa, vi que era demasiado y decidí separarme de mi pareja”, relata Yusiley sobre las primeras experiencias vividas.
“Él seguía tomando, continuaban las borracheras, las discusiones, demasiados problemas y yo siempre me echaba la culpa, imagínate él trabajaba, llevaba el dinero a la casa, sacaba los niños a pasear, me tenía cómoda. Yo estaba segura que yo era la del problema. Me separé pero me quedé con el alcoholismo”.
“Dejé de tomar un año y al cabo de ese tiempo comencé otra relación. El muchacho fumaba, era más joven que yo, no bebía, la que tomaba era yo y empecé a adentrarlo en mi mundo”, -reconoce.
Aquello fue terrible, me maltrataba, abusaba de mi física y mentalmente, pero era muy dependiente de él… la felicidad de uno no puede depender de ninguna persona, de eso puedo darme cuenta ahora”, afirma tras un año de tratamiento.
“Lo peor fue las lagunas mentales, una vez salí a la calle y me perdí. Otro día amanecí en la calle sin zapatos, llorando, tirada en un pasillo. Lagunas mentales…, un hombre me cayó a golpes y yo inconsciente. Amanecía en la calle con ropa de salir, bonita, tirada en un banco. La bebida uno la incluye en la vida pensando que aliviará los problemas y el sufrimiento, es todo lo contrario, te crea más problemas y situaciones”.
“Todos se alejaron de mí. Un día me tomé una botella de ron con un vecino y salimos fajados, él se subió encima de mí y me golpeó mucho, nos llevaron a la estación de la policía. Ese día lloré mucho y pedí ayuda, ya yo estaba pensando en matarme para acabar con los problemas”.
La historia de Yusiley muestra la fina la línea que divide “los placeres” de los excesos, el umbral para tocar fondo y ver la vida en caos.
La joven madre adicta retomó el camino y las ganas de vivir con la ayuda de familiares y profesionales de la salud. Cumplió un año de tratamiento sin consumir ninguna bebida alcohólica.
“Hoy en mi casa se respira una paz inmensa, mis hijos me aman. Mi deseo es que las personas que sufren de adicción escuchen nuestras historias, podemos reencontrarnos con la vida, es solo proponérselo y pedir la ayuda adecuada”.
La fina línea o cuerda que les lleva a la adicción es casi imperceptible, muchos juegan sobre ella sin advertir la caída, la pesadilla que pareciera no tener fin, que agobia, deprime y a veces quita la vida.
Ningún ser humano está exento de encontrarse sometido en el martirio de las adicciones. No discrimina en edad, género, color de la piel, ideología. Podrías ser tú, podría ser yo, cualquiera. Bastaría un detonante invisible que rompa la fina línea que te lleva a tocar fondo.
En todos los municipios de Cuba trabaja un grupo de especialistas determinados a asistir a las personas inmersas en el mundo de la adicción.
Los Departamentos de Salud Mental pertenecientes al sistema de salud cubano tienen como objeto social tratar los problemas de salud mental de la comunidad para lograr el equilibrio entre todas las personas del entorno, desde edades pediátricas hasta los adultos mayores.
Entre los principales programas que desarrollan se encuentran: la primera infancia y los trastornos escolares; manejo de comportamiento o de conducta en los niños y niñas; la depresión y la conducta adictiva.
En el municipio Playa de la capital cubana, el Departamento de Salud Mental está integrado por una psiquiatra de adultos, una infantil, psicóloga, toxicóloga, una trabajadora social y la enfermera, informó la Directora del centro Dra. Maida Supervielle.
La misión de estos especialistas va desde la promoción de salud, la prevención de los problemas adictivos, el tratamiento, la rehabilitación y la reinserción social de los pacientes.
Según la Directora, “una vez dispensarizada la persona como paciente de riesgo o enfermo, tiene seguimiento con terapeutas como cualquier patología crónica en nuestro sistema de salud”.
Cuando los pacientes piden ayuda
La Dra. Carmen Oliva Agüero con 28 años de experiencia, es especialista en Medicina General Integral – MGI, Psiquiatría y MSc. en prevención del uso indebido de drogas, responsable del equipo de adicciones del programa municipal de prevención y tratamiento de las adicciones en el municipio Playa.
Describe que las personas pueden llegar a esta institución del sistema de salud por decisión propia o a través de una llamada a la Línea Ayuda (103); aunque también suelen llegar desde otros municipios, recomendados por la experiencia positiva de otros pacientes.
Este programa de salud totalmente gratuito –como todos los servicios de salud en Cuba- está concebido para seis semanas de duración, sin embargo, la Dra. Carmen Oliva explica que los pacientes no lo abandonan hasta obtener un trabajo formal y lograr la inserción social.
En una primera consulta clasifican a los pacientes por su actitud de cambio, evaluando si necesitan una terapia de deshabituación ambulatoria o no antes de ingresarlos la entidad durante el día el tiempo que dure el proceso.
“Hay quien no se puede contener ambulatoriamente, entonces ese paciente lo ingresamos en el hospital para primero desintoxicarlo, y después deshabituarlos”, detalla.
“El problema fundamental que veo en las adicciones es que la población solicita ayuda porque se encuentra en la punta del iceberg. El paciente adicto no pide ayuda hasta que no sufre consecuencias producto de su consumo”.
“El paciente que llega a consulta es porque avanzó en una etapa de abuso o dependencia de la sustancia – destaca la Dra. Carmen Oliva-; o también van buscando una ganancia secundaria: volver con la pareja, la presión de la familia con la que ellos quieren estar bien. Acuden también por ayuda ante daños graves como ataques, violaciones, pérdidas irreparables de familiares”.
Según la Doctora Oliva en muchos de los casos, las personas no están convencidas de tener un problema de adicción aunque tengan incluso una dependencia. Para enfrentar esto, la terapia de reflexión comunitaria les proporciona a los pacientes adictos la posibilidad de identificar la base del problema en lo que los especialistas denominan la etapa pre-contemplativa.
Se lleva al paciente a que comprenda y madure en esta etapa, entonces toma una actitud de cambio”.
Las sustancias que más se están consumiendo son el alcohol y la marihuana, aunque el tabaquismo constituye la adicción más frecuente en el país siendo una de las más dañinas para la salud de los cubanos.
“Por alcoholismo estamos recibiendo al paciente que ya tocó fondo, porque los otros como no han sufrido graves consecuencias producto del consumo no acuden a buscar ayuda”.
“La marihuana desde nuestra experiencia –acota la Dra. Oliva- está sirviendo de puerta de entrada al resto de las drogas ilegales. En Cuba particularmente, los jóvenes consumen tabletas de psicofármacos y otras sustancias estimulantes o depresoras”.
Declara la especialista que existen pacientes con problemas legales por tenencia de drogas, lo cual es un delito en la isla al igual que el tráfico de las mismas, sin embargo, el consumo personal de drogas no es un delito tipificado en Cuba.
Las adicciones clasifican como enfermedad crónica, evolucionan por periodos de abstinencia, crecimiento y recaídas. Todas las terapias que enfrentan los adictos van encaminadas al cambio de juicios y actitudes, a un crecimiento en el orden personal en que el individuo aprenda otra forma de enfrentar las adversidades de la vida, o los extremos, una gran felicidad puede proporcionar también una recaída.
Al igual que el resto de las enfermedades crónicas las adicciones no tienen cura, es precisamente en el periodo de cambio de juicios y actitudes donde el paciente reflexiona y determina lo que le llevó y le puede llevar a futuro repetir la conducta adictiva.
“El problema del adicto no es la conducta adictiva, el problema es determinar la base que lo conduce al mundo de las adicciones”, precisó la especialista.
“Lo peor que veo en el adicto es como se va degradando en lo espiritual, como va vaciando su vida y su alma de cualquier cosa valiosa. Por eso, a los pacientes que llegan a esta etapa y logran asumir una actitud de cambio le llamo ‘el despertar’, lo más bello en este trabajo”.
El despertar de Lirio
En algunos casos la dolorosa estadía entre las adicciones llega apenas lo traen al mundo, sin posibilidades a elegir, a decir no, arrebatándoles la inocencia, la infancia, la salud, el futuro.
Lirio³ al nacer desconocía que los dolores de parto irrumpieron una fiesta de su madre adolescente.
“Estoy consumiendo desde que nací, mi mamá me parió… borracha –confiesa con voz entrecortada la valiente mujer víctima del alcoholismo-. Dice mi abuela que nací borrachita”, bromea.
Lirio comenzó a consumir alcohol a los 17 años de edad, para ella era una simple diversión. En su vida adulta bebía en celebraciones y fiestas, no veía la línea invisible de los excesos.
“A partir de los 40 empecé a notar lagunas mentales. Estaba en algún lugar y al regresar a mi casa no sabía cómo había llegado, hacía cosas y al otro día ni me acordaba”.
“Con mis 44 años pasé una muy mala experiencia. En julio pasado bebí demasiado, demasiado… -le tomé su mano- hace poco que estoy aquí”, dijo al subir la mirada para contemplar la luz que atravesaba las espesas copas de los árboles en el patio del Centro de Salud Mental del municipio de Playa en La Habana.
Tras un suspiro retomó la palabra.
“Desperté en un hierbazal, sin zapatos, sin celular…, no sabía ni donde estaba, muy muy fuerte eso, una muy mala experiencia que viví, no abusaron –sexualmente- de mí, gracias a Dios. Después de ese suceso fui a la consulta de psiquiatría del municipio Playa, la doctora Carmen fue quien me dijo que yo estaba enferma, que era alcohólica y tenía que atenderme. Llevo aquí un mes”.
“En el grupo -de pacientes con adicciones- me han acogido muchísimo, me ayudan mucho, sobre todo a superar esa sensación de beber que siento de vez en cuando. Pero me siento fuerte, pensado en mi hija de 17 años, es muy malo lo que se pasa y aquí uno se recupera”.
Lirio emana con cada lágrima bondad, las ganas de seguir en este nuevo camino al que se aferra para reencontrar los sueños de una vida más sana para ella y las personas que ama.
“Me siento bastante mejor, mis compañeros me apoyan muchísimo y la doctora está constantemente pendiente de todo. A las mujeres que puedan estar como yo y no se dan cuenta que están enfermas, les quiero decir que tienen tiempo de curarse, la bebida es muy dañina, perdemos hasta la familia. Mi hija ahora es feliz y yo también”, dice esperanzada.
Recordar provocaba en Lirio la visible pena por el pasado pero estaba decidida a contar su historia. Fue el deseo de Lirio despertar y continuar la vida, convocar a las personas –víctimas como ella de este flagelo silencioso- a la reflexión, ayudarlas a encontrar el camino de las sabias decisiones.
1- Nombre sugerido por la paciente en protección a su identidad.
2-Bebida preparada con frutas, puede elaborarse con alcohol y sin alcohol.
3- Nombre sugerido por la paciente en protección a su identidad.
Fotos: Yaimi Ravelo / Resumen Latinoamericano Corresponsalía Cuba.